Cuento cada día con la ilusión de vivirlo, disfrutando el momento que me brindan las horas junto a los míos.
Lo pasado, lo vivido, vivido y pasado está, por eso debe quedar en el recuerdo con un saldo positivo, lo que significará que mereció la pena vivirlo y que merecerá la pena ser recordado.
Cuento cada día con la ilusión de caminar hacia un futuro en construcción.
Todos los días por venir son futuro. Nunca se sabe qué vendrá pero sí que está en nuestra mano plantearlo con mimo, vivirlo con la intensidad de que ese día es el único, el último. Porque los imprevistos que van surgiendo son, muchas veces, ajenos a nuestros planes y a nuestros deseos, y lo único que podemos hacer con ellos es afrontarlos lo mejor posible e ir resolviéndolos, sin que nos minen por dentro, sin que evaporen nuestros sueños.
©María José Gómez Fernández
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