martes, 31 de marzo de 2020

Confinamiento domiciliario #YoMeQuedoEnCasa – Día 16, referido al 30 de marzo, “Sin tregua, continuamos”

Dieciséis días, diecisiete si contamos el 14 de marzo de 2020 (Día 0).

Ha vuelto a llover como hace unos días.
La primavera anda descolocada, tanto o más que nosotros.
Es verdad que se nota un aire más puro en la calle.
El silencio es imponente en algunas horas de la tarde, sobre todo de la noche. Impresiona no escuchar los sonidos habituales de la ciudad. Impresiona el resonar de tus zapatos en la acera, el eco de tu voz al hablarle al perro. Intimida saber que te oye cualquiera desde su casa. Te sientes como vigilado.
Hoy ha sobrevolado un avión por este barrio. Entre tanto silencio sonaba atronador.
No da confianza salir al exterior, menos aún para acudir a comprar algo. No da confianza cruzarte con la gente, más aún si no la conoces.
Mucha gente tiene miedo, prefiere protegerse, resguardarse, salir solo si es imprescindible.
Las cifras son tremendas, suben cada día, y las que más impactan son las de contagiados después de las de los muertos.
No quieres pensar pero terminas pensando.
No quieres pensar y cocinas, y escribes, y lees, y pintas, y charlas por teléfono, y charlas con tu familia de casa.
No quieres pensar y trabajas pero si piensas demasiado no puedes conseguir la suficiente concentración para trabajar.
No quieres pensar. Te vas a la cama. A ver si esta noche duermes mejor. La lluvia canta su nana al caer sobre los charcos, los árboles, la calle.

Mañana volverá a cantar desde su jaula el pajarito del piso de abajo. ¡Qué bonito canta!

#YoMeQuedoEnCasa #QuédateEnCasa


©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

lunes, 30 de marzo de 2020

Confinamiento domiciliario #YoMeQuedoEnCasa – Día 15, referido al 29 de marzo, “¿Real o virtual?”

Lucía asiste a clases por videoconferencia desde su habitación.

Antes de comer, Alberto habla con sus amigos en divertida charla por su grupo de Whatsapp.

Claudio, con cinco años, continúa aprendiendo a leer y escribir con su mamá. Se sientan juntos por la tarde en el sofá, y aprenden mientras se divierten, con papel, lápiz y el método Micho.

Carmen está realizando su Proyecto Fin de Grado para Desarrollo de Aplicaciones Multiplataforma, de Formación Profesional Grado Superior. Los recursos disponibles en internet, la comunicación con su tutor a través del correo electrónico y su espacio virtual de enseñanza son fundamentales para ir revisando el desarrollo de su trabajo.

Marta no se pierde sus clases de baile. Su profesor le envía un videotutorial semanal.

Pablo habla cada noche con su madre, nonagenaria. Ahora, como no podrá ir a visitarla durante quién sabe cuánto tiempo, alterna la llamada de voz con la videollamada y comprueban que todo va bien.

Aurora cumple cada mañana con su jornada de teletrabajo, con más horas que la presencial, llena de correos electrónicos, mensajes por Whatsapp, reuniones por videoconferencia, chat con los usuarios a los que atiende para resolver sus dudas, ficheros compartidos que se editan y guardan en tiempo real.

Imagen de Everypixelfree ©geralt (libre de derechos)

Como ahora no puede salir, Conchita ha realizado por primera vez su compra mensual por internet. No se la pueden llevar a casa, así que un vecino generoso se la recoge y entrega.

Julio escribe su Trabajo Fin de Grado en Óptica y Optometría. Necesita libros y artículos de revistas que no puede obtener de la biblioteca universitaria por estar todo cerrado. A través de un chat lo orientan sobre cómo llegar a libros y artículos electrónicos suscritos por la biblioteca y a otros que, ahora mismo, las plataformas de recursos están ofreciendo en acceso abierto.

Manuela ha resuelto una avería eléctrica menor contactando por teléfono con su compañía de suministro. Han acudido a arreglarla gratuitamente, servicio especial del momento.

Enrique emite por YouTube los ensayos de su próximo single.

Rosa mantiene tertulias literarias con sus seguidores en Facebook.

Hoy, sin precedentes, los límites entre lo real y lo virtual se desdibujan porque todo es real e igual de efectivo. Volveremos a viajar, a abrazarnos, pero podemos constatar que lo digital y remoto también es tangible. El 14 de marzo de 2020 marca un antes y un después en nuestra percepción del mundo y nuestras vidas.

©María José Gómez Fernández. #QuédateEnCasa. Este mes #YoMeQuedoEnCasa y escribo mi aportación de #relatosLímites para @divagacionistas (30 de marzo 2020).

Publicado en Divagacionistas.

domingo, 29 de marzo de 2020

Confinamiento domiciliario #YoMeQuedoEnCasa – Día 14, referido al 28 de marzo, “Promesas frente al espejo”

Entre los recuerdos emergen
momentos mágicos, intensos,
alguna canción que estremece,
imágenes de otros tiempos.
Planes sin determinar.
Caminos que nos esperan
para que los volvamos a andar.
Promesas frente al espejo.
Quizá no podamos recuperar
el tiempo, repentinamente robado,
los besos que no nos hemos dado,
pero seremos nosotros siempre.
No te rindas,
no te dejes superar,
no te des por vencido.
Promesas frente al espejo.
Cada noche en la almohada
estelas de deseos
se transforman en sueños.

Hasta que nos toquemos
y así dejen de ser
promesas frente al espejo.
#YoMeQuedoEnCasa #QuédateEnCasa
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

sábado, 28 de marzo de 2020

Confinamiento domiciliario #YoMeQuedoEnCasa – Día 13, referido al 27 de marzo, “El silencio se rompe”

La luz se cuela por las ventanas,
cantan pájaros en vuelo
y se oye pasar algún coche.
De tanto en tanto
el silencio se rompe,
irrumpe por instantes
algún ruido cercano o distante.
Teletrabajo de día,
cocina, a veces compra, asueto de tarde.
Por la noche lectura, escritura,
compartir novedades.
De tanto en tanto
el silencio se rompe.
Dudo de mi aguante
y me resisto con firmeza.
La debilidad es un lujo,
un desafío para dominarte.
No me tientes, no me embauques.
Fuerza y razón ganan el combate.
La luz se apaga de noche,
y muy raramente
el silencio se rompe.
#YoMeQuedoEnCasa #QuédateEnCasa
©María José Gómez Fernández
Originalmente publicado en El Doblao del Arte.

viernes, 27 de marzo de 2020

Confinamiento domiciliario #YoMeQuedoEnCasa – Día 12, referido al 26 de marzo, “Tiempo de pausa”

Los minutos de estos días
se desploman con calma.
Pasan despacito, con ojeras,
ropas cómodas o pijamas.

Con trabajo consiguen
juntarse para formar
una y otra hora,
en relojes sin sentido.
Nos pensábamos invencibles,
sin detenernos, sin mirar,
respaldados por el confort,
acomodados en la seguridad.
Lento el tiempo pasa
en estos tiempos de pausa;
descorchamos recuerdos,
mientras la vida se aplaza.
Nos creíamos imparables,
intrépidos bucaneros
de mil viajes y hazañas,
y ahora quedos, meditamos.
Pasa lento el tiempo
en estos tiempos de pausa;
cantamos en los balcones
con empatía comunitaria.
Todos iguales ante el mismo riesgo.
Con dinero, sin méritos,
sin trabajo, con o sin techo.
Todos confinados en casa.
#YoMeQuedoEnCasa #QuédateEnCasa
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

jueves, 26 de marzo de 2020

Confinamiento domiciliario #YoMeQuedoEnCasa – Día 11, referido al 25 de marzo, "Separando el grano de la paja"

Con tantas vidas detenidas,
ansiedad a flor de piel,
tragedias humanas globales,
que nadie soliviante a nadie,
ni le invada su espacio.
Respeto, pido respeto,
y saber separar el grano de la paja.

———————————————-
Llegados al día 11 de confinamiento domiciliario obligado, por nuestra seguridad y la ajena en lo tocante a salud, quisiera trillar para separar el grano de la paja. Y es que pajas, mentales, las que tienen muchos, que si concentraran todos sus esfuerzos en positivizar la realidad que nos circunda, favorecerían mejores ambientes, no solo refiriéndome a las paredes de las casas en las que estamos confinados, sino de forma más extensa, a redes sociales y otros medios de comunicación en general.
Estando todos tan proclives a venirnos abajo, sería de agradecer que amén de las pésimas noticias que recibimos por canales fiables, algunos elementos cesaran en su empeño de fastidiar al prójimo soliviantando los ánimos, creando ansiedad, añadiendo presión, etc., cosas que solo llevan a empeorar la salud mental y hasta física de los que los padecen. ¿Y cómo? Pues desde el directo más puro, porque el elemento comparte techo contigo, al goteo por redes sociales -cosa que puedes evitar a no ser que te entren al trapo directamente-, o a noticias que solo buscan el sensacionalismo alarmista -sobre todo por la forma en que son contadas-.
Tenemos un problema, y gordo, que atajar, se llama COVID-19, lo que se traduce en confinamiento domiciliario -con todas sus consecuencias, que ya son muchas, económicas, sociales, sanitarias-, y también en personas contagiadas, masivas pérdidas irreparables, cifras que suben cada día -con la esperanza de que comiencen a descender-, vidas detenidas, en fin, y algunas para siempre.
Pues si tenemos un problema con todos sus problemas satélites, vamos a centrarnos en resolverlo, y vamos a posponer otros problemas, ahora insignificantes, para otro momento. Ahora no es tiempo de depurar responsabilidades, pedir que se corten cabezas, exigir dimisiones. Ahora no es tiempo de resolver conflictos políticos porque quedaron aparcados a las puertas del 14 de marzo pasado. Ahora no es tiempo de exasperarse porque sí, criticar sin aportar, criticar por criticar. Ahora no es tiempo de pensar si es mejor posponer la Feria de Sevilla para San Miguel o la Semana Santa para más entrado el otoño, porque igual lo más razonable sería posponerla para el próximo año, y así con tantas celebraciones en tantas poblaciones, que esto no es más que un ejemplo. Es verdad que hay muchos intereses profesionales y económicos en juego en este tipo de eventos, no son solo un aliciente lúdico para la ciudadanía, pero ¿de verdad se puede pensar en ferias y otros merengues cuando a la vuelta de no se sabe cuánto tiempo la economía de muchos estará tan mermada que en lo último que podrán gastar su dinero será en fiestas?. Es una frivolidad o así lo pensamos muchos.
Ahora tenemos un problema, vamos a colaborar para resolverlo. Vamos a aportar lo que podamos para que la solidaridad con los que menos tienen sea una realidad. Vamos a contribuir cumpliendo las normas de confinamiento que tenemos que cumplir, para evitar más contagios, más ingresos y atenciones en hospitales, para que muera el menor número de personas posible. Vamos a ayudar a personas que no pueden valerse por sí, sin engañarlas, sin robarles, haciéndoles creer que les vamos a hacer la compra y quedándonos con su dinero. Vamos a realizar un consumo y compra responsable de los bienes de primera necesidad, sin acumular productos a lo loco impidiendo que otros puedan comprar media docena de huevos. Vamos a dar voz a aquellos que ahora tienen la boca tapada, sí, me refiero a los casos de violencia de género, escondidos entre las paredes de las casas con los maltratadores campando a sus anchas, maltratadores psicológicos y físicos. Para las personas maltratadas esta situación es una ratonera con veneno asegurado. En estos casos tienen muy complicado alertar a nadie ni por llamada, ni por apps, ni aprovechando una salida a comprar pan tan siquiera porque posiblemente no tengan permitido salir de la casa, o de la habitación donde estén confinadas por partida doble. Desde aquí hago un llamamiento para que seamos los vecinos los que demos aviso a la autoridad si percibimos algún caso en nuestro entorno más próximo. Pienso que es nuestra obligación y responsabilidad. Puede que el aviso esté más en nuestra mano que en manos de estas víctimas.
Tenemos un problema. Vamos a resolverlo. Y cuando esté resuelto, acudamos a los demás problemas que de esta situación se han ido derivando, y procuremos resolverlos, de la mano de quien corresponda. Y después, pasemos a pedir responsabilidades, cortar cabezas, pensar en fiestas populares, y procuremos retomar la vida donde la dejamos el 14 de marzo de 2020, porque nada volverá a ser como el día antes, y si no, al tiempo.
Tenemos un problema.
#YoMeQuedoEnCasa #QuédateEnCasa
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

miércoles, 25 de marzo de 2020

Confinamiento domiciliario #YoMeQuedoEnCasa – Día 10, referido al 24 de marzo, "Tiempo dilatado"

