viernes, 18 de diciembre de 2020

La lotería de Navidad, otro clásico de estos días venideros. N.N. – Día 279, 18 de diciembre

Que levante la mano quien no tenga ni siquiera un décimo de la lotería de Navidad, aunque sea compartido con otra persona.
Bueno, pues igual hay más de uno que sí levanta la mano, porque no todo el mundo compra, tanto para ese sorteo como para el sorteo tradicional del Niño.
En mi caso sí tengo dos décimos comprados para el sorteo de lotería de Navidad. Los compro todos los años por si la suerte me sonríe -alguna vez me ha dado una pequeña sorpresa de reintegro o 50, o 100 euros máximo-, pero ¿y si un año suena la flauta y cae algo más? Pues me hace muchísima ilusión ganar un premio metálico sin esperarlo, que no me resolverá la vida, no, pero me la alegrará bastante, de menos a más, según el montante del premio.
Así que espero con ansia el día del sorteo, otra de las poquísimas cosas que me gustan de estas fechas.

¡Y mucha suerte para todos los que tengan algún décimo!

©María José Gómez Fernández

jueves, 17 de diciembre de 2020

Días venideros. N.N. – Día 278, 17 de diciembre

Nos encontramos en el ecuador de diciembre, un poquito pasado, y pronto llegarán de golpe esos días del año en los que, sí o sí, tienes que celebrar la Navidad, celebrar la Nochebuena, celebrar el final del año asqueroso que se va y celebrar con esperanza el principio del que empieza. Algunos tendrán regalos que vendrán de Papá Noel, otros tendrán regalos el día 31 de diciembre y otros tendrán sus regalos cuando despierten el 6 de enero porque se los habrán dejado los Reyes Magos.
Nunca jamás me gustó la Navidad, al menos desde que tuve uso de razón, y si no me gustó nunca ahora me gusta aún menos. No siento que tenga que celebrar el nacimiento de Jesús porque no soy creyente, aunque respeto a los que lo sean. Me he tragado muchas misas del gallo pero hace ya mucho que ni las huelo.
Veo un poco más de sentido al hecho de celebrar que acaba un año y empieza otro, cerrar ciclos y abrir los nuevos, y hasta me ha gustado recibir algún regalo esa noche y abrazarme con familiares, allegados, propios, extraños, salir de casa bien pasadas las 12 de la noche después de no tomar las uvas correctamente porque me atragantaba con alguna y ya me descompasaba, tomar una copa, o más de una, reír, bailar, desfogar, quemar adrenalina, acostarme tarde y levantarme al cabo de dos horas con una sonrisa de oreja a oreja.
La tarde y noche antes de Reyes tenía su chispa de emoción porque me recordaba aquellas de la infancia, inocente y dulce siempre, y por eso me gustaba ir en busca de algún regalo para alguien especial, que sin duda se llevaría una sorpresa; ver el ambiente de cabalgata en la calle, la emoción en los ojos de los niños que, con nerviosismo, saltaban por las calles de la mano de sus padres. Por la mañana, sin esperarlo aunque sí imaginándolo, también había un regalo para mí, y eso siempre gusta. 

Las reuniones familiares en general nunca me agradaron, sencillamente porque siempre terminaban en conflicto y no, no me gusta, y supongo que a nadie le agradan esas situaciones, así que prefiero reuniones familiares pequeñas, es decir, con pocas personas y a ser posible, personas no conflictivas, porque para amargarse la vida hay muchos momentos imprevistos y la vida ya sola nos trae problemas como para buscarlos nosotros o caer en su propia trampa.
Todos los años por estas fechas tengo que hacer cábalas de dónde pasaré cada tramo principal, y este año lo tengo clarísimo porque los pasaré todos en casa, con mis dos hijos y con mi perro. Sé que echaré en falta a alguna persona, echaré de menos algún momento especial, pero me libraré de los conflictos y las personas conflictivas que se empeñan en arruinar reuniones familiares. Echaré de menos, pero prefiero echar de menos que echar de más, aunque puntualmente se me venga la congoja al pecho, me apriete el estómago y me asomen lágrimas. Sentiré faltas que serán imposibles de suplir, ausencias que podré rellenar con conversaciones virtuales, pero no será igual, nada, nada, nada será igual; sentiré vacíos y sentiré serenidad, sentiré tristeza, en general, una gran tristeza me invadirá, lo sé como sé que respiro; y como todos los años, querré que estos días pasen pronto en el calendario porque es un sentimiento mucho más complicado que el que intento transmitir.
Por todo esto, cuando se acercan estas fechas, hace ya mucho tiempo que prefiero desear Felices Vacaciones de Invierno en lugar de la tradicional Feliz Navidad.

©María José Gómez Fernández

miércoles, 16 de diciembre de 2020

Para Ana, con todo mi cariño. N.N. – Día 277, 16 de diciembre

Te imagino mirando por la ventanilla del coche viajando hacia la costa, pensando…
-Imposible superar la sublime BELLEZA del cielo estrellado, bueno sí, solo una buena imagen del COSMOS, pero eso se ve en vídeos, en revistas.
-Por qué, sí, lo sé, la muerte es parte de la vida. Qué queda cuando morimos. ¿Dejamos de ser materia y pasamos a ser ANTIMATERIA?

Los ojos se encharcan en lágrimas. No quieres pensar, hablar, escribir. Todo es confuso, doloroso, incluso este último viaje fúnebre para dar sepultura a tu madre.
Sientes un VACÍO que hiere. No queda NADA más que su recuerdo.

©María José Gómez Fernández con todo mi cariño para Ana.

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

Publicado en Cinco PalabrasRELATO DEL MES DE DICIEMBRE (III): CARMEN GARCÍA CALATAYUD, BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA @BNE_BIBLIOTECA


martes, 15 de diciembre de 2020

Atmósfera scikus. N.N. – Día 276, 15 de diciembre

Escudera de La Tierra,
termostato natural regulador,
es fina capa de gases.

Espectáculo
azul que nos protege,
acuna, mece.


(Imagen tomada de la web de Café Hypatia)







©María José Gómez Fernández

Es mi modesta aportación a la convocatoria de diciembre de @hypatiacafe a sus #polivulgadores #PVatmósfera

lunes, 14 de diciembre de 2020

Ahora. N.N. – Día 275, 14 de diciembre

Ahora que el aire se rompe
como el cristal,
con el roce de la incertidumbre
que nos circunda...
Miro mis manos
y veo lo que tengo,
y lo que no tengo
y me alegro.

Ahora que las ruinas pueden verse
en un horizonte cada vez más cercano,
que los cuentos nos ayudan
a pasar las noches en vela
mitigando el cansancio...
Me asomo al espejo,
veo lo que soy,
y veo que, al menos hoy,
estoy sana y viva
y me alegro.

Ahora que la distancia
nos dio una tregua
a la hostilidad,
que el futuro
se desdibuja
en nuestros lienzos...
Tus ojos siguen siendo
faros en la costa
y los míos
el navegante
que los busca,
y me alegro.

Ahora que la garganta se ahoga
por el llanto contenido,
de tanto callar,
de gritar tanto.
Ahora que seguimos
el trazado del mismo camino
por veredas paralelas.
Ahora que tanto valoro
lo que tengo y no tengo,
solo puedo compartirlo contigo
escribiendo,
escribiendo,
y me alegro,
me alegro por lo que existe
porque podría ni ser ni estar,
ni ser pincelada en un lienzo.


©María José Gómez Fernández

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