Me acompañan tus pasos en los que doy. Vienes conmigo delante, detrás o a mi lado. Nadie puede verte. Nadie lo sabe si yo no lo digo, y aunque lo diga no pueden creerme.
Vas conmigo a todas partes y solo yo puedo sentirlo. Nadie te deja paso por la calle porque no te ve. Nadie replica tu discurso porque no te oye.
Nadie son todos los demás y, al mismo tiempo, nadie es ninguna persona. Así que el resto no es nada y eso es infinitamente menos que tú, que me acompañas al caminar, que me hablas y luego callas, a pesar de que no te oyen ni te ven los demás, que son nadie.
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.
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