Las voces al otro lado,
metálicos sonidos;
los rostros desde pantallas,
conocidos en píxeles;
consuelo y aliento,
risas y pesares
desde el teclado
emergiendo a la pantalla,
fulanito está en línea,
fulanita está escribiendo,
recibido, confirmado;
señales, guiños, evidencias
de que nuestra vida sigue
a pesar de los silencios
que pasean por las calles,
a pesar de las pérdidas
tristes e irreparables,
a pesar de los deseos
contenidos de tantos;
sin perder la sonrisa,
desdibujada a ratos,
mañana amanecerá otro día
y el sol seguirá en lo alto,
avanzar sin apenas caminar,
marcando el paso despacio.
Será imposible olvidar
este tiempo, que en pocos días,
transcurre tan dilatado.
#YoMeQuedoEnCasa #QuédateEnCasa
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

martes, 24 de marzo de 2020

Confinamiento domiciliario #YoMeQuedoEnCasa – Día 9, referido al 23 de marzo, "Baile de máscaras"

Escuece dentro
desesperado intento
por saber fechas.
Soledad reina
en las calles; trepa miedo
por las esquinas.
No hables de nada
si vas a decir lo mismo.
Baile de máscaras.
#YoMeQuedoEnCasa #QuédateEnCasa
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

domingo, 22 de marzo de 2020

Confinamiento domiciliario #YoMeQuedoEnCasa – Día 8, especial domingo 22 de marzo, "Que no nos falte de ná"

No me considero un chef, ni mucho menos nadie con autoridad para recomendaciones culinarias, en esto soy una picaflor más que cada día se devana los sesos dándole vueltas al caletre para determinar qué pongo en la mesa para comer. Parece una tontería, y puede que lo sea, pero para los que tenemos que organizar el menú diario se nos viene un poco el mundo encima, más aún, los que trabajamos en casa y en la calle y estamos acostumbrados a resolver algunas comidas recurriendo a comidas para recoger y al bar de la esquina, opciones ahora imposibles por quedar inhabilitadas.
El otro día, mi prima Chachi, que ahora está más o menos perdida en estas lides, como pueda estarlo yo, me preguntó qué iba a poner para comer. Yo le dije lo propio y también le respondí que ahora tenía trastocada esta rutina por no poder recurrir a comidas externas que me resolvían algún día de la semana con comodidad para mí y variedad para los demás.
Ayer mismo le prometí una lista de posibles comidas, y aquí la pongo, aunque con seguridad se me olvidará más de una, pero tenemos días para añadirlas, en otro post dominical especial.
Cuando pienses en algo que echar al coleto
y se te agoten las ideas cocinadas,
echa un ojo a este listado modesto,
una relación de comidas, a mi prima dedicadas.
Vamos al pollo, señores, recurrente y sencillo,
al horno, en salsa, frito y a la plancha,
con arroz, con verdura, o guarnición de patatas,
troceado, relleno, en rollitos, siempre está rico.
Las pastas son gran recurso para llenar el vacío:
macarrones y espagueti, con atún, carne o paté,
con verdura, carbonara, putanesca, boloñesa,
y tallarines también, o lasaña y canelones, no hay lío.
Merluza, no, no te insulto, te sugiero que la pruebes
a la plancha, en guiso, con guarnición de verduras
o patatas, en salsa de tomate o en salsa verde,
un pescado que encontrarás congelado y fresco.
Para todos los bolsillos, el cocido, y lo que estira…
De la olla sacas el plato principal, y la sopa, para empezar,
y con la pringá, montaditos, o croquetas para variar,
con los restos del cocido, ropa vieja; tocino “pa las tostás”.
Calentitos para el cuerpo y te resuelven el día,
los potajes de garbanzos, lentejas y judías.
Y los puedes preparar con la idea tierra y mar.
También en frío, con lo que quieras puedes aliñar.
Mucho juego tienen las verduras variadas,
hervidas, aliñadas, rehogadas, en el horno, a la plancha.
Escalibada, piriñaca, pisto, menestra, no acabas,
piensa en mil sabores y colores, la mente es ancha.
¿Y qué tenemos de tapas?
Tenemos la ensaladilla, el huevo relleno, la papa “aliñá”,
el atún encebollao, los boquerones fritos, ahí es “ná”.
También garbanzos con espinacas, y montaditos a “patás”.
Además, la albóndiga, la carne con tomate, ensaladas variadas,
carrillada de ternera, chateaubriand, pastel de carne,
lubina, pescada, besugo -no es insulto-,
es que al horno, el pescado tiene su punto.
Y ya me está dando el hambre, de tanta comida nombrar,
así que por hoy, querida prima, la lista voy a cerrar.
¡Que te sirva y te cunda y hasta el próximo dominical!
#YoMeQuedoEnCasa #QuédateEnCasa


©Texto original de María José Gómez Fernández, todos los derechos reservados.
Imagen realizada con la app de Facebook.

