domingo, 20 de diciembre de 2020

Las reflexiones de Rosa. N.N. – Día 281, 20 de diciembre

De nuevo, y como siempre, has dado en el clavo con tu artículo, Rosa.

Las tremendas noticias de muertes de ancianos en residencias que no dejaban de sucederse en los primeros tiempos del confinamiento en España, llevaban los ánimos al subsuelo, te hacían cuestionarte en qué estábamos fallando como sociedad, qué valor le dábamos a nuestros mayores, si realmente convenía a algún interés macabro que se produjeran esas muertes en masa, y tantos otros interrogantes...

Ahora tampoco dejan de sucederse estas noticias -un poquito menos-, aunque han descendido sustancialmente las cifras de los mayores fallecidos por el virus maldito, en soledad, en residencias, algunos, con mayor suerte, arropados por personas generosas que los han acompañado y acunado como si fueran su propia familia.

Es muy triste, mucho. Nos hace ponernos el dedo en la muñeca y tomarnos el pulso como sociedad, como gestores, como políticos, pero sobre todo, como seres humanos. No podemos tolerar que esto vuelva a ocurrir. Y que nadie diga que no tenía ni idea de que en las residencias de mayores -no en todas- se registraban irregularidades, porque no faltan noticias de tiempo atrás, recogidas en prensa y otros medios, que avalan diversos hechos que ponen el vello de punta. Así que no, no podemos tolerar que esto ocurra de nuevo, ni nada similar. Nuestros mayores no son trastos, ni restos inútiles, ni cosas que se arrumban en el trastero en el que parecen haberse convertido muchas residencias que, sin embargo, cobran bien su mensualidad de la pensión del cliente, que para eso sí que son tenidos en consideración como las personas que son, para que les cobren su mensualidad.

Nuestros mayores son el pasado, la historia, nuestro pasado, nuestra historia, tienen pasión y dolor en cada pliegue y en cada arruga, tienen ternura en la mirada, tienen sentimientos a flor de piel, tienen un inmenso amor que dar, tienen interesantísimos relatos que contar, han vivido experiencias que hoy solo podemos conocer por libros, y ni siquiera eso; han contribuido a construir la vida, la economía y la sociedad que hoy continuamos, y tenemos que aprender de una buena vez a darles su sitio de honor, y nuestro agradecimiento, y dejar de llevarnos por influencias de una sociedad de consumo capitalista absurda en la que todo es sustituible en cuanto tiene el más mínimo rasguño o envejece. Pero esto no es nada nuevo, viene pasando hace años, ya lo decía Serrat en su canción "A quien corresponda", que "a los viejos se les aparta después de habernos servido bien", y sí, definitivamente hay que terminar con esto. Nada de apartar, hay que darles su sitio, hay que darles los cuidados que requieren -como ellos los dieron a sus hijos, sobrinos, nietos, vecinos-, hay que respetarlos, porque son personas, personas mayores, pero personas como el resto de personas que conforman esta, a veces, estúpida, egoísta e incoherente sociedad.

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

2 comentarios:

  1. La pandemia ha sido un reto que ha descubierto aquellas partes mas debiles de nuestra sociedad, se ha fallado en mucho, pero poco a poco aparece ya una lucecita al final del camino, de un modo u otro saldremos todos fotalecidos

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  2. Gracias Hugo.
    Esperemos que esta extraña y tremenda experiencia nos sirva para hacer revisión de los fallos del sistema y de las personas, y se aplique todo aquello que sea conveniente para mejorar.

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