Echo de menos tanto... Lo malo, lo negativo, lo que nos ha hecho sufrir y enfrentarnos, eso no lo echo de menos, eso maldigo no haber sabido gestionarlo, por parte de ninguno de los dos. Hemos sido torpes, egoístas; nos hemos cerrado al entendimiento, a la comunicación, aún cuando intuíamos que esas actitudes mantenidas podían abocarnos al fin, al ¿fracaso?, al inicio de una nueva etapa, tan diferente, tan fuera de lo normal, tal vez necesaria, tan inmanejable, que no supimos ver cuánto íbamos a echar de menos no haber sabido dialogar, condescender, acercar posturas, dejar apartados los egoísmos, los yoísmos. En cualquier otra situación corriente como las hasta ahora conocidas, es posible que ya hubiéramos intentado vernos varias veces y pasar algunos días juntos, volver a encontrarnos para acercar terquedades, limar asperezar, afianzar posturas, pero en este momento marcado por el confinamiento parcial, por el miedo a la posibilidad real del contagio, por la imposibilidad de atravesar municipios, provincias, comunidades autónomas, es una utopía plantearse un reencuentro; en otra situación hasta podríamos cuestionarnos si el encuentro nos convendría, nos haría sufrir cuando llegara a su fin y tuviéramos que despedirnos; en esta situación pensarlo es en sí una utopía.
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.
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