Con la intención de ser un poco lo que fuimos, cada cual echa su pulso a los condicionamientos del coronavirus. Todo, absolutamente todo lo que estamos viviendo y hemos vivido nos mantiene como anestesiados emocionalmente, de forma que podamos continuar con nuestras obligaciones a pesar de lo extraños que nos sentimos. Vamos casi de puntillas. En general no tenemos tantas prisas, y quien más quien menos dedica más tiempo a pensar y meditar en sí mismo, en los suyos, en lo que hace, en cómo lo hace, en lo que realmente merece la pena y en lo que es mejor no tomarse la molestia de preocuparse en exceso. Estamos aprendiendo a priorizar. Estamos adquiriendo nuevos valores, o rescatando aquellos que teníamos olvidados.
Y entretanto forman parte de nuestro vocabulario habitual palabras y expresiones como mascarilla, contaminado, coronavirus, contagio, muerto, PCR, tratamiento, recuperado, vacuna, gotícula, gel hidroalcohólico, distancia de seguridad, confinamiento, cuarentena, curado, hospital, médico, enfermera, supermercado, repartidor, estado de alarma, rueda de prensa, decreto, gobierno, acuerdo, transportista, personal de limpieza, brote, pandemia, ERTE, parado, pobreza, ayuda, fase, nueva normalidad, teletrabajo, presencialidad, crisis económica, medidas de higiene, crisis sanitaria, casa, familia, amigo, reencuentro, empezar, continuar, volver... y tantas más.
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.
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