Mientras emitían la noticia en televisión se empleó a fondo para poder seguir la noticia y no perder el hilo de los comentarios que iban produciéndose entre los demás telespectadores del pequeño bar. La mañana lucía espléndida para oír tanta miseria humana, la del crimen y la de los televidentes. Un nuevo caso de violencia doméstica salpicaba los cafés y las conversaciones, salpicaba al verdugo y a las víctimas, como una mácula irresistible a cualquier producto de limpieza, que a su vez podía ser conato para iniciar una discusión y un debate sin más ánimo que desahogar la bilis.
-Desde luego, vaya tela, ¡anda que se habrá quedado bien tranquilo, el muy cabrón!
-Pero, digo yo, que algo habrán hecho "pa" que el hombre haya reaccionado así.
-¡Sí, claro, vamos a buscar excusas!. Que se las ha "cargao" porque se estaba separando y no soportaba el rechazo, no te digo, el típico que dice "si no eres mía no eres de nadie".
-¡Un hijo de puta en toda regla!.
-¿Y qué habrá pasado hoy para que haya reaccionado así?, porque dicen sus vecinos que el hombre era bien tranquilo, bueno, un tío normal y corriente, que nunca había dado problemas.
-Que la mujer se habrá "echao" un novio y el hombre no ha podido aguantar verse de segundo plato.
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El ambiente se iba cargando cada vez más, hasta el punto que a Susana el café empezó a saberle a rayos, no solo por la desgracia que relataba el informativo con escabroso y morboso lujo de detalles, sino por la desgracia de formar parte de una sociedad que se empeña en juzgar en base a una noticia, sin conocer el caso concreto, sin abundar en la problemática del entorno de esa desgracia; una sociedad que debería de preocuparse más en buscar la raíz del problema para solventarlo, de buscar la ayuda de profesionales, de alertar cuando detecten un posible caso de violencia de género. Todo aquel gentío defendiendo su parcelita de opinión y juicio era tan peligroso como el maltratador en sí, que busca un culpable para excusar su acción, que justifica su proceder escudando su ejecución en una jerarquía de dominante y dominado.
Susana salió del bar, rumbo a su trabajo en la Unidad de la Mujer, donde enseña a otras mujeres víctimas a romper su círculo de aislamiento, a asumir que no tienen la culpa del maltrato, a reaccionar.
©María José Gómez Fernández
Con este microrrelato participo en la convocatoria #relatosCulpa de @divagacionistas (abril, 2018).
Publicado en recopilación de relatos de @divagacionistas