Esa noche se preparó de forma especial: un baño con sales, crema corporal, perfume, maquillaje suave, ropa interior sugerente y una camisola de CENDAL, blanca, insinuante, la que usó tantas veces en cada DESPEDIDA. Aunque sabía que estaba sola no lo quiso reconocer hasta que saltó en su inconsciente la ALARMA de la soledad: el silencio flotando junto con un cierto olor a él, aún impregnado en las cosas, el RECUERDO martilleando y recordando la ausencia, su voz que resonaba en su cabeza.
Pero ahora iban a encontrarse, como cada noche, en su cita en la NUBE, su rincón íntimo.
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.
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