Traigo el dolor adentro,
palpita como si tuviera
un corazón propio;
llora para sí,
sin derramar lágrimas,
llora en silencio,
entre la gente,
por la calle,
en las estancias,
privadas y públicas;
llora sin pudor
este dolor que siento,
este extraño dolor
fiel como un perro
que me sigue,
me acompaña
a cualquier parte,
me distrae y me descentra,
y me vuelve
casi antisocial,
este raro dolor
por tenernos sin tenernos.
©María José Gómez Fernández
No hay comentarios:
Publicar un comentario