Dedico este post a mi prima Chachi, María José Fernández Arias, con la esperanza de que le sirva. ¡Un beso grandote grandote, prima!
©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

Confinamiento domiciliario #YoMeQuedoEnCasa – Día 8, especial domingo 22 de marzo, "Hablando con perri"

Perro Claudio es un perro muy especial para mí, y su dueño también es muy especial para mí, porque es muy buen amigo desde hace años, esos amigos que siempre están aunque te pases un siglo sin verlos, esos amigos que te respetan y entienden, que te toleran todo, como ocurre con los amigos de toda la vida.
Perro Claudio tiene una página en facebook (os recomiendo seguirla) y esta mañana me dejó pegada a la pantalla cuando leí su post. Con permiso de su dueño, reproduzco aquí lo que ha escrito y mi respuesta, esperando que alguna persona y perro se reconforte con ello.
-PERRO CLAUDIO:
“Hola amigos,
Es sábado por la noche y todo me parece tan raro. Mi padre durmiendo y yo he tenido la necesidad de salir de casa, me he venido a la plaza de mi barrio, que es el Mentidero. El silencio me ensordece y la ausencia de personas me asusta. ¿Tan mal lo habéis hecho humanos? Claro, es muy fácil juzgar desde mis cuatro patas y tampoco quiero culparos. Vosotros sois mis amigos y no tenéis nada que ver con esta situación que realmente no comprendo, pero por favor, el planeta 🌏 nos avisa, seamos sensatos o mejor dicho, seáis. Nosotros (los 4 patas) se supone que no razonamos, qué equivocados estáis. En nuestra simple cabecita, solo tenemos espacio para el amor, bondad y lealtad, justo lo que le pueden faltar a los que manejan el mundo, que dicho sea de paso, no los tengo en mi facebook.
Vosotros solo podéis hacer una cosa, no salir de casa, si necesitáis algo yo os lo puedo llevar, nosotros los peludos, que algunos humanos abandonáis, no nos podemos contagiar de ese bicho maligno. Pensar un poco, ¿por qué será?
Siento estar melancólico, pero uno tiene también sus bajones.
Pronto os veré pasar por la puerta de mi trabajo, me saludaréis y la vida continuará. Pero no olvidar que algo estáis haciendo mal…
Mis Lengüetazos de hoy, aunque tristes, están lleno de amor.”
MI RESPUESTA:
“Querido Perro Claudio, todo el derecho del mundo a tener un bajón… no sabes cómo te entiendo/entendemos los humanos, y los peludos que puedan escuchar de sus dueños tus palabras leídas por sus labios. Claro que lo estás pasando mal y claro que sigues dando amor y ternura y comprensión, y claro que te vienes abajo, porque en algún momento te quedas sin resortes. Perri Simeón también nota el ambiente extraño y solitario de la calle y se pega más a mí, quiere volver pronto a casa, se asusta cuando oye algún ruido que rompe el silencio… Y en casa, como me ve todo el día, a ratos se me pega queriéndome consolar: se pensará que estoy enferma y por eso no salgo al trabajo.
No sé qué hemos hecho mal. Los virus, cuando aparecen, cuando pasan a las especies, cuando mutan o son nuevos, son devastadores, eso sí, hasta que se encuentra un tratamiento adecuado y una vacuna, las dos cosas más importantes para combatirlo. Hoy día, desde el minuto cero, miles de investigadores y científicos en el mundo están en ello, y verás que pronto lo van a conseguir. Entretanto la solución para evitar que se propague y nos fulmine es aislarnos lo más posible unos de otros, eso es lo que está en manos de cada uno de los humanos.

A la inmensa mayoría, al menos de este país, nunca nos tocó vivir una guerra, bueno sí, pero no en nuestro territorio, y esta situación anómala es un similar. Estamos confinados luchando contra un enemigo invisible y malvado que invade nuestros organismos y en el peor de los casos termina con muchos de nosotros, pero ahí vamos, haciéndole frente, con las armas que podemos, unos investigando, otros procurando que no quedemos desabastecidos, otros cuidando a los que enferman, otros velando por la seguridad en las calles, y todos aislándonos de contactos directos con nuestros congéneres.
En ese punto, dar las gracias a ti y a todos los peludos que nos dais la compañía, el apoyo y la posibilidad de pisar la calle para acompañaros a atender vuestros asuntos perrunos. Vuestros ojos se nos clavan en lo más profundo y nos dan un hálito de esperanza.
🐾🥰🐾🥰🤗🤗 Para ti y para tu jefe, abrazos, besos y lametones a montones!!! Arriba ese perri!!! Arriba ese ánimo!!! Arriba ese jefe!!!”
#YoMeQuedoEnCasa #QuédateEnCasa
Dedico este post especial domingo 22 de marzo de 2020 a Perro Claudio y a su padre, jefe y mi amigo, Onofre Conde:
“Por mi parte, todo lo que os haga sentir mejor… ahí lo pongo cada noche, cada día, como cuadre…
No puedo salir a patrullar la calle, no puedo fabricar mascarillas, no puedo asegurar el abastecimiento, no puedo ayudar a cuidar y sanar a nadie, no puedo ocuparme de mi madre a no ser por teléfono y videollamadas, no puedo más que teletrabajar y ayudar a los estudiantes, profesores e investigadores que me pidan ayuda desde sus casas, no puedo más que atender mi casa y a mi familia, no puedo más que desahogar el espíritu escribiendo y procurar así llevar un soplo de complicidad a mis amigos y a quienes deseen leerme… Mil millones de gracias, cariño… Te tengo en mente a diario… No sabes cómo me alegra pensarte y saber que nos vimos, besamos, abrazamos, reímos, comimos, bebimos, y más… ¡¡en persona!! antes de que esto nos aplastara como un zapato aplasta a una cucaracha. ¡¡Bendito día en La Alameda de Hércules contigo!!, porque ese día me devolvió mucha capacidad de respuesta en unos momentos en los que andaba muy bloqueada. Te quiero amigo🥰🐾”
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

Confinamiento domiciliario #YoMeQuedoEnCasa – Día 7, referido al 21 de marzo, Día Mundial de la Poesía: "Volverán a abrir las calles"

Brisa fría de un marzo nunca pensado,
lluvia fina salpicando el rostro,
pasos resonando sobre el asfalto,
ventanas con mil ojos agazapados.
La derrota no existe
hasta que abandonas
y te das por vencido.
Los besos no caducan
ni los abrazos se enmohecen.
Recurrentes recuerdos enredados,
hálito de vida y emociones,
se retuercen en pasillos,
terrazas y balcones,
se esconden en habitaciones,
y junto a libros, música, cocina,
manualidades, charlas, noticias,
se acoplan a las rutinas diarias
para amenizarlas.

