Hoy es mi último día de vacaciones del año, de este añito feroz y terrible, en realidad el penúltimo porque el último último será el día 31. No han sido muchos días de vacaciones, pocos, ni una semana, pero no hay que quejarse, que hay quien ha podido disfrutar de menos aún. Aunque disfrutar lo que se dice disfrutar no es lo que más he podido hacer estos días. Y no voy a contar mi vida: estudiar, preparar una memoria para un tema de trabajo, visitar médicos, comprar en supermercados, transitar a saltos por redes sociales, hablar por whatsapp, hablar por teléfono, cocinar algo, hacer dos o tres regalos -sin recibir ninguno-, encontrarme de casualidad con alguna persona conocida que hacía mucho no veía, leer, escribir e intentar despejar la cabeza descansando. ¡Y eso es todo amigos!
Descansar, cuidar de otros y continuar cuidándome porque la situación está aún peor que hace un mes, por ejemplo, y quiero seguir adelante, con salud, con los míos, porque eso es lo más importante.
Ya vendrán más años con menos obligaciones, menos restricciones, menos saturaciones, más demostraciones de emociones en persona y de viva voz, más posibilidades para hacer muchas actividades que ahora son no aconsejables o imposibles. Ya vendrá otro tiempo, y espero poder vivirlo con los míos, con salud, con plenitud. Así que hoy exprimiré hasta el último segundo del día haciendo todo lo que tenga que hacer, lo que más me guste y lo que menos me apetezca, porque ese todo constituye el presente que tengo que vivir y también quiero disfrutarlo al máximo, con los míos, con salud, con plenitud, para seguir adelante y llegar a mañana, y al próximo año.
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.
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