jueves, 10 de septiembre de 2020

Y el verso se hizo polvo. N.N. – Día 180, 10 de septiembre

Se consumió con las llamas
de los incendios del mundo,
y camaleónico se tornó anaranjado,
como el cielo de California,
como el cielo de la sierra de Huelva,
como el cielo sobre el campo
de refugiados de Lesbos,
como el cielo de cualquier lugar
devorado por las llamas.

Se volatilizó con las explosiones
de Molina de Segura en Murcia,
se deshizo en mil fragmentos
desplazados a muchos metros
en las explosiones de Beirut.

Y el verso se hizo polvo
y se fundió con nosotros,
con nuestro dolor,
nuestros temores,
con la tristeza palpable
de los desamparados,
y con las lágrimas
de niños y mujeres,
de hombres que lloran
como niños que fueron.

Fue vilmente acuchillado,
aporreado, asesinado,
con cada víctima del machismo,
y con ellas, incinerado.

Fue la voz que flota en las calles,
en las protestas, en las revueltas,
y que luego se acalla
por la conveniencia
de guardar el orden
y las apariencias.

Y el verso se hizo polvo
por ser leve como el aire
hasta confundirse con él
y ser respirado por todos.

Pendió en el aire
con las gotículas de saliva
salpicadas de mentiras
desde las bocas de políticos,
hasta caer al suelo, caer
como caen los gobiernos
cuando ya no tienen más
para ofrecer al pueblo.

Y el verso se hizo polvo
para ser voz y decir basta,
para retomar el poder de la palabra
que denuncia los desórdenes,
las injusticias, los golpes,
las balas, las catástrofes,
la sinrazón, la incongruencia,
el egoísmo, la locura, la muerte.

Y el verso se hizo polvo
y resurgió de la nada.

©María José Gómez Fernández

Nunca se sabe-4 y final especial para Begoña. N.N. – Día 179, 9 de septiembre

A petición expresa de Begoña -no suelo reabrir un final, así que haré una excepción-, voy a poner un nuevo punto final a esta breve historia, aunque mi vecino bloguero ha elaborado un final porque echaba en falta qué ocurría en la cita de los personajes. Podéis verlo en esta entrada en su blog jm vanjav hasta en 500 palabras+. Que cada lector elija el final que más le guste, o bien, puede inventar uno propio. En cualquier caso, gracias a todos por leer y a jm vanjav por colaborar.

A las 11 de la mañana ya estaban sentados en una mesa del bar de la plaza Concha y Mario. Habían llegado casi a la vez, cada uno desde un lado, saludándose desde lejos, mientras las respectivas Consuelo y Tere susurraban al oído un posible "allí está, vamos a saludar".

Aunque Mario podía caminar distancias muy cortas prefirió acudir en su silla por comodidad y bien para Tere y para él. Consuelo caminaba al lado de Concha, atenta a cada paso que daba con la ayuda de un hermoso bastón digno de la colección de bastones del escritor Antonio Gala.

-Buenos días -se saludaron todos casi a la vez-, con una sonrisa y mirada de aprobación de Concha y Mario tras recorrer el físico del contrario.

Tras acomodar a sus respectivos Consuelo le habló a su señora, no sin dirigir también la mirada hacia Mario y Tere -a esta con complicidad-:

-Bueno, nosotras dos nos vamos, que tenemos que ir a la compra y luego a arreglar cosas en casa.

-Sí, aquí poco hacemos -apostilló Tere-, volvemos en una hora o así. Mario, llámame si me necesitas antes.

Pidieron un descafeinado con leche y un croissant tostadito para Concha junto con una tostada de pan de molde para Mario.

-Muy amable por la cita Concha.

-Vamos a tutearnos Mario. Pues me hizo ilusión. Hay momentos que se me cae la casa encima. ¿Qué mal puede hacernos charlar un rato? Esto es original, no creo que muchos de nuestra edad hicieran lo mismo.

-Pues sí, Concha. La gente se pierde lo mejor por ajustarse al qué dirán y a tanta etiqueta social. ¿Así que te entretienes con la tablet? Yo me pongo con mi ordenador, miro por la ventana a ratos, me gusta observar la quietud de la plaza en la noche y sí, me llamó la atención la luz. Empecé a imaginar historias, sí, como hacen los escritores, así que intrigado por mis propias ocurrencias terminé preguntando a Tere, y ya me contó. Pero aún sentí más intriga.

-A mí me hizo mucha ilusión que alguien se interesara por mí, la verdad. Además de mi hijo y su mujer, y claro está, Consuelo, poco más. Hace tanto... Uff, por lo menos desde la última vez que me hicieron una entrevista.

-¿Una entrevista?

