Rosa, tus palabras reflejan lo que muchos de los seres del mañana que te leemos sentimos, que estamos hartos de apocalipsis, diarios, continuos, inciertos, a los que hay que sumar trenes de borrascas -todas con nombre y sin apellidos-, terremotos en varios puntos del planeta, bolas de fuego atravesando los cielos, cifras en alza de la pandemia -en todo el mundo-, esa pandemia que ni imaginábamos que nos iba a atrapar como una bolsa de plástico atrapa en el mar a un pez. Estamos hartos, querida Rosa. Este apocalipsis que ya perdura, que se ha instalado en nuestro día a día, nos está mermando las fuerzas para continuar, nos agota la mente y los recursos para no hundirnos, pero tenemos que ser fuertes, sacar cada cual la inercia y el aliciente de donde pueda, reinventarnos cada día para que esta rutina invalidante no nos limite aún más ni nos aplaste.
Leerte es, para mí, para muchos, un aliciente. Leerte y leer es un aliciente. Escribir es, para mí, para muchos, otro aliciente. Escribir para ser, para vivir, aunque la mayoría no lo hagamos de forma profesional -da igual el motivo-. Crear, ser creativos, es un aliciente, debe serlo, porque nos pone alas y nos deja volar para que otros vuelen al leernos. Pero el mayor aliciente que podemos encontrar en estos tiempos inciertos es contar con salud, sabernos vivos, nosotros, los nuestros, los que nos importan, humanos, perrunos, gatunos, todos aquellos que nos importan, y seguir cuidándonos para seguir estando bien, sobre todo ahora que una parte de la humanidad ha conseguido arrumbar a un peligro como Trump, y eso ya es otro aliciente, asistir al destronamiento de la insensatez y de la locura.
Sigue ahí, sigue escribiendo, Rosa, porque tú eres un aliciente.💜🌹🍀✍️ Besos para ti y lametones para Carlota, con el deseo de que se encuentre mejor.
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.
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