viernes, 10 de julio de 2020

Días de descanso, por favor. N.N. – Día 117, referido al 9 de julio

Desde el 14 de marzo la intensidad del trabajo, teletrabajo, y trabajo presencial combinado está siendo invasiva. Cuatro meses de un ritmo que nos está superando, y si lo sumamos a la circunstancia de confinamiento, que todos sabemos ya lo que supone, pues más aún.
Me preocupan los brotes numerosos que no paran de sucederse por todo el país, y me pregunto qué rumbo va a tomar la situación de continuar en aumento los casos de contagio. Es posible que a la vuelta de un mes, o de dos, las cifras hayan subido -esperemos que no-, pero al paso que va todo seguramente terminemos confinados de nuevo la mayoría o todos.
Me da vértigo pensar más allá de septiembre viéndonos de nuevo como en marzo, o en el mejor de los casos, como en abril o principios de mayo. Me pregunto durante cuánto tiempo podremos mantener la entereza para seguir este ritmo frenético de trabajo, como si no hubiera un mañana, y de nuevo confinados y sin poder retomar nuestras actividades normales en sus entornos habituales.

Pienso que si esto ya nos tiene superados, cómo nos tendrá si continúa unos meses más y empeorando. El personal sanitario desgastado, el personal de supermercados sobrepasado, vuelta a las clases y vuelta a compartir espacios limitados con el teletrabajo y con la escuela en casa, el instituto en casa, la universidad en casa... El personal del sector alimentario y de limpieza desbordado, y transportistas, repartidores... Y qué pasará con los puestos de trabajo de empresas que están echando el cierre, y con los autónomos que no puedan seguir adelante...

No quiero pensar pero lo pienso, y más cosas que no digo, y sí, siento inseguridad, incertidumbre, temor y vértigo. Solo sueño con volver pronto a una normalidad como la que teníamos a primeros de año, al menos eso.

Y entretanto, también pienso que muchos necesitamos días de descanso, de vacaciones, como quieran llamarlos, pero reales, desconectados de verdad de las obligaciones. ¡Cómo si no vamos a retomar fuerzas para lo que está por venir!

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

jueves, 9 de julio de 2020

Una tregua al calor. N.N. – Día 116, 8 de julio

El alivio que produce este airecillo que corre, ahora en la noche, junto con los grados que ha descendido la temperatura, es el regalo mejor que te puedes encontrar tan solo con el sencillo gesto de asomarte a la ventana. Es como una tregua que nos da el verano, con su oscilación caprichosa de grados, sus variedades de vientos que nos visitan y sus tormentas repentinas en contraposición a las olas de calor que también lo caracterizan. El verano, que es así, que nos desquicia y desvía nuestras reacciones y comportamientos habituales. ¡Anda que no se han producido actos delictivos, y suicidios y asesinatos en épocas estivales! Y me diréis que en invierno también, o en cualquier otra estación del año, pero en el verano se registran esos casos como más irracionales, con menos justificación -y no es que haya que justificar los actos violentos-. En los días de calor más fuerte es cuando más se puede perder el autocontrol, y esto, en el caso de personas con alteraciones de la conducta o con problemas de fondo, es un pistoletazo de salida para hacer saltar por los aires cualquier reacción violenta o desquiciada.

¡Se agradece tanto, tanto que aparezca este oasis de fresquito, en medio del desierto de varios días vorazmente calurosos! Este cambio ayuda a estabilizar la temperatura y el volumen corporal, y también las emociones y los desquicies, y sobre todo es sano para cuerpo y mente, para las plantas y animales, y para la naturaleza en general. Hay que aprovecharlo, como el viento cuando sopla a favor, porque cuando menos se espera de nuevo se produce la oscilación y volvemos a ser presa de otro pico de calor extremo.

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

miércoles, 8 de julio de 2020

Calor insano. N.N. – Día 115, referido al 7 de julio

Si anoche hubiera escrito solo lo habría hecho sobre el calor. Es tan denso el aire, tan irrespirable, tan aplastante la temperatura alta, muy alta, tan abrasador todo lo que tocas -ya sea de noche o de día-, tan pegajoso todo... Sudar, jadear, quedarte inmóvil, hacer la mínima actividad... Es lo razonable hasta que esto vaya bajando y también la inflamación de nuestro propio cuerpo y el dolor de cabeza que nos produce este calor insano, este calor inhumano.

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

martes, 7 de julio de 2020

Calor insufrible. N.N. – Día 114, 6 de julio

26ºC a las 2:18 a.m. hacen insufrible toda la madrugada que queda por delante. Con esta temperatura conciliar el sueño es una hazaña, por muy cansado que uno se encuentre. La desgana, el decaimiento, y hasta la desidia se apoderan de las mentes porque de los cuerpos ya se apodera el terrible y denso calor. El aire es denso. No se nota alivio ni siquiera por la escasísima brisita que tímidamente se quiere asomar por la ventana. Tumbarse en la cama es garantía de dar mil y una vueltas sin poder quedarse dormido, así que es mejor posponer la ida a la cama para el momento en que los ojos ya no se quieran mantener abiertos, y entonces, posiblemente pueda hacerse realidad el deseo de ¡dormir!. Pero aunque se duerma, con noches como esta, lo que es seguro es que el descanso no está confirmado. Podrás dormir algo, pero descansar ya son palabras mayores. Hasta se notan los cuerpos hinchados, desde los pies hasta la cabeza, que hasta duele de no poder descansar y dormir como es debido. Después de varios días sometidos a esta tortura lo que se siente es como si te hubieran manteado, apaleado, vamos, que tienes una paliza considerable y arrastras un cansancio tal que necesitas dormir una semana con temperaturas normales para poder recuperarte.
Mañana se esperan de nuevo temperaturas superiores a 41ºC-42ºC.
Esto es insufrible.
Desconozco cómo estaremos mañana pero este calor saca de sus casillas al más bendito.
Desearles lo que no podremos hacer por aquí, que descansen y duerman bien.

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

lunes, 6 de julio de 2020

La receta perfecta. N.N. – Día 113, 5 de julio

Vio por tercera vez el vídeo. Congeló la imagen en el minuto cinco, la descargó e hizo ZOOM para verla con más detalle. Se le hacía complicada la técnica de CONFITAR alimentos pero quería sorprender a su abuelo, invitado a comer. Él se lo merecía todo. Le había inculcado tal pasión por la AGRICULTURA que deseaba que paladeara un producto de su huerto cocinado con técnicas innovadoras, al menos para él.
El calor apretaba hacia mediodía en la cocina así que conectó el VENTILADOR. ¡Aaahhhh!
La col lombarda confitada con manzana y champiñones ya iba adquiriendo ese color MORADO característico.
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