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lunes, 31 de mayo de 2021

Me llamo Simeón

Mi suerte cambió cuando me cogieron aquellas manos y me vi arrullado en otros brazos. Mis ojos apenas cerrados vieron otro rostro, la voz que me habló también cambió, era cariñosa; el olor del cuerpo que me acunaba se me quedó grabado desde aquel instante: era La Mamma, así escuché que la llamaban y se llamaba a sí misma refiriéndose a mí.

Ella y mi papá me llevaron a su casa, que desde entonces también fue la mía; allí me esperaban otros dos humanos más que sin duda eran sus hijos; nunca antes, en mi corta vida de mes y medio, pude sentir que me quisieran tanto. Iba a reventar de felicidad, hice pipí sobre La Mamma, jugué torpemente y me quedé dormido sobre uno de los muchachos, para mí, desde entonces, los niños.

Tengo juguetes, comida, agua, cariño, compañía, dos camas, una terraza, una casa y cuatro humanos que me adoran; doy paseos, voy al parque, tengo una familia, qué más puedo pedir. Adoro a mi veterinario, y como soy tan particular, es al único al que permito que me ponga inyecciones o me limpie los oídos; mejor así, porque tengo que visitarlo frecuentemente ya que, por simpatía con mis humanos mi piel es atópica, padezco de vez en cuando gastroenteritis, me dan miedo otros perros -casi todos-, ¡ggrrrr!; tal vez, como alguno me ha atacado he terminado por no poder ver a muchos, y es que me pongo tenso, muy tenso, y sale de mí un carácter que da miedo ¡guau, guau, ggrrrr, ggrrrr, guau, guau!!! Odio las motos y los petardos.

Imagen ©María José Gómez Fernández. Todos los derechos reservados
Imagen ©María José Gómez Fernández. Todos los derechos reservados


Me gusta acompañar a La Mamma, o a los niños mientras están en sus quehaceres, aunque a veces no me dejan porque me pongo en todo el medio y no los dejo pasar. Cuando los noto tristes o preocupados me acerco a ellos, rozo mi lomo y mi hocico en sus piernas, me siento a su lado, los miro con deseo de ayudar, pero no puedo hacer más; ellos me hablan en tono muy cariñoso para agradecerme el detalle, y así logro sacarles una sonrisa. Es lo que está en mi pata hacer para compensar un poco lo que recibo.

Mi destino era un bidón de la basura pero La Mamma me salvó de ese fin horrible. El 14 de julio cumpliré 6 años. Más que una mascota soy uno más de esta familia, ahora mía.

©María José Gómez Fernández

Con este #relatosMascotas participo en la convocatoria de mayo 2021 de @divagacionistas.


miércoles, 8 de enero de 2020

Simeón, otra oportunidad de vida


Hace ya 4 años de estas fotografías. Simeón tiene hoy 4 años y medio, sigue con nosotros. Cuando llegó a nuestras vidas tenía 1 mes y medio, según confirmó al día siguiente su veterinario. Al parecer, el veterinario determinó que había nacido el 14 o 15 de julio de 2015. Nosotros celebramos su cumpleperro feliz el 14 de julio que mola más.
Era y es un perrito cariñoso pero al que no le gustaba mucho que le hicieran excesivas carantoñas y tampoco que le invadieran su espacio. Era y sigue siendo temeroso, a saber qué experiencias tuvo en ese mes y medio de vida antes de formar parte de nuestra casa y nuestras vidas.
Cuando llegan fechas como las que acabamos de pasar sufre bastante por los petardos, cohetes y fuegos artificiales que cerca de casa son extremadamente brutales y pueden prolongarse, sin exagerar, hasta casi las seis de la madrugada, sobre todo en fin de año.
Toma a diario dos pastillas de componentes naturales: una para elevar sus niveles de serotonina y otra para mantenerlos altos y esto le ayuda a sobrellevar sus miedos hacia elementos del entorno.
Padeció con dos años otitis y desde entonces, para evitarle suministro de antibióticos de forma sistemática debe acudir al veterinario dos veces por semana para limpiar sus oídos, y sí, debe ser el veterinario quien le haga esta limpieza porque de su mano es de la única que accede a ser tratado; lo adora y adora ir a su consulta aunque preferentemente está más cómodo cuando no hay ningún otro perro porque eso le produce ansiedad.
No comprendemos qué le ocurre con otros perros para que le causen miedo y ansiedad porque desde siempre se ha relacionado y jugado con ellos pero nunca ha querido permanecer en grupos medio numerosos de canes y se ha apartado con prudencia.
Cuento todo esto y podría contar otras cosas más porque igual, otros humanos ya habrían tirado la toalla con un perro así, pero nosotros seguimos a su lado, procuramos que se sienta bien, que sus días sean lo mejor posible para él y que se encuentre en casa como uno más de la familia.
Nos ha cambiado la vida, en un sentido porque tenemos que dedicarle más atenciones y cuidados, en otro sentido porque nos da cariño y se preocupa por nosotros cuando nos ve mal, y por último, porque se ha hecho un hueco en nuestro día a día y en nuestros corazones que será difícil de llenar el día que deje de acompañarnos. Pero hoy por hoy, ahí está Simeón, nos quiere y lo queremos.


Imágenes, ©María José Gómez Fernández, todos los derechos reservados.

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