Cuando aceptamos jugar a un juego con otros contrincantes lo primero que preguntamos es cómo se juega, es decir, que indirectamente estamos pidiendo que nos expliquen las normas del juego.
Los que practican algún deporte colectivo también son conocedores de que cada deporte tiene sus reglas.
En el entorno laboral también debemos regirnos por una serie de reglas, reglamentos internos, legislación, así como unas mínimas normas no escritas para respetar a los compañeros y, a su vez, ser respetados por ellos.
Cualquier núcleo humano establece unas normas de convivencia. Lo hacemos en la casa familiar o en la que compartimos con amigos. Normas para usar zonas comunes como la cocina, el baño, el salón, o para mantener la limpieza y el orden. Los apartamentos, campings, hoteles y demás donde nos alojamos durante unos días también establecen normas, como no fumar en determinadas zonas, comportarse adecuadamente, no hacer ruidos a ciertas horas, etc.
En los pueblos y ciudades también existen bandos, normas, para mantener una convivencia aceptable y por seguridad de las personas. Cuando circulamos con un vehículo también debemos atenernos a unas normas. En una comunidad autónoma y en un país también se establecen normas para ordenar los diversos aspectos sociales, jurídicos, económicos, laborales, de salud pública, etc.
Vivimos en sociedad y eso lleva implícito asumir que existen bandos, normas, reglamentos, decretos, leyes, y que si no las cumplimos estamos faltando al respeto propio y al ajeno.
Ahora, en este justo momento en que nos ha tocado vivir, se están estableciendo normas para velar por nuestra salud, la de todos, y es nuestra responsabilidad cumplirlas, como el resto de normas y reglas que rigen nuestro día a día, nuestra convivencia en sociedad. Tenemos que utilizar mascarilla, mantener una distancia social, no fumar en espacios cerrados y si lo hacemos en espacios abiertos, debemos apartarnos dos metros de cualquier otra persona, debemos lavarnos las manos, no tocarnos ojos, nariz y boca si no tenemos las manos limpias, etc.
Estas y otras son las reglas del juego, y a este juego jugamos todos porque todos somos la sociedad, solo que esto en sí no es un juego, es la vida, y con la vida no se juega, así que lo más coherente es aceptar las normas y cumplirlas.
©María José Gómez Fernández
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