-Sí, yo era modelo, de alta costura, pero de España no salí. Rechacé muchas ofertas para Paris, Nueva York, bueno, otros sitios, y claro, los periodistas me entrevistaron aquella vez, creo que fue casi la última, para que yo contara por qué había rechazado llegar más lejos en el mundo de la pasarela.

-¡Ah! ¿Y qué les respondió?

-Pues, aunque a algunos pueda parecerle una tontería por mi parte, por mi aversión a los viajes.

-Lo que puede cambiar el futuro una manía.

-No es exactamente una manía. Los viajes que hice por España me cansaban mucho, no solo ir de acá para allá, sino ese sentimiento de no estar nunca en tu sitio, ese desencaje, siempre con todo a cuestas, durmiendo en camas que no escogí, en fin, muchas cosas... Es que no era solo un día, era de continuo y me cansaba mucho.

-Pues sí que tiene que ser cansado. Yo, lo poco que he viajado ha sido alguna vez en vacaciones, pero claro no es lo mismo. Así que eras modelo... qué interesante. Se te ve muy guapa, si se me permite decirlo.

-Muchas gracias Mario. Claro que se permite. ¿Qué hacías tú?

-Yo siempre he sido electricista. Siempre haciendo instalaciones en las viviendas, en los edificios, o arreglando averías. Y todo cansa, porque llega un momento que también te hartas de pasar la vida recomponiendo lo que está descompuesto. Eso sí, siempre me gustó mi trabajo, pero sería la edad, que ya me empecé a cansar. Un día tuve un accidente y caí desde lo alto mientras arreglaba una antena -que también las he instalado y arreglado-, y desde entonces esta pierna me falla más que una pistola de plástico...

-¡Jajajajajaja!

Un buen rato, varias confidencias y risas más tarde, Consuelo y Tere ya volvían de los quehaceres. Se sentaron para tomar un descanso antes de regresar a casa. Mario y Concha lo estaban pasando realmente bien. Tenían que repetir, sin duda, pero ahora había que volver, no sin antes intercambiar números de teléfono y otros datos que les permitirían comunicarse por diferentes vías.

Por la noche, en el silencio de la plaza, la luz de la habitación de Mario y la torrecita de Concha eran los únicos faros en esa playa sin mar, ahora menos solos, acompañados por el otro, por sus ocurrencias, por sus vivencias, y también por la complicidad y la nueva amistad entre ambos, y por todo lo que está por vivir, porque nunca se sabe...

©María José Gómez Fernández

martes, 8 de septiembre de 2020

Nunca se sabe-3 y final. N.N. – Día 178, 8 de septiembre

Hace tiempo que tiene llave y, de buena mañana, Tere entra como un torbellino inundando la casa de vida, como la luz que ya entra por alguna ventana.

-¡Mariooo, buenooos díaaas, ya he llegadoooo!

Después de saludar, Mario se interesa por el recado que le encargó.

-Consuelo me ha dicho que sí, que le de a ella el papel, que se lo dará a su señora porque le vendrá bien tener un aliciente.

Tere entregó a Consuelo la nota de Mario. Un día entero de incertidumbre y espera. No tenía por qué responderle, a cuento de qué. Siguió su rutina como siempre aunque de tanto en tanto se le venía a la cabeza si tendría respuesta. La llamada de su hija lo puso muy contento, más su visita que se extendió desde mediodía hasta la cena que compartió con él.

Por la mañana Tere llegó un poco antes de lo que solía, como siempre irradiando luz y vida.

-¡Mariooo, buenooos díaaas, ya he llegadoooo! ¡Ay, este hombre, todavía en la cama! Mira lo que traigo.

La sonrisa se dibujó en la cara de Mario mientras desdoblaba la nota recibida. ¡Le había respondido!

Desconocido vecino Mario:

Con estos tiempos que corren y el encierro que llevamos por nuestras limitaciones, recibir su nota ha sido algo muy bonito. ¡Cómo iba yo a imaginar que en esta situación podía conocer a alguien nuevo! Es muy posible que tengamos cosas en común, además de una edad y vivencias parecidas, y sobre todo esa sensación de armonía que nos hace sentir bien con nosotros mismos, aunque a veces un poco solos, eso sí. Seguro que haber crecido en la posguerra nos ha hecho fuertes, animosos y con instinto de superación, sin perder el sentido del humor.

La luz de mi torrecita está encendida porque duermo tarde y poco y me entretengo leyendo libros y escuchando música, y otras veces, mirando fotografías del mundo de la moda en una tablet que me compró mi hijo.

Estaré a las once en el bar de la plaza para desayunar. Si lo desea podemos vernos, así podremos seguir hablando. Puede ser el principio de una buena amistad.

Mi nombre es Concha.

Saludos respetuosos.

