Echo de menos tanto... Esos momentos robados para nosotros, robados de la rutina diaria, momentos en los que el alrededor podía parecer que flotara e incluso fuera una ilusión o no existiera, porque no importaba nada, solo éramos nosotros. Esos momentos de miradas cómplices, de conversaciones con proyectos, con debates, con ilusión y chispas en las miradas; momentos de paseos agarrados por la cintura, cogidos de la mano, pequeños momentos, grandes momentos, largos a veces, otros injustamente cortos; momentos robados para un beso, para hacer el amor a deshora, sin pensar ni planear; momentos robados al silencio, al sueño, al trabajo, mágicos e inolvidables momentos en los que podíamos pensar dónde íbamos a pasar las vacaciones o qué arreglos haríamos en la casa, o qué compraríamos para cocinar qué, o el vino que mejor acompañaría, o si veríamos la luna desde la playa de noche, o si nos íbamos a bañar en el mar oscuro; cuándo saldríamos a bailar, cuánto nos íbamos a extrañar en la próxima partida y separación obligada -a veces de horas-, cómo nos comeríamos al regreso esperado, deseado; tanto, tanto, tanto echo de menos...
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.
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