martes, 8 de septiembre de 2020

Nunca se sabe-3 y final. N.N. – Día 178, 8 de septiembre

Hace tiempo que tiene llave y, de buena mañana, Tere entra como un torbellino inundando la casa de vida, como la luz que ya entra por alguna ventana.

-¡Mariooo, buenooos díaaas, ya he llegadoooo!

Después de saludar, Mario se interesa por el recado que le encargó.

-Consuelo me ha dicho que sí, que le de a ella el papel, que se lo dará a su señora porque le vendrá bien tener un aliciente.

Tere entregó a Consuelo la nota de Mario. Un día entero de incertidumbre y espera. No tenía por qué responderle, a cuento de qué. Siguió su rutina como siempre aunque de tanto en tanto se le venía a la cabeza si tendría respuesta. La llamada de su hija lo puso muy contento, más su visita que se extendió desde mediodía hasta la cena que compartió con él.

Por la mañana Tere llegó un poco antes de lo que solía, como siempre irradiando luz y vida.

-¡Mariooo, buenooos díaaas, ya he llegadoooo! ¡Ay, este hombre, todavía en la cama! Mira lo que traigo.

La sonrisa se dibujó en la cara de Mario mientras desdoblaba la nota recibida. ¡Le había respondido!

Desconocido vecino Mario:

Con estos tiempos que corren y el encierro que llevamos por nuestras limitaciones, recibir su nota ha sido algo muy bonito. ¡Cómo iba yo a imaginar que en esta situación podía conocer a alguien nuevo! Es muy posible que tengamos cosas en común, además de una edad y vivencias parecidas, y sobre todo esa sensación de armonía que nos hace sentir bien con nosotros mismos, aunque a veces un poco solos, eso sí. Seguro que haber crecido en la posguerra nos ha hecho fuertes, animosos y con instinto de superación, sin perder el sentido del humor.

La luz de mi torrecita está encendida porque duermo tarde y poco y me entretengo leyendo libros y escuchando música, y otras veces, mirando fotografías del mundo de la moda en una tablet que me compró mi hijo.

Estaré a las once en el bar de la plaza para desayunar. Si lo desea podemos vernos, así podremos seguir hablando. Puede ser el principio de una buena amistad.

Mi nombre es Concha.

Saludos respetuosos.

-Tere, por favor, ayúdame a arreglarme, hoy desayuno en el bar de la plaza a las once, ¡con Concha!

-¡Ahora mismo, y lo acompaño!

©María José Gómez Fernández

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