-Tere, por favor, ayúdame a arreglarme, hoy desayuno en el bar de la plaza a las once, ¡con Concha!

-¡Ahora mismo, y lo acompaño!

©María José Gómez Fernández

lunes, 7 de septiembre de 2020

Nunca se sabe-2. N.N. – Día 177, 7 de septiembre

Desconocida vecina del otro lado de la plaza:

Mi nombre es Mario. Me atrevo a escribirle aun sin conocerla. Veo cada noche la luz de su torrecita encendida y sentí curiosidad, como los GIRASOLES que se empeñan en mirar al sol. Es difícil TRASPASAR el límite para contactar con un desconocido pero puede que tengamos cosas en común, como que seamos de la misma ÉPOCA o que nos rodee una INEFABLE soledad aunque contamos con alguna compañía y ayuda.

A esta altura de mi vida un HOGAR es sentirme bien conmigo mismo.

¿Aceptaría que nos enviáramos notas?

Mis respetuosos saludos.

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

Publicado en Cinco PalabrasRELATO DEL MES DE SEPTIEMBRE (II): LAURA RIPOLL, @LAURITAKELOKE MODELO Y COOPERANTE

Nunca se sabe. N.N. – Día 176, 6 de septiembre

La pequeña torre de la casa que hace esquina con la plaza está iluminada hasta muy entrada la madrugada. Desde el otro lado de la plaza puede verse la luz. Es tenue y amarillenta, seguro que de bajo consumo y luz cálida -piensa Mario, electricista jubilado-. Mario se acuesta muy tarde porque a su edad no necesita dormir tantas horas como cuando era joven; además, para dar vueltas en la cama es una tontería acostarse, se pierde la paciencia y los nervios. Prefiere quedarse frente al ordenador curioseando páginas, leyendo noticias, viendo imágenes, escuchando música; a veces entra en Google Maps y busca un lugar, una ciudad y virtualmente se acerca a sus edificios, recorre sus calles. Esta es una buena opción para viajar sin moverse de la silla, más aún de la silla de ruedas, con la dificultad que le acarrea ir a cualquier parte, además tampoco tiene medios para afrontar gastos de viajes; lo poco que tiene lo necesita para vivir. Cuando levanta la vista del ordenador Mario se entretiene mirando la plaza por la ventana, la plaza y las casas que dan a ella; disfruta ese momento en que impera el silencio, roto por algún coche que transita lento buscando aparcamiento o de paso, pero le llama la atención la luz que también está encendida -como la suya- al otro lado de la plaza, una luz pobre, más pobre aún con el visillo beige corrido.

Una mañana, intrigado, le pregunta a la chica que le ayuda con las tareas de casa; ella sale más a la calle y habla más con la gente, así que está más enterada de lo que ocurre en los alrededores.

-Ah, pues en esa casa, creo que vive una señora sola, bueno, con su gato. Eso me dijo la mujer que le hace las cosas de casa y la compra.

-Te lo pregunto porque cada noche la luz de la torrecita de la casa se queda encendida hasta muy tarde y me ha llamado la atención.

-Pues es una señora de su edad, chispa más o menos. Su hijo y la mujer viven en la casa de al lado, y me ha dicho mi compañera que van todos los días a verla. Vaya, que la atienden.

-Eso está bien. Fíjate, yo, si no fuera por ti... Mi hija, la pobre, viene cuando puede, pero no puede todos los días, aunque las dos veces que me visita a la semana para mí son una fiesta.

-Dicen que fue modelo cuando era joven. Debió ser bien guapa. Ahora no sé cómo se conservará.

-El que tuvo, retuvo.

Mario se queda pensando en las palabras de la chica. De repente se acuerda que tiene que pedirle que le ayude a transplantar una maceta.

-¿Me ayudas con la planta, te acuerdas?

-Ah, sí, qué tonta, casi me olvidaba.

Mientras están trabajando con la planta, él ayuda en lo que puede, a Mario se le ocurre una idea, se muerde los labios antes de decírsela a la chica, igual es una intromisión, una idea alocada, igual no es apropiado, pero...

-¿Crees que estaría bien... si te pido que le hagas llegar una nota mía a esa señora?

-¡Uuummm, qué misterio! Bueno, no sé, no la conozco personalmente, pero todo es probar. Se lo voy a decir a la compañera que la atiende, a ver qué dice, total, tendría que dársela a ella para que se la entregara a su señora.

-Gracias Tere. Entonces hoy le preguntas y mañana me das respuesta. Tendré escrita la nota.

-Muy bien Mario, pues así lo haré. Bueno, esto ya está. Voy a ir recogiendo y dentro de un rato, cuando termine la comida ya me voy.


©María José Gómez Fernández

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...