Volverán a abrir las calles,
las persianas de comercios,
los talleres y los bares.
Volveremos a encontrarnos
en cualquier fiesta.
Volveremos a vibrar
en los conciertos y estadios.
Volverán a abrir las calles
y se llenarán de niños y juegos,
de bullicio y prisas,
de novios comiéndose a besos.
La derrota solo existe
si se lo permites.
Alas para volar,
sueños para soñar,
ilusión para vivir,
fuerza y aliento,
arrojo y proyectos
por venir.
Volverán a abrir las calles…
Porque el horizonte sigue ahí…
#YoMeQuedoEnCasa #QuédateEnCasa
©María José Gómez Fernández. 21 de marzo, Día Mundial de la Poesía.
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

sábado, 21 de marzo de 2020

Confinamiento domiciliario #YoMeQuedoEnCasa – Día 6, referido al 20 de marzo

Por fin viernes, primer viernes de confinamiento, primer día de la primavera. Viernes sin atascos para volver a casa después del trabajo, porque no había que volver a casa, ya estabas allí. Temperaturas más bajas, la lluvia y los cielos grises fueron protagonistas y testigos de calles despobladas de nuevo, de ventanas y balcones con bustos asomados, mirando el paisaje urbano con vida escasa, buscando complicidad en el aire, respuestas que no llegan, esperando que todo acabe pronto y bien.
Los aplausos de las 8 hoy fueron más apagados, puede que influyera la lluvia, puede que el desánimo también influyera.
Procuramos planificar las horas del día para no perder el rumbo, tan acostumbrados como estamos al trajín de ir y venir, con prisas, atascos, horarios al límite. Procuramos guardar minutos para intercambiar palabras escritas o habladas con los seres más queridos, algunos lejos, algunos mayores, algunos desempeñando trabajos en puestos ahora mismo de riesgo. Procuramos mantener con algún contacto una videollamada para ver a otras personas distintas de las de casa, como garante de que todo continúa aunque no podamos presenciarlo en persona.
Procuramos leer como método de ocio, escuchar música, alivio para el espíritu, bailar, flexionar el cuerpo, ejercitarlo un poco. Procuramos no perder la calma, no alterarnos. Procuramos estar al día de las noticias a través de algún medio de comunicación.
Buscamos tiempo para el trabajo en casa y para las tareas de casa. Buscamos aislarnos de nosotros mismos. Buscamos algún momento para soñar, para meditar.
Durante estos días vamos a reflexionar mucho sobre esta vivencia que nos ha tocado en prenda. Está claro que cambiará nuestro modo de afrontar la rutina, los quehaceres, la forma de relacionarnos, las prioridades que debemos establecer, la seguridad, la salud, valorar las pequeñas cosas que hasta hace unos días hacíamos como autómatas y ahora no podemos; cambiaremos en nuestras relaciones familiares, en unos casos para peor y en otros para mejor, y también cambiaremos en nuestras relaciones de amistad, escolares, académicas y laborales, en la importancia de asistir a nuestras clases, al trabajo, de tener y mantener un trabajo. Y reflexionaremos sobre muchas cosas más, y sobre más aún conforme vayan transcurriendo los días.
Nunca nos hemos visto en una como esta.
#YoMeQuedoEnCasa #QuédateEnCasa
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

viernes, 20 de marzo de 2020

Confinamiento domiciliario #YoMeQuedoEnCasa – Día 5, referido al 19 de marzo

De entre el silencio que reina en las aceras, que emana del asfalto como el calor lo hace en las más pesadas tardes del verano, surge algún deseo contenido aderezado de cierta nostalgia, y trepa por el interior invadiendo sentidos, poseyendo toda la atención: el mar, su olor, su rugido de olas rompientes suaves sobre la húmeda arena de la orilla, lamiendo los reflejos de los últimos rayos del sol de la tarde, sobre esta misma hora; el mar, su sabor, su color, su horizonte fino y lejano, mágico, inalcanzable; el mar, su brisa fresca; el mar, y los recuerdos que me trae, y los deseos que me inspira, y no te tengo mar, con la falta que hoy me haces, después de un día tan lleno, tan estático y tan largo. Aunque no cierre los ojos, es tan fuerte el deseo, que te pienso, te siento, te huelo y hasta te veo… querido mar…
Después, dos intervalos rompieron el silencio: “Hola don Pepito, hola don José” y una hora después el aplauso de las 8 de la tarde. Justo acababa de volver de una pequeña salida para una pequeña compra. Y a pesar de la gana de seguir en la calle me reconfortó llegar a casa, me sentí segura al cerrar la puerta.
#YoMeQuedoEnCasa #QuédateEnCasa
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

jueves, 19 de marzo de 2020

Confinamiento domiciliario #YoMeQuedoEnCasa – Día 4, referido al 18 de marzo

A ratos esto pesa... Quedan muchos días por delante pero como no estamos acostumbrados a esta rutina, extraña y a veces agobiante, pues termina por pesar. Te irritas contigo, con otros, con los quehaceres, con la reclusión, con el espejo, con cualquier cosa, si nos ponemos a pensar. Te muestras intolerante en algún punto, intransigente, y cada cual tira de la cuerda para su lado, en este impasse de indeterminada pero seguramente larga duración, de incertidumbre. Y me lo digo, y lo digo, que nos demos nuestro espacio físico y emocional porque de lo contrario nos sentiremos atacados y responderemos al ataque.

Observo que la calle sigue vacía, a ver, para lo que solía ser la calle antes del COVID-19 y del estado de alarma. Observo que la gente se rehúye, y me incluyo, sobre todo a ciertas horas; algunas personas continúan incumpliendo las prohibiciones y he visto una pandilla de unos ocho adolescentes, gente paseando junta, y hasta dos jóvenes en una motocicleta, y estos últimos no me inspiraron confianza porque se quedaron mirando muy descarados. Menos mal que Simeón venía conmigo y eso me daba más seguridad. Pensé: "como se me acerquen de mal rollo suelto al perro y ya verán", pero en realidad prefería que no se acercaran y así tampoco tendría que soltar al perro. Mejor.

