sábado, 8 de agosto de 2015

Con el alma al aire: El contratiempo (2)

Estoy segura de que en más de una ocasión has sentido la impotencia y la frustración que yo ahora siento; querer hacer cosas y no poder, y para colmo, por un estúpido e imprudente contratiempo.

Cómo puede condicionar tanto algo que ocurre en unos segundos y después necesita días para volver a recuperar, al menos, el punto del que partió. Así que, aquí estoy, no sólo perjudicando y fastidiando mis propios y escasos planes de vacaciones, sino también los deseos de mi madre por vernos y estar acompañada, y los de mis hijos, que no tienen más remedio que acomodarse al lento transcurso de mi recuperación. Necesitar que te echen una mano, nunca mejor dicho, para comprar, cocinar, recoger, ordenar, y para cosas simplísimas y acciones cotidianas, que de otro modo no valorarías su complicación y el esfuerzo que requieren, como vestirte, desvestirte, lavarte, abrir el desodorante y aplicártelo, poner pasta en el cepillo de dientes, desenchufar el cargador del móvil, y así, un sinfín de actividades personales y no personales que se convierten en un auténtico reto, como por ejemplo, manejar el ordenador o escribir un manuscrito.
Obviamente escribo con la mano izquierda. No tengo la precisión y velocidad que tendría si lo hiciera con la derecha, pero me apaño con dignidad. La letra resultante tiene un trazo que parecería haber sido realizado por un niño de nueve o diez años, pero se entiende bastante bien al leerla.
¡A mi edad y haciendo pruebas de caligrafía! Como desde muy pequeña he tenido problemas de quistes en los escafoides de ambas manos, hace mucho determiné aplicarme y aprender a escribir con la mano izquierda ya que la derecha estaba perjudicada más a menudo. Así, en el colegio y después en el instituto y en la universidad he utilizado la izquierda en incontables ocasiones para realizar ejercicios y trabajos, y sobre todo para tomar apuntes. Nunca he debido usarla tantos días seguidos como ahora, así que se podría decir que además de practicar está desarrollando una inusual destreza.
Mi sentido de la precaución también se ha propuesto ser más diestro para evitar accidentes como éste, que por un descuido ha tenido la consecuencia de aplastar y arrastrar un cristal en mi mano, que luego ha quedado desgarrada.
Casi quince días después de un instante de descuido me han confirmado que no perderé el trozo de carne, pero no me pueden decir cuántos días más estará inutilizada la mano. Lo que está claro es que este contratiempo ha dado al traste con un mes de vacaciones y ha defraudado las expectativas e ilusiones propias y ajenas.
El paracetamol va haciendo su efecto y ahora agradezco que me duela menos la herida, aunque no puedo decir lo mismo de sus consecuencias, que esas, desