Ayer dedicamos buena parte del día a supervisar cómo se encontraba tanto Lucas como el resto de su familia. Por la mañana temprano, Lucas y dos hermanos se encontraban en el poyete maullando, como pidiendo ayuda. Volvimos a comprobar si su mamá se encontraba en los alrededores y no, no estaba, así que los subimos a casa. A Simeón, el perrito, no le hizo mucha gracia la breve acogida, aunque se comportó. Como teníamos que llevarlo al veterinario en cuestión de dos horas, pensamos llevar con nosotros a los gatitos con el fin de que el bueno del veterinario nos ayudara a encontrarles una familia y una casa a cada uno de ellos (otras veces lo hace).
Nos disponíamos a salir de casa, perro en mano y gatos en baúl de plástico, cuando antes de abandonar el edificio mi hijo mayor se acercó a comprobar si la mamá gata había vuelto. Con gran contento pero bajando la voz, con una sonrisa en la cara, nos dijo "¡está ahí, y hay otro gatito con ella!". Lo vimos clarísimo, los gatitos se quedarían con su mamá, así que mi hijo los fue poniendo relativamente cerca de ella hasta ver que se reagruparon.
De vuelta del veterinario dedicí que la ayudaría con la crianza de sus cachorritos hasta que estos se valieran algo mejor por sí mismos. Compré pienso para gatos, en concreto, especializado para mamás gatas y para juniors, al menos, para facilitarle a ella la comida. Le puse un recipiente con una poca de comida y otro con agua.
Desde ayer revisamos que estén los gatitos y su mamá, y rellenamos los recipientes si es necesario.
Solo queremos ayudar a Mami, Lucas (marrón clarito), Calú (como su mamá, veteado gris, negro, blanco y marrón clarito), Pintxo (negro) y Pantxo (negro pero más pequeño).
De nuevo, buena suerte familia gatuna, ¡no estáis solos!
Fotografía tomada de https://www.pikist.com/free-photo-svcga/es
©María José Gómez Fernández
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