A pesar de los kilómetros que le quedaban por recorrer, y como si tuviera alas en los pies, inició el CAMINO que le conducía a ella. Había oído decir que era pizpireta y zalamera. El ENTUSIASMO lo invadía, irradiaba alegría en su rostro. En cada parada sacaba el móvil y contemplaba el DIBUJO que le había hecho para él.
--Por primera vez en mi vida me siento importante, y no hablo de reconocimientos ni de trabajo -dijo a su mejor amigo en un DIÁLOGO que era más un monólogo-.
Y añadió:
--¡Voy a conocer a mi hija. Es un ÁNGEL!
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.
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