No puede ver el tiempo
todo lo que sucede a su paso:
los amores que surgen
y los que llegan a su ocaso;
los bosques que arden
por mano de un desalmado;
las ciudades derruidas
y los pueblos deshabitados;
las vidas destrozadas
o los nuevos nacimientos;
las sonrisas sin pliegues
y los guiños cómplices;
las canciones escritas
y su música compuesta;
las frenéticas prisas diarias
por las calles atestadas;
las pisadas solitarias
que resuenan vuelta a casa.
No puede ver el tiempo
todo lo que lo miramos;
horas ciegas que pasan
y pasan y nos dejan
dibujado el pasado;
horas ciegas que no saben
cuánto las hemos mirado.
©María José Gómez Fernández
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