Una sola lágrima
al exterior…
oscura, recorriéndote.
¡Cuánto desespero!
se vuelve suficiente
para poder destruir.
Qué vida, a veces,
esta, embaucadora.
En un instante,
mil muertes; oigo
todos los lamentos
y a ellos me uno
con un inefable
deseo de morir
instantáneamente.
Una sola lágrima
haría cambiar
todo este momento,
pero es impotente
para asomarse
al exterior.
¡Cuánto me desespero!
Qué vida, esta, a veces… embaucadora.
©María José Gómez Fernández
Escrito con menos de 24 años.
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