jueves, 29 de junio de 2023

De amor y rutina

 El pasado lunes, 26 de junio, Diversidad Literaria me comunicó a través de un WhatsApp que había sido seleccionada como finalista en el VII Concurso Internacional de microrrelatos «Escritores al alba». Se trata de un micro de cinco líneas, pero me hizo mucha ilusión. Ha sido publicado en una obra junto con el micro ganador, los otros nueve finalistas y el resto de seleccionados.

Para quien desee leerlo, pongo aquí el microrrelato.

DE AMOR Y RUTINA

Cuando la oscuridad va siendo devorada por pinceladas que devuelven tonalidades azules, rojizas, hermosamente mágicas; cuando los campos y el mar se van iluminando, ofreciendo sus vivos colores, su inmensidad eterna; cuando la vida parece volver en sí, y las pisadas, las ruedas, el ruido, el trasiego comienzan a tomar las aceras y el asfalto… En ese momento único, su cafetera programada hace un café mientras ella se arregla para salir al paso del nuevo día, y sus sábanas quedan húmedas de amor y deseo.

©Aji ~ ©María José Gómez Fernández

jueves, 15 de junio de 2023

El gato

 Dos horas y cincuenta y tres minutos.

Es el plazo de tiempo que me ha dado mi clienta para que le presente el resultado de mi investigación.

Este oficio, solo lo sabemos los que ejercemos como espías, es muy estresante, y, en ocasiones, rayano con lo surrealista.

Normalmente me encargan casos de infidelidades, presuntas bajas laborales, herencias, en fin, cosas más o menos normalitas. Ya quisiera yo que en mi larga carrera me hubieran encargado un caso de entramado de corrupción política, terrorismo internacional, trata de personas, bueno, algo más sofisticado que me hubiera permitido lucirme y salirme de mi zona de confort, pero no. En el fondo siento gran envidia cuando me repaso películas de James Bond, o leo libros de Patricia Highsmith, también películas, donde la investigación policial se acerca a la fina línea del trabajo del espía, aunque no es lo mismo, claro. Pero este caso, maldita sea, es diferente por completo porque, a ver, a quién le interesa la desaparición de un gato. Pues eso me han encargado y, el resultado de mis pesquisas durante un mes me han llevado a unas conclusiones también fuera de lo habitual.

Mi clienta es, quiero decir, era, hija de una señora dueña de un gran patrimonio mobiliario e inmobiliario, y también de un gato, que como he dicho antes, ha desaparecido, y me ha encargado que investigue a una buena parte de la parentela para saber quién ha podido hacer desaparecer al animal, y también porque teme por su propia vida, ya que ella aparece como albacea del gato, único heredero de la rica señora difunta.

Al contrario que el refrán: "muerto el perro, se acabó la rabia", aquí podemos decir: "desaparecido el gato, comenzó la rabia" porque, como es lógico, y así lo pensamos mi clienta y yo, si el gato desaparece y continúa desaparecido, puede hasta darse por muerto, y en tal caso, según el testamento, la heredera universal sería la única hija. Pero claro, en el testamento también aparecen nombrados tres sobrinos de la fallecida, así como la asistenta personal, beneficiaria de un diez por ciento del patrimonio mobiliario, y en última instancia, heredera universal en caso de que el resto de beneficiarios "faltaran". Ahí estuvo fina la finada, que quiso utilizar un eufemismo para no evocar a la muerte en el momento de testar.

A ver, le dije a mi clienta cuando me pidió mis servicios, pero ¿no se da cuenta de que usted es la principal sospechosa de la desaparición del gato?. Pero si yo lo adoro, por Dios, ¿cómo puede pensar tal cosa?. Señora, porque blanco y en botella, en fin...

Me demostró con documentos a la vista que ella no había podido ser la causante de la desaparición, por ejemplo, acondicionar como gatera la mansión principal de su madre, salvo cuarenta metros cuadrados que mi clienta destinaría a vivienda habitual para poder constatar de primera mano que el gato tenía todo lo que pudiera necesitar, incluso servicio personal.

Mis indagaciones empezaron por revisar palmo a palmo cada propiedad, fijándome en cada detalle, en cada objeto, siempre según indicaciones de mi clienta; continué por las cuentas bancarias, para lo que se me autorizó oficialmente; después me dediqué a indagar en los hábitos y comportamientos de las personas beneficiarias, siguiéndolas con la debida discreción. En realidad no observaba nada fuera de lo común, salvo, tras más de veinte días, y tras conversaciones con gente del servicio de las propiedades, un ligero hilo del que tirar, ya que me había llegado el rumor de que podría querer ponerse en venta algún inmueble. Tras plantear este descubrimiento a mi clienta me habló de una nueva persona en juego, una administradora de los bienes de la difunta. La telefoneé, identificándome como un inversor interesado en comprar uno de los edificios. Conseguí una cita discreta en una cafetería del centro, y tuve ocasión de exponerle en persona mi propósito. La administradora no se pronunció ni positiva ni negativamente, pero volvió a citarme, esta vez, en una nave industrial, también propiedad de la difunta.

Llegué a la hora acordada y esperé en el interior del coche, esperando que llegara. Unos minutos más tarde un vehículo aparcó justo delante del mío, y la administradora bajó de él, me hizo una seña levantando el mentón y girándolo hacia la puerta de la nave mientras se acercaba a la puerta, la abría y se perdía en el interior. Esperé un par de minutos y me dirigí a la nave y también entré.

Una tenue luz de bombilla ajada nos alumbraba. Nos sentamos en una pequeña mesa desgastada y empezó a plantearme sus condiciones. Serían ocho millones de euros, uno en metálico, a entregar en dos bolsas y un maletín, y el resto a través de una operación bancaria. Toda la operación sería a través suya, como administradora del inmueble. Estaba claro que sacaría partido al dinero en metálico. Le pregunté por el propietario y no contestó. Insistí una vez. Un golpe seco golpeó mi cabeza. Tres horas después desperté dolorido junto a mi coche, con un reguero de sangre. Ya era de noche. Estaba vivo. Fui a casa como pude. Llamé a mi clienta y concerté una cita para esta noche, cuando le entregaré mis conclusiones en un informe. Creo que el caso debe pasar a dependencias policiales.

Falta una hora y cincuenta y siete minutos

El gato continúa en paradero desconocido.


©Aji ~ ©María José Gómez Fernández

Relato aspirante a participar en el concurso de El Tintero De Oro 

Sciku #PVefeméride

Al son del piano
Secret Communication;
Bella, sin hilos.


Sciku #PVefeméride para @hypatiacafe #EventoCiencia (15 junio 2023).
©Aji — María José Gómez Fernández


La patente "Sistema de Comunicación Secreta" se publicó el 11 de agosto de 1942 (Hedy Lamarr y George Antheil).

Imagen tomada de: https://www.bbvaopenmind.com/wp-content/uploads/2014/11/openmind-ventana-reportaje-lamerr-1-1-1.jpg

Publicada

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