El teletrabajo también pesa, y es que tampoco estamos acostumbrados, ni se puede enfocar como una actividad repartida a lo largo del día, tiene que tener sus horas, y más aún cuando muchas cosas están por determinar. Nos han comunicado que vamos a teletrabajar, con un plan establecido y comunicado a superiores, con unos objetivos, y demostrando que se van cumpliendo. Nos han comunicado que cobraremos. Pero es incierto si dejaremos de percibir alguna parte del sueldo habitual y también es incierto cómo se reflejará nuestro teletrabajo en nuestro registro horario, o si tendremos derecho a una baja médica si en este indeterminado periodo tenemos un percance o nos ponemos enfermos. Tampoco sabemos cuándo volveremos al trabajo en la forma tradicional. Tampoco sabemos si perderemos días libres, días de vacaciones; en verdad sabemos poco y entre ese poco es tenemos que trabajar desde casa y que seguimos cobrando -sin saber si habrá recorte en el salario-. Y cuando llegas hasta aquí te alegras por lo afortunado que eres, por dos cosas: ni todo el mundo va a seguir trabajando, ni todo el mundo va a seguir cobrando, ni todo el mundo tiene salud suficiente para pensar en otra cosa que no sea recuperar su salud.

Desconectar un poco de toda la maraña que se monta uno en la cabeza es bueno, hablando con la prima, la compañera de trabajo, la amiga, hablando con los demás habitantes de la casa, hablando con mamá, que hoy se ha llevado la videollamada por la tarde junto con otra videollamada con otra compañera por la mañana. Compartir con los demás las inquietudes, la tensión, los pensamientos, compartir para llegar a la conclusión de que todos tenemos las mismas o similares cosas en mente.

Aplauso colectivo a las 8 de la tarde.

Y aún queda para ir a dormir, y no saber qué comes mañana, no tener ganas de cocinar porque el día ya fue largo y pesado, cargado de obligación y restricción. No tener ganas de cocinar mientras miras la cacerola y la cacerola te mira a ti. Y estando en esas, oyes que desde la calle viene un ruido de cacerolas golpeadas por otros utensilios, y caes en la cuenta de que hoy lo mejor que se puede hacer con la cacerola es unirte a la cacerolada en tanto dure el discurso de Felipe v palito.

Ahora leeré un rato entre las sábanas y mantas.


#YoMeQuedoEnCasa #QuédateEnCasa

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

miércoles, 18 de marzo de 2020

Confinamiento domiciliario #YoMeQuedoEnCasa – Día 3, referido al 17 de marzo

Con la lluvia aporreando con suavidad los cristales del coche, con el aire frío en la cara mientras me desplazaba a pocas calles de distancia para ir al trabajo a recoger documentación; con una extraña inquietud interior que me tenía revuelto el estómago -vamos a llamarlo tensión o nervios-, con la acreditación de la universidad en el asiento del copiloto, con la expectación como pasajera, así, comenzó mi segunda parte de la mañana que se inició con el habitual paseo perruno.
Me invadió la tristeza cuando el perri hoy se empeñó en cruzar la avenida para plantarnos delante de la puerta cerrada del parque, y mira que se lo advertí, que está cerrado Simeón, que no podemos entrar, otro día, no sé cuándo, pero otro día. Metió todo lo que pudo su hocico entre las rejas de la puerta, como si con eso pudiera verse dentro de su querido parque, de uno de sus queridos parques; luego sacó la cabeza de la reja, me miró, volvió a mirar al parque, me miró de nuevo, y ahí me rompió el corazón cuando lo oí llorar sin querer apartarse de la puerta, hasta que algo lo hizo ponerse en movimiento de nuevo; se le debió pasar por su recuerdo que había más puertas y tiró de mí, y yo me dejé llevar por la acera de la avenida, adelante, rápido, impaciente, hasta llegar a su segunda desilusión, la segunda puerta, y lo mismo, asomar el morro, mirar, olfatear, mirarme y llorar, y lo mismo, impulso tirando de mí hasta llegar a la tercera puerta, tercera desilusión… Aún hizo el intento de obligarme a ir al resto de puertas, pero debió comprenderme porque dio media vuelta, levantó la pata en un árbol, miró hacia atrás dejando su deseo entre el albero y los árboles, tras la reja y las incipientes gotas de lluvia, y aceptó con resignación cruzar por el semáforo y continuar el paseo. Así pasamos por delante de un coche patrulla de la nacional que estaba parado justo en el paso de peatones, y nos miró, sobre todo a mí, pero no me fijé en más que no fuera el perro y el muñeco en verde del semáforo, total, yo estaba individualmente paseando al perro.
La imagen de la avenida casi vacía donde se encuentra mi trabajo me chocó por el contraste con el bullicio que presenta normalmente. Ni siquiera en el mes de agosto he visto esa calle así. Y tampoco he tenido nunca que acreditar mi identidad dando explicaciones de a dónde voy, para qué, cómo. Y sé que en este momento especial es lo que toca, pero choca, te deja un regusto de que estás siendo vigilado, como si estuvieras haciendo algo ilegal. Me subía al coche para entrar al parking y ya pude ver de lejos al primer camión de la UME que se acercaba peinando la avenida. A una compañera la pararon y le preguntaron, y le dijeron que se diera prisa.
Tres horas después salí, con la documentación en papel y en digital que necesitaba para teletrabajar, y espero que no me haga falta nada más. Ya que estaba en la calle, en la acera de enfrente, estacioné el coche con las luces de emergencia, y acudí al banco, al super y al estanco, todo en la misma acera, casi sin moverme 50 metros.
-Tenga usted el ticket que los de la UME lo están pidiendo, que están poniendo multas y todo, que hay mucho pillo por ahí.
-Ah, pues no sabía. Muchas gracias.
Y de nuevo cuando me subía al coche volví a ver al segundo camión de la UME, este de color rojo, que también peinaba la avenida. Me fijé mejor, en tanto metía la llave en el contacto -mi coche es antiguo-, y vi una pareja de militares a pie por la acera. Arranqué y me fui a casa, a teletrabajar. Al entrar el coche en el garaje sentí que se acababa mi pequeño momento de libertad que había durado algo más de tres horas, pero contradictoriamente me sentí protegida.
Se hace duro comer y trabajar en la misma mesa del salón-comedor. Menos mal que luego descansé un rato en el sofá que está a dos metros de esa mesa. Y menos mal que por la tarde tuve que salir de nuevo a comprar un saco de pienso de 7 kilos para el perri, y a pasearlo. Todos los días no van a ser tan espléndidos, hoy era un día especial lleno de muchas salidas, y con cada salida necesaria por un lado alivio, por otro lado, riesgo.
La tarde-noche con lo mío, con los míos, cocinando, con mis cosas y a las 8 los aplausos, con luces de linternas de móviles añadidas.
Hace frío, sigue la lluvia débil. No quiero ser como la lluvia, no quiero ser débil, porque quedan muchos días por delante y hay que sacar fortaleza para afrontarlos.
#YoMeQuedoEnCasa #QuédateEnCasa
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

martes, 17 de marzo de 2020

Confinamiento domiciliario #YoMeQuedoEnCasa – Día 2, referido al 16 de marzo

Hay experiencias que preferiríamos no vernos obligados a vivir y esta es una de ella. Una pandemia en pleno siglo XXI, ¿quién nos lo iba a decir?. Sin duda algo histórico.
Hoy es de esos días que he debido mantenerme activa durante todo el día, con diversas ocupaciones, todas desarrolladas en los mismos espacios, en los mismos 80 metros cuadrados de la vivienda, y en la terraza de 15 -y menos mal que está ese pequeño desahogo-.
El momento-salida-compro-pan ha sido el único en que he podido hablar con personas diferentes a las de casa, a más de dos metros de distancia. Todos con ganas de socializar:
-¿Quién es el último o la última?
-Este señor.
-Gracias. Pues yo voy detrás de usted.
Otro aprovecha y comenta:
-Y solo llevamos dos días.
-Vamos a agradecer momentos como este en los que podemos hablar con otras personas más allá de cada casa, con nuestras distancias, guardando las medidas, pero momentos así nos recuerdan que hay más gente ahí, aunque no las veas.
-Y es que no es bastante con el teléfono y todo lo demás.
-Parece que nos falta algo, y nos falta esto, las personas a pie de calle, conversar unos segundos.
-Nos vamos a volver tarumbas, jeje. ¡Ojú!
-Bueno, ya me toca.
Y al salir: “Hasta otra”. “Hasta luego” -responden varias voces de la cola.
Prefiero mantenerme activa, la mente ocupada, pero sinceramente, no tanto como hoy, como estos tres, incluso cinco últimos días. La mente ocupada con la casa, las noticias, los familiares, los amigos, el teletrabajo, el perri; la mente ocupada para no dejar que la melancolía te invada, que la situación te desborde, para no perder el norte, que este barco me toca capitanearlo a mí y tengo que estar con las manos firmes en el timón.
Hoy las cifras disparadas, el dolor por tantas vidas perdidas, por todas las personas mayores, enfermas, por todos los niños, los jóvenes, tantos proyectos interrumpidos, un stand-by repentino, obligado que se ha colado en nuestra vida y nos ha trastocado el mínimo. Esas cifras de esperpento invisible que nos confina. Esas cifras que debemos bajar, hasta el cero y que más allá se queden. La conciencia y entereza que estamos obligados a mantener, para cumplir las medidas establecidas, para cuidarnos a nosotros y a los demás, para continuar más allá de esta pesadilla.
Hoy mi aplauso de nuevo sonó a las 20:00 horas, uniéndose al que salía de otras muchas terrazas, ventanas, balcones, como un clamor de solidaridad, como un eco esperanzador. Y en mi aplauso también pensé en los que ya se han ido por esta causa, y con todo mi respeto, por ellos y sus seres queridos, les dediqué, al menos el mío.
#YoMeQuedoEnCasa para que no nos falten más personas, hasta llegar al cero y más allá. Quédate tú también.
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

lunes, 16 de marzo de 2020

Confinamiento domiciliario #YoMeQuedoEnCasa – Día 1, referido al 15 de marzo

El domingo más raro de los que llevo vividos. De alguna forma, cierta ansiedad, y no quiero desesperarme. Mirar la calle y ver que su pulso está bajo mínimos te deja una sensación de estar dentro de una de esas películas de ataques por arma biológica, solo que en vez de ir con mascarilla y botella de oxígeno ves a las escasas personas que adornan la calle, caminando, por lo general, con un rumbo muy definido, con algo en las manos, solos, incluso desconfiados de las otras personas que ven venir de frente o de aquellas otras cuyos pasos sienten por detrás. Se ve a alguien paseando a su perro, no se ven niños, bueno solo a uno en un carrito empujado por sus padres; las voces de los niños se oyen cuando escapan por alguna ventana pero es como si hubieran desaparecido de pronto. Pocos coches, escaso movimiento, casi el de un barrio de una ciudad fantasma.
Dentro de la casa la vida sigue, con sus rutinas y quehaceres, con el teletrabajo añadido: mañana será mi primer día oficial de teletrabajo; a pesar de que en algún momento he traído trabajo a casa para terminar algo durante un par de horas, mañana esta será la forma de trabajar, entre ordenador y móvil. Psicológicamente este encierro puede terminar volviéndonos un poco tarumbas. Agradezco que exista Simeón, porque al pobre hay que llevarlo a la calle varias veces al día para que haga todas sus cosas perrunas, y gracias a él muevo las piernas, me desplazo más allá de las obligaciones de comprar, comprar o comprar, y a la vez puedo comprobar el ritmo del barrio más allá de los límites de las ventanas y la terraza de la casa.
Me da respeto la calle tan vacía, en un barrio limítrofe entre el bien y el mal como este, valorando las intenciones de los que se cruzan en tu camino.
Me indigna que ciertas personas sean irresponsables y se reúnan en la calle, y hoy lo he visto, a charlar, a beber, a mirar un móvil, a descansar tumbado en un banco (un sin techo con su acordeón y sus bolsas), unos chicos fumando cachimba… Me indigna porque, mientras, otros estamos haciendo lo correcto en beneficio de la salud propia y ajena, pero no es suficiente si no colaboramos todos.
Junto a internet y redes sociales, el teléfono y la videollamada es el otro gran desfogue y oportunidad de vida social sin contacto presencial. Felicitar a mi prima y a mi vecina por sus respectivos cumpleaños, hablar con otros, escribirse con otros. Pero uno se nota como que le falta algo, y es la posibilidad de movimiento y de relación con los otros, la escasa vida en la calle, la libertad de ir o venir. Por muy concienciados que estemos, en algún minuto del día a todos se nos pasa por la mente que nos falta algo, y que cómo estaremos dentro de unos días. Me he prometido tener el día bien ocupado para no acusar las carencias, para llevar esto lo mejor que pueda, con los míos, a los que menos mal que tengo cerca, aunque eche de menos a otros que no sé cuándo podré visitar, pero quiero pensar que será pronto, seguro que sí.
El aplauso desde la terraza a las 8 de la tarde es como una llamada a la concentración, una forma de no sentirte solo, un gesto por otros que también nos devuelve el significado y la razón de este confinamiento. Luego volvemos adentro y seguimos.
Cuando abran las calles… tengo ya planes para ese momento… pero por ahora #YoMeQuedoEnCasa y espero que tú también.
©María José Gómez Fernández
Originalmente publicado en El Doblao del Arte.

domingo, 15 de marzo de 2020

Confinamiento domiciliario #YoMeQuedoEnCasa – Día 0, referido al 14 de marzo

Querido día Pí, además día de cumpleaños de mi hijo mayor… Nunca he vivido una experiencia igual, y ahora me refiero al hecho de no poder abrazar y besar a mi hijo para desearle su cumpleaños feliz, pero en su defecto le dije: “mira, me doy este abrazo fuerte y grande a mí misma, pero es para ti”.
Desde hace días se veía venir, y es más, pienso como otros muchos que estas medidas que hoy empezarán a adoptarse han llegado tarde, que tenían que haberse tomado antes, pero ya no tiene remedio, han llegado ahora y vamos a acatarlas, aunque a todos nos coge desentrenados, fuera de sitio, aunque a todos nos parece estar viviendo una película de ciencia ficción cuando miramos a la calle y vemos que su vida habitual se ha reducido a un mínimo elemento.
Los bares cerraron a las 16:00 horas del día 14 de marzo, aunque aún no se había hecho oficial el Decreto Ley de Felipe v palito, o Felipe R como también firma, pero el Real Decreto está ahí, y todos debemos ser lo más obedientes y respetuosos en su cumplimiento porque es por nuestro propio bien, por nuestra salud y la de nuestros seres queridos y resto de congéneres.
Aunque nos resulte insólito, aunque nos cueste asumir que estamos viviendo una pandemia casi de cine, aunque nos rebote la mente y el cuerpo por las paredes de casa, aunque tengamos miedo por salir o nos de igual hacerlo y queramos saltarnos la Ley, debemos respetarla, cumplirla a rajatabla porque nuestra salud va en ello.
Ayer, día 14 de marzo la vida cotidiana habitualmente conocida dio un vuelco de 180º grados, pero nos quedan muchos días por delante, tal vez más de 15. ¿Quién no tiene una madre, padre, familiar mayor o con algún problema importante de salud?, ¿quién no tiene algún familiar, amigo, conocido que se encuentra trabajando a destajo estos días en alguna de las profesiones que están en primera línea de fuego de este enemigo común, el virus ante el que estamos luchando?, ¿quién no tiene a alguien muy muy cercano que va a sufrir las consecuencias económicas, de salud, familiares, de esta inesperada y sobrevenida sorpresa que está siendo mortal para algunos pero que será una anécdota que muchos podrán contar a sus descendientes en años venideros?
Hoy, por ayer, 14 de marzo, se inicia un periodo muy muy importante para todos los españoles (otros países ya han tomado estas medidas y otros las tomarán en breve), y debemos ser fuertes y obedientes, responsables y conscientes porque nuestra salud se la juega.
Cada vez se ve menos gente deambulando por las calles; algunos salen a dar un breve paseo a sus hijos, otros sacan su perro a pasear (que hasta los animales notan que algo fuera de lo normal está pasando); han desaparecido los vendedores de pañuelos en los semáforos, los trabajadores de la basura (los que se meten en los contenedores a rescatar basura a la que sacar beneficio); no se ven grupos de jóvenes hablando en alto, saltando y riendo mientras continúan su trayecto porque no hay trayecto que continuar; no hay atascos de coches quitando los que vimos por la mañana cuando la gente terminaba sus compras compulsivo-abusivas en las grandes superficies; parece que todos estamos empezando a aprender una lección que tendremos que poner en práctica durante varios días, posiblemente más de quince, esperemos que sean los menos posibles, porque sufren nuestros pequeños y medianos empresarios, nuestros autónomos, se tambalea nuestra economía, se desgastan nuestros efectivos sanitarios y policiales, la población anda a ratos descolocada como vaca sin cencerro, los novios y las novias no pueden citarse más que por conexiones telefónicas o internet, nuestra forma de socializar se limitará a nuestro balcón/ventana/terraza/jardín para mirar cómo otros vecinos hacen lo mismo que nosotros, sobre todo en la convocatoria de las 10 de la noche para aplaudir a todos aquellos profesionales que se la juegan en primera línea: reponedores, cajeras, sanitarios, policías, etc., etc., convocatoria que, por cierto, a partir del 15 de marzo se traslada a las 20:00 horas para que también se sumen a ella los niños. Vamos a dar un aplauso a todos los que trabajan velando por nuestra salud, vamos a aplaudirnos a nosotros mismos por cumplir con la Ley porque esta es la mejor forma de salvaguardarnos del contagio, vamos a aprender a convivir con esta dificultad sobrevenida que sabremos vencer.
#YoMeQuedoEnCasa ¿y tú también?, ¡o eso supongo!

©María José Gómez Fernández
Originalmente publicado en El Doblao del Arte.
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