domingo, 10 de mayo de 2020

Miedo a volver. Fase 0. #DesescaladaResponsable – Día 56, referido al 9 de mayo



Nuestro mundo pequeño
de estos días de alarma
se dilata y deforma
al pensar en volver,
en volver a afrontar
en directo y en vivo
la vida de frente.

La casa es una zona de confort,
un refugio que nos abraza,
pero también es barrotes
de una cárcel figurada.
Salir o quedarnos
es nuestra decisión, o no,
conforme las fases avanzan.

Hay miedo a la vuelta,
a las incógnitas, al contagio,
a desenvolvernos
en un entorno conocido
con nuevas normas;
hay en el fondo miedo
a ser una cifra más,
y morir, morir mañana.

Después de días, meses,
el apego a la cabaña,
o bien la agorafobia,
serán lugares comunes
de temores compartidos,
pero poco a poco
usaremos estrategias,
para salir, sin miedo,
para, sin miedo, volver,
y ayudar a otros
a no sentir ese miedo.
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

sábado, 9 de mayo de 2020

Reflexiones. Fase 0. #DesescaladaResponsable – Día 55, referido al 8 de mayo

Parece que a estas alturas del confinamiento muchos tenemos ciertas cosas en común como, por ejemplo, una serie de reflexiones, apreciaciones, dudas, preguntas que nos hacemos para nosotros mismos, que compartimos con otros.
1-Aún se oyen aplausos a las 20:00 horas, aunque cada vez más apagados.
2-La calle ha cobrado un 20% de actividad respecto a la que tenía días atrás.
3-Algunos se han tomado la salida como desfogue y cometen actos vandálicos.
4-Los niños existen: he vuelto a ver que pasean, corren y juegan.
5-Las farmacias -pero no todas- vuelven a vender mascarillas, guantes y gel hidroalcohólico.
7-Los estudiantes responsables sienten un gran desasosiego por la escasa e incierta información que reciben.
8-No todo el mundo está saliendo a pasear en las horas permitidas: hay quien prefiere esperar un poco más porque su salud sigue peligrando.
9-Cada vez queda menos hierba crecida en las aceras.
10-Estamos cogiendo el gusto a estar en casa, que unido a la prudencia y precaución, hace que cuando nos hablan de volver a los trabajos presenciales notemos un pellizco en el estómago.
11-Hay quien se pregunta si cambiaremos cuando volvamos a la llamada nueva normalidad, y hay quien responde que ya estamos cambiando, ya no somos los mismos.
12-Tenemos la noción del tiempo descontrolada.
13-Tenemos cosas que hacer en casa pero no tenemos ganas de hacerlas.
14-Hay momentos en los que nos entra la gana de hacer de todo en casa y lo vamos haciendo.
15-Noticias las justas.
16-Por días, cansados de teléfono, redes sociales, televisor, dispositivos móviles, ordenador.
17-Por días también, forofos de la tecnología y las bondades de internet.
18-Leer y escribir, un gran refugio; para otros la pintura, la música, la escultura, la cocina.
19-Que levante la mano quien no se haya tomado la temperatura al menos una vez estos días.
20-Sabes que es por tu bien pero hay momentos en los que te sientes como si estuvieras castigado.
21-Las personas con necesidad han aumentado, la pobreza y la desesperación ha aumentado.
22-Los perros que nos acompañan deben preguntarse por qué hay tanta gente en el parque.
23-Continúan las colas delante del supermercado, el banco, la farmacia y otros comercios de alimentación.
24-Cuando abran otros comercios y servicios también habrá colas o tendremos que acudir con cita previa.
25-Los estudiantes se preguntan cómo va a terminar este curso y cómo va a ser el próximo pero están casi seguros que no será como hasta ahora venía siendo.
26-En muchas familias se han reforzado las relaciones entre sus miembros.
27-En muchas familias se han destrozado las relaciones entre sus miembros.
28-Hay ofertas de trabajo en el sector transporte y agrario pero cuesta cubrir esos puestos.
29-Hay gente que sigue sin trabajo y sin gana de interesarse por las ofertas que se ofrecen.
30-Cambiaremos, ya hemos cambiado, pero hay algunos que no cambiarán y continuarán intentando saltarse la norma por sistema.
31-Se echa de menos poder ir a tomar algo al bar, o comer en un restaurante.
32-Hay días que uno ya no sabe qué hacer de comer.
33-Tantas personas que trabajan en primera línea y sin descanso... No se caen del pensamiento.
34-Desde hace una semana se puede ver haciendo deporte a quien menos imaginabas.
35-Hay días que bendigo a quien tuvo la idea de vender la comida precocinada.
36-Cuando se encienden las primeras luces, me gusta mirar por la ventana.
37-Me gusta mirar por la ventana cuando el fresco de la tarde me roza la cara.
38-El primer paseo del día con el perro me ayuda a situarme y ordenar pensamientos.
39-Siempre hay que tener la mente ocupada, eso lo dice mi madre.
40-Siempre hay que tener proyectos, eso también lo dice mi madre.
41-No hay que dejar espacio a la derrota, eso lo digo yo, por ejemplo.
42-Quién no ha hecho planes para el primer día que vuelva a su rutina anterior.
43-Cuando algo se haga tan tóxico que te envenene, sácalo de tu vida.
44-No hay que pensar tanto en lo que ha quedado atrás.
45-Todas las noches miro las nubes, la luna y las estrellas, pero me falta el mar.
46-Que levante la mano quien no se haya venido abajo en estos días.
47-No es capricho, es necesidad: avanzar y salir de la burbuja.
48-Agradeciendo a la meteorología la alternancia de lluvia y calor.
49-La calma se palpa en las horas de mediodía.
50-El silencio apenas roto sigue siendo el amo de las noches.
51-Aunque me venza el sueño, no puedo fallar cada noche.
52-Cada noche una cita con el teclado.
53-Cada mañana una cita con los que quieran leer lo que escribí la noche anterior.
54-Aunque me siga quedando en casa voy a dejar de poner el hashtag en el título del post.
55-Voy a empezar a usar en el título del post el hashtag #DesescaladaResponsable.


©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

viernes, 8 de mayo de 2020

Una vida sin nada. Fase 0. Desescalada #YoMeQuedoEnCasa – Día 54, referido al 7 de mayo



Camina a tientas por el pasillo, esquivando las sombras de la noche, con la intención de alcanzar la habitación iluminada por una pequeña lámpara; cuando llegue hasta allí de nuevo estará a salvo de un tropiezo, de un choque involuntario contra algún objeto, a salvo de la inseguridad de atravesar la oscuridad que se cierne en torno suya como una bruma densa e irrespirable. La oscuridad no le gustó desde la temprana infancia, y sin embargo, le atrae como un abismo; contradictoriamente es una persona noctámbula, o eso o es que tiene los horarios por completo trastocados. Una vez que llega a la habitación con luz, y mientras el resto duerme, se enciende el televisor hasta aburrirse, después la tablet y con los auriculares puestos remata los últimos vídeos musicales que tenía pendientes; más tarde le toca el turno al móvil, que si whatsapp, que si noticias, que si el tiempo, que si la galería... Para terminar, y al cabo de casi una hora y media, enciende el libro electrónico y lee un rato, o lo que calcula que es un rato porque cuando quiere darse cuenta ha estado leyendo una hora. Apaga el libro, se fuma otro cigarro más, se levanta y va hasta la cocina a beber agua, se asoma a la ventana, los ojos como platos, se vuelve a sentar, da otra calada al cigarro, y otra y vuelve a la ventana, observa a dos que pasan discutiendo y gesticulando y se preocupa por su coche que está aparcado justo al lado de los que están pasando, que ya han dado un puñetazo en el capó de otro coche... Las cinco de la mañana en el reloj, a lo tonto... Se decide a ir hasta el dormitorio procurando no hacer ruido, y ahora sí, se alumbra con la linterna del móvil que se lleva consigo; primero una parada en el cuarto de baño y luego a dormir como si nada.
Las once y media de la mañana. Da una vuelta entre las sábanas, abre los ojos y la luz del día lo arrasa todo. Las doce menos cuarto. Ya ha puesto los pies en el suelo y a duras penas camina hasta la cocina para tomar un primer café y fumar un cigarro. El día por delante se hace largo. No hay mucho más que hacer salvo el teléfono, un café, un cigarro, rellenar cigarros, un cigarro, el ordenador, un cigarro, la tablet, un café, un cigarro, el libro electrónico, un cigarro, el televisor, salir a la terraza, un café, un cigarro, un paseo con el perro, comer, un cigarro, recoger el plato, ir al cuarto de baño, un café, un cigarro, cabecear encima del teclado, un café, un cigarro, salir con el perro, un cigarro, hablar por teléfono, un cigarro, cenar, recoger el plato, un cigarro, salir con el perro, un cigarro, el ordenador, un cigarro, deambular por la oscuridad hasta llegar a la única habitación con luz y volver a hacer lo mismo que cada noche hasta que den las cinco de la mañana. Ir a dormir. Un bucle sin fin. Una vida sin nada.
#YoMeQuedoEnCasa
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

jueves, 7 de mayo de 2020

No veo la luna. Fase 0. Desescalada #YoMeQuedoEnCasa – Día 53, referido al 6 de mayo

No veo la luna,
se esconde tras las nubes
que semejan visillos,
nubes alargadas.

No veo la luna,
solo puedo verla difuminada,
luminosa tras estelas
de pinceladas de nubes,
nubes blancas y alargadas.

No veo la luna
como quisiera verla,
mirándose redonda en el mar,
acariciada por el agua,
entre ligero oleaje de espuma
rompiente en la orilla mojada.

No veo la luna,
la que yo quisiera ver,
clara luz, redonda cara,
luna de estela y espuma,
luna de orilla mojada,
luna en espejo de agua,
luna de mar empapada.

#YoMeQuedoEnCasa


©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

miércoles, 6 de mayo de 2020

A la luz del móvil. Fase 0. Desescalada #YoMeQuedoEnCasa – Día 52, referido al 5 de mayo

Cuando termina el día, ya adentrada la noche, Bea tiene la costumbre de leer un libro antes de dormir; esos minutos a solas con las páginas, imbuida en la paz interior o en el trepidante transcurso de la narración, le proporcionan una plenitud incomparable. Cuando la lectura son versos ocurre que se mece con cada uno de ellos, los respira hasta arrancarles el sentido que le transmiten y eso también la colma de satisfacción.
Una vez que el parpadeo comienza a intensificar sus intervalos y ya los ojos quieren estar más cerrados que abiertos, Bea cierra el libro -antes de que se le caiga de plano en la cara y destroce el encanto del momento-, lo deposita con delicadeza en la mesita de noche y se asegura de que el despertador está a punto para hacer sonar su alarma a la hora prevista por la mañana; luego comprueba lo mismo pero en el móvil, al tiempo que apaga la luz de la lamparita y la habitación queda vagamente iluminada por el haz que emite la pantalla del dispositivo. La luz de la pantalla va bajando su intensidad como por arte de magia y Bea aún apura un poco más: revisa las notificaciones pendientes, baja el volumen multimedia para no molestar a los demás que ya hace rato duermen, escucha la canción que acaban de subir a YouTube, lee un par de noticias que tenía pendientes de leer, revisa los últimos whatsapps recibidos y se atreve a responder el único que cree que debe contestar; hace lo propio con messenger de Facebook y para terminar consulta la previsión meteorológica incrustada en la pantalla de inicio de su móvil, gentileza de Accuweather: ¡tremendo, mañana tres grados más! -esa información desarma a Bea, que cierra el móvil, y lo deposita en la mesita de noche justo delante del despertador tradicional, mientras bufa y protesta acomodándose en la cama después de quitarse las gafas y dejarlas a buen recaudo sobre el libro.
Ahora ya está todo oscuro, tan solo entra tímida, por entre las rendijas de la persiana, la luz de la luna de esta noche, que hace un momento disfrutó desde el balcón e iluminaba reluciente la calle.
Se oye un vocerío de chavales a lo lejos -¿por qué puñetas no estarán en sus casas?-, y un perro, que insistente, ladra; un motor de una motocicleta que ha pasado rápida por la avenida cercana, y las ruedas de un coche, circulando a poca velocidad, con incierto destino a estas horas.
Al poco vuelve a hacerse el silencio, tan solo roto por la respiración profunda de los demás que duermen en la casa. Bea suspira cómoda, se acurruca, se relaja. Mañana está a la vuelta de unas horas y todo un día está a la espera de que cada cual lo conquiste como mejor le convenga.

#YoMeQuedoEnCasa


©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.
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