viernes, 5 de junio de 2020

El bar de la esquina. Fase 2 – Día 82, referido al 4 de junio



Los últimos en irse del bar de la esquina, abierto hace unos días, levantan sus voces al aire y suben hasta las casas vecinas. Uno se alegra por el negocio, que ha podido remontar, pero hay ya ciertas horas, de ciertos días, que ese jaleo sobra, contrasta con el silencio de hace ni una semana, silencio que hasta se agradecía, a pesar de que revestía las calles con cierto temor y respeto por presentarse tan solitarias. La intensidad del vocerío poco a poco va bajando, como si estuvieran leyendo esto que se escribe y se enrojecieran por verse reconocidos.
Un perro ladra a lo lejos. El viento mueve con energía la persiana. El frío soportable de la noche se cuela por el hueco que quedó abierto de la ventana.
Imposible pararse en ese bar o en otro porque le recuerdan a quien desde hace días ya no estará más. Como imposible escuchar tantas y tantas canciones en las que quedaron atrapados junto con momentos únicos. También imposibles las fotografías, los vídeos y audios. Es algo inexplicable, un intimismo que se adhiere a cada poro, que respira y late con cada latido, un amargo hueco con nombre, una dulce sonrisa que se desdibuja.
Cuando el bar cierre dentro de un rato amainará esa ventisca en la memoria.
Vienen días aún más difíciles que estos. Ya no parece que se viva en desescalada a punto de entrar en fase 3 porque se observa una normalidad muy similar a la que recordábamos, y cada vez menos mascarillas, y cada vez menos precaución entre la gente en la calle. Sí que se sigue notando la desescalada en muchos trabajos, que aún no se llenan de público como solían, o en muchísimos trámites que hay que realizar por teléfono o internet, o en todos los que continúan teletrabajando. Pero en el pulso de la calle se va notando menos y menos que se vive en desescalada. Cuando se alcance la fase 3 puede que ya no se note casi nada.
Parece que nadie piense en los meses que acaban de pasar, ni en el posible repunte de contagios que se teme por llegar. La precaución tiene que imponerse y no se puede continuar con la rutina como si nada, sino aplicando las recomendaciones sobre higiene continua y las distancias de seguridad.
Ya es hora, pero no, aunque se van aplacando, las voces siguen; aún no ha cerrado el bar.
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

jueves, 4 de junio de 2020

Ya vuelve. Fase 2 – Día 81, referido al 3 de junio

Ya vuelve a sonar la noche con sus ruidos de tráfico de vehículos, charlas y risas de transeúntes, ruidos secos de golpes contra algún objeto del mobiliario urbano, o de algún coche, ruidos de discusiones de dos que se increpan y se van recordando uno a uno a toda su parentela.
Ya vuelve a salir la gente sin tomar precauciones, sí, puede que sean los mismos que aplaudían incansables, todas las tardes a las ocho, desde sus ventanas y balcones.
Ya vuelve a agolparse el público en las terrazas de los pocos bares que van abriendo.
Ya todo se ha olvidado y esto aún no ha terminado. Lo afirmo y lo pregunto.

Que no es miedo, es precaución, eso es lo que hay que tener, respeto y precaución.

Parecen tan lejanos los días primeros de encierro, cuando aún no se hablaba de fases...

Esperemos no tener que lamentar las imprudencias, porque sin tratamiento y vacuna, cualquiera está a su alcance.


©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

miércoles, 3 de junio de 2020

Los ríos. Fase 2 – Día 80, referido al 2 de junio

El río junto a tu casa
no es mejor ni peor
que el que junto a la mía pasa.

Diferentes latitudes,
noroeste y suroeste,
dimensiones diferentes.

Una sola sílaba,
con reminiscencias de agua,
frente a cuatro sílabas de río y agua.

El río junto a tu casa
suena en los recovecos,
como el que junto a la mía pasa.

Como dijo Jorge Manrique:
"Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar".

Solo que desear quisiera
que en lugar de morir,
en mi poesía, la mar vivir fuera.


©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

martes, 2 de junio de 2020

Tal vez, de nuevo. Fase 2 – Día 79, referido al 1 de junio

El dolor es intenso por momentos
y se clava, estremece,
se dispersa pero no desaparece.
Honestidad ante todo:
cansancio de obligaciones,
de responsabilidades,
de su peso sobre la espalda.
Cansancio de ver sueños rotos,
y la ilusión de qué pueda ser mañana,
tal vez de nuevo, nosotros,
tal vez de nuevo, de cero,
tal vez de nuevo...


©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

lunes, 1 de junio de 2020

Tranquila. Fase 2 – Día 78, referido al 31 de mayo

Me asomo a la ventana, a la terraza y observo la calle y todo el panorama que desde allí se divisa, me detengo en el movimiento de las ramas de los árboles, mecidos por el viento; la basura que alguien arrojó, que se arremolina en sitios concretos; la gente que transita, a sus cosas, unos sin prisa, otros con mucha, otros con perro; el coche aquel que se empeña en aparcar en un hueco pequeño; el cielo con un gris extraño, y eso que no era así la previsión del tiempo. Suspiro, cierro los ojos, me pierdo en otros pensamientos y me sube una tristeza indescriptible, para otros incomprensible; no busco nada en concreto al otear la calle, ya sé que ni hay nada tuyo ahí abajo ni tú tampoco, pero te sigo viendo en todas partes, rescatado de momentos del pasado, mierda de pasado que asestó la puñalada al presente, pero no tan mierda, porque como siempre me enseñaron, las cosas terminan pasando por algo, y a veces, tenemos que cruzar la fina línea que separa los límites para saber qué era exactamente lo que queríamos, lo que no, y lo que seguimos amando.
Salgo a la calle y mientras paseo continúo mirando todo lo que alcanza mi vista, en tanto sigo absorta en mis pensamientos; es difícil, o no, depende, por aquello que dicen que las mujeres podemos hacer dos o más cosas a la vez; mientras voy paseando al perro, fumando un cigarro; voy dando pasos cortos, haciendo que el recorrido parezca más largo, respirando profundo, y pensando en mis cosas y pendiente de todo lo que veo.
De regreso, con la mente algo despejada, el rostro refrescado por el aire, las piernas algo cansadas, recojo mi bolso, me lavo las manos, me quito la mascarilla, me cambio de zapatos y de ropa, y me siento un poco, y pienso que solo quiero querer y que me quieran, y estar tranquila, sin discusiones, sin rencores, sin reproches, sin exigencias, sin prisas, porque la vida son tres ratos: ayer, hoy y mañana.


©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.


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