Ayer, a la vista de esta magnífica fotografía de Manuel Sánchez Quijano, en Facebook, no pude resistirme a escribir esto:
Aquella tarde, al mirar hacia el horizonte para observar el mar antes de retirarse, contempló una maravilla que le conmovió por dentro, y le hizo sentir pequeño, minúsculo, un nanoser que, embobado, podía ser absorbido por el espectáculo ante sus ojos; algo inusual, parecía que el universo quisiera infiltrarse por aquel resquicio en las nubes, y estas, a su vez, se expandían por la intromisión de tan ingente entidad.
-¿Y eso dónde fue, compadre?
-En Cádiz, dónde si no.
©María José Gómez Fernández
No hay comentarios:
Publicar un comentario