El pasado día 12 de noviembre recibí una tristísima noticia: Juan López Álvarez había muerto.
Una pena profunda se instaló en mi interior.
En las horas siguientes pasaron por mi memoria muchas imágenes de momentos, de forma inconexa primero, después más o menos en orden cronológico. Pero tampoco puedo asegurar que mi memoria no se confundiera porque a veces, la pobre mía, me juega malas pasadas.
Aquella noche no pude evitar buscar en mi perfil de Facebook varias fotografías mías y algunos posts en los que Juan me había dejado comentarios y yo le había respondido. La tristeza estaba ahí, en lo hondo. También busqué en su perfil, donde yo había dejado igualmente comentarios a algunos de sus posts. Facebook era para él una ventana con la que comunicarse con una parte del mundo conocido, y yo a veces me partía de la risa cuando leía lo difícil que se le hacía a veces manejar ese trasto, y decía esto refiriéndose al móvil para editar en Facebook.
Me gustaba leer sus comentarios, siempre ocurrentes, en posts de otros conocidos.
Facebook nos sirvió para reconectar después de muchos años, y eso fue algo que en su momento me hizo feliz, porque a Juan siempre le he tenido un afecto especial, a Juan y a Chispa, con la que continúo teniendo comunicación a través de teléfono y Facebook. Dos personas para mí grandes, positivas, sencillas, vitalistas, inteligentes, creativas.
Estando esa noche en el perfil de Juan quise dejarle unas palabras a modo de despedida, agradecimiento, no sé explicar mejor que esa era una forma de intentar acercarme un poco a él, cosa ya imposible, pero para mí un consuelo. Escribí esto:
<<Muy muy triste desde que me enteré esta tarde. Gracias Leo, gracias por darme a conocer esta tremenda noticia. Al enterarme sentí que se rompía algo por dentro, y así era pues se había roto su vida y con ella la posibilidad de comunicarme de vez en cuando con Juan.
Decano, mi profesor, amigo, una persona a la que debo mucho. Querido Juan, vuela alto, tan alto como puedas, y no nos pierdas de vista, que hoy nos quedamos un poquito más perdidos sin ti.
Un gran gran beso y abrazo de tu amiga "Mariajo">>.
Las personas que mueren nunca se van del todo mientras continúen en nuestro corazón y en nuestro recuerdo, y así es contigo, Juan, siempre estarás ahí, con nosotros.
©María José Gómez Fernández
Qué bonita semblanza! Qué alegría de tenerte como amiga, que sepas ver las personas con esos ojos. Seguro que Juan te sentía como un a gran amistad.
ResponderEliminarGracias querida Arancha!! Para mí es igual el sentimiento de tenerte como amiga. Estoy super orgullosa de que tu relato aparezca en el volumen de los seleccionados, con esa bella portada. Tenemos mucho por delante y seguro que lo podremos disfrutar.
ResponderEliminarJuan creo que me tenía por una buena, gran amistad. Seguro que tenía mejores y más grandes amigos pero la nuestra era una amistad sólida. Era una buena persona, de esas que de forma sencilla y desinteresada ayudan a los que pueden. Un buen hombre.
Gracias de corazón, Arancha!!