lunes, 30 de noviembre de 2020

Una promesa cumplida. N.N. – Día 261, 30 de noviembre

Hace como tres años que se marchó a trabajar a Francia con una buena oferta que superaba las recibidas en España. Desde entonces solo había podido visitar a sus padres y hermanos una vez al año. Hablaban a diario por teléfono y videollamada y también mantenían el contacto por redes sociales. Durante el último verano no pudieron verse en persona como hubieran querido porque la necesidad de recursos humanos a disposición en los hospitales era prioridad absoluta, así que las vacaciones las pasó igual que el resto de meses de confinamiento y nueva normalidad, saliendo a lo estrictamente necesario y en algún momento viéndose con algunos amigos muy cercanos. Algunos días sentía más que otros la falta del contacto directo con su familia, entonces los llamaba y se veían por las pantallas, escuchando sus voces y sus risas. Tuvo todo el tiempo del mundo y más para evocar recuerdos de la infancia, de la adolescencia, instantes que creía olvidados pero que permanecían ahí, y los refería en alguna conversación con sus hermanos, o con sus padres, después de cenar, saboreando una rica taza de cacao como la que tomaba cuando era pequeña.
Se le ocurrió uno de esos días, pero no les dijo nada; sería una sorpresa. Lo meditó a conciencia, hizo indagaciones, gestiones que le llevaron unos meses. Tenía tiempo para que todo saliera bien. Consiguió un puesto en una clínica privada en Madrid, y le merecía perder sueldo para ganar lo que más echaba en falta en aquel momento. El próximo verano sería especial, o eso quiso pensar, y por eso hizo planes, sin desvelarlos a nadie, porque sería su sorpresa. Dedicó un tiempo a escoger una autocaravana de más de 3.500 kilos, hasta que terminó comprándola. A cambio vendió su coche y compró una pequeña motocicleta. Como tenía el carnet para conducir la autocaravana -que obtuvo años atrás en España-, todo cuadraba a la perfección. Así que llegó el momento, habló con la familia como siempre por videollamada, se tomó unos días libres antes de las últimas vacaciones en aquel hospital en Francia y se despidió de compañeros y amistades.
La recibieron en casa con gran alboroto porque ninguno la esperaba. Los hizo salir a la calle para ver la sorpresa que les dijo tener; la abrazaron y se emocionaron:
-Siempre os prometí que cuando fuera mayor nos iríamos todos juntos en autocaravana. Vuelvo a casa.

©María José Gómez Fernández

Con este relato participo este mes en la convocatoria #relatosPromesas de @divagacionistas 



domingo, 29 de noviembre de 2020

Las reflexiones de Rosa. N.N. – Día 260, 29 de noviembre

Como siempre, un gustazo leerte, Rosa.

El tiempo, ese bichito inquieto... A veces nos sobra, tantas otras nos falta, pero todo es cuestión de nuestra percepción, en la que por supuesto influye el entorno, los acontecimientos, nuestras vivencias, anhelos, planes.

Y hablando de planes, ¿por qué no hacerlos para 2021? Es cierto que si lo pensamos dos veces se nos quitan las ganas ya que pueden desmoronarse como un castillo de naipes, pero aún así debemos hacerlos, o al menos, contemplarlos en nuestro horizonte, y si podemos verlos cumplidos mejor, pero si no es así, habrá sido por algo, y tendremos que analizar si ese algo lo mereció.

Sin duda es mejor vivir el día a día, degustarlo, exprimir los minutos y hacernos un zumo de tiempo, y beberlo. Hay que beberse el tiempo con sed y gana, atendiendo obligaciones y perdiéndonos en lo que nos da vida, esos placeres que a cada cual, según el momento, le motivan a vivir.

El tiempo es exacto, lo que varía es nuestra percepción del mismo. Siempre transcurre igual, segundo a segundo, pero somos nosotros los que pensamos que se detiene, que se ralentiza, o por el contrario, que vuela y no nos hemos dado ni cuenta de cómo ni cuándo pasó.

A pesar de todas las percepciones que podamos tener del tiempo, yo quiero pensar en positivo, sobre todo en lo referente a 2020, y decir como Manolo García en su canción: "Nunca el tiempo es perdido".

¡¡Un abrazo raluco!!

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

sábado, 28 de noviembre de 2020

Antes de almorzar. N.N. – Día 259, 28 de noviembre

Hay días que me acuerdo mucho de una canción de los payasos de la tele, sí, Gabi, Fofó, Miliki..., esos. Cantaban diferentes canciones que se retenían con facilidad, y hay una, que se me viene continuamente a la cabeza, sobre todo en estos últimos días en los que el tiempo no me da para más, ni aunque lo estire. La canción se titula "Antes de almorzar" y habla de una niña que todos los días de la semana deseaba jugar un rato antes del almuerzo, pero cada vez que iba a hacerlo le surgía alguna obligación ineludible: el lunes tenía que lavar, el martes tenía que leer, el miércoles tenía que escribir, el jueves tenía que planchar, el viernes tenía que barrer, el sábado tenía que bailar y el domingo tenía que rezar.
Me acuerdo de la canción y la tarareo porque en algún punto me siento identificada con la niña, a la que envidio el martes, el miércoles y el sábado, pero con la que comparto las tareas que ella realiza el lunes, el jueves y el viernes, a las que debo sumar muchas más.
¡Ya te digo! Me identifico con esta niña que nunca podía jugar porque siempre tenía otras muchas cosas que hacer, y nadie las hacía por ella. A mí me pasa algo parecido porque últimamente cada vez que me quiero poner a leer y a escribir, siempre, siempre, tengo algo urgente que hacer, y entonces me acuerdo de la niña y de la canción de los payasos de la tele. Y me siento muy triste, porque leer y escribir me dan vida, pero en los últimos días me falta tiempo para todo, y me falta vida.

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

viernes, 27 de noviembre de 2020

Incrustado. N.N. – Día 258, 27 de noviembre

Tardes frías.
Cielos de gruesas nubes grises.
Lluvia que apunta en el aire.
Soledad incrustada.
Un dolor en el alma se hace físico.
Y nadie se entera de nada...

Noches largas.
Sombras que pueblan la casa.
Las calles ya son como ríos.
Amor incrustado.
Un dolor muy adentro, se clava.
Y nadie se entera de nada...

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

jueves, 26 de noviembre de 2020

Divagando. N.N. – Día 257, 26 de noviembre

Tinta que se queda impregnada en el papel, caracteres en la pantalla, en forma de letras conexas, que juntas son palabras y expresan, tienen fuerza, transmiten emociones que serán compartidas por los que las lean; letras, palabras, oraciones, frases, párrafos, páginas, capítulos...

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...