domingo, 8 de noviembre de 2020

Las reflexiones de Rosa. N.N. – Día 239, 8 de noviembre

Perfectamente identificada con tu artículo, Rosa. Un miedo impotente que nos deja o impasibles y entregados a lo que el azar quiera hacer con nosotros, o bien nos encoleriza y nos hace enfrentarnos irracionalmente, como un animal que se revuelve contra lo que considera un ataque.
No sabemos cómo reaccionaremos dentro de dos días, una semana, un mes, o la próxima vez que notemos que el cerco se estrecha sobre nosotros, y por eso es muy importante no perder esa luz interior que nos guíe, la voz de la madre, la sensatez y la cordura.
No sé si es una madre, pero es la voz que retumba en mi interior, la inercia para seguir -entre la cual te encuentras como faro guía y te has encontrado durante todos estos meses de confinamiento, desescalada, nueva normalidad, segunda ola-: escribir, leer, escucharte, vivir el momento, vivir el día a día, combatiendo la desesperación y la tristeza con el instante regalado, con las personas que nos quieren, haciendo lo que nos llene y dejando para luego las obligaciones no esenciales, regalándonos el capricho de hacer algo que nos plazca, permitiéndonos ser un poco traviesos y malos, como en los tiempos de la infancia. Y aún así, es normal que en algún momento sintamos amor, sintamos miedo.

©María José Gómez Fernández

Originalmente publicado en El Doblao del Arte.

sábado, 7 de noviembre de 2020

Desencanto. N.N. – Día 238, 7 de noviembre

Desgajándose van los minutos de la vida

y sin percibir el hecho quedan atrás,

con sus momentos de sol y sus nublados,

con su cielo de estrellas o su mal pasar.


Ya tenemos más edad

y hemos crecido

junto a bloques de hormigón

y explanadas de asfalto,

entre el humo del bus,

de miles de turismos.


Mis alas se han teñido de gris,

sin embargo continúan alzándome

sobre edificios y seres “humanos”.


Pero entre tanto estruendo temo

que alguna mañana pueda fácilmente agonizar de golpe.



©María José Gómez Fernández


Escrito con menos de 24 años.


viernes, 6 de noviembre de 2020

Brindis. N.N. – Día 237, 6 de noviembre

¡Oh Buen Escanciador

de rojos y blancos vinos!,

no olvides colmar

nuestras transparentes copas

pues hoy los paladares

se harán más exquisitos que nunca

y nuestras gargantas

asemejarán cataratas ¡y el vino será como un dios!



©María José Gómez Fernández


Escrito con menos de 24 años. Hoy se lo dedico a todas las personas que trabajan en los bares, en especial en los de España.

jueves, 5 de noviembre de 2020

Qué vida esta. N.N. – Día 236, 5 de noviembre

Una sola lágrima

al exterior…

oscura, recorriéndote.


¡Cuánto desespero!

se vuelve suficiente

para poder destruir.


Qué vida, a veces,

esta, embaucadora.


En un instante,

mil muertes; oigo

todos los lamentos

y a ellos me uno

con un inefable

deseo de morir

instantáneamente.


Una sola lágrima

haría cambiar

todo este momento,

pero es impotente

para asomarse

al exterior.

¡Cuánto me desespero!

Qué vida, esta, a veces… embaucadora.



©María José Gómez Fernández


Escrito con menos de 24 años.


miércoles, 4 de noviembre de 2020

Espejos. N.N. – Día 235, 4 de noviembre

Mirarse en el espejo todos los días, puede y debe ser un ejercicio estético y preventivo.



Tras los espejos

los caballos rojos y las ruedas

de los carruajes sin tiro

se alzan por el éter sin alas;

los colibríes acechan a los buitres,

las palomas devoran a los hombres.


Tras los espejos

las palmas de los asesinos

nunca se manchan de sangre

y los hombres se revuelcan

en orgías cromáticas,

y no van al trabajo.


Tras los espejos

la esperanza verde es más verde,

más intensa, más desconocida.



En el espejo

las figuras se retuercen,

se quejan de su aspecto;

molestan las arrugas

y el paso de los años

se rechaza, se odia,

se disimula con histeria.


En el espejo

los días tienen 24 horas

y el sueño no se advierte;

se vive con la mirada fija,

inconsolable e ingrata,

mientras se reproducen

fielmente los perfiles.


En el espejo…



Ante el espejo

la realidad es cruda

y los cándidos se asoman:

hay que luchar y vivir

en medio de mil gentes

que se pisan por billetes.


Ante el espejo

el mundo entero se acicala

para aparentar ante el mundo entero;

los cuerpos tienen consistencia

y los ojos lánguidos

se muerden las lágrimas.


Ante el espejo

nadie está conforme con lo suyo

y cualquier pretexto es válido

entre tanta mentira escarpada.



Fuera del espejo,

lejos de todo lo que sea capaz de reflejar,

el asco y la mediocridad

se huelen y avanzan.


Y fuera del espejo,

el gesto despista al gesto.

Mil ademanes distintos,

mil cuerpos que se arrastran

quisieran encontrar algún día

la cálida esfera con que sueña

un hombre.


Y fuera del espejo

la envidia se mata,

el hombre llora, no se acepta,

las ratas pueblan las cañerías,

las cucharachas pululan

por las casas.



©María José Gómez Fernández. Esto lo escribí hace ya tiempo, con menos de 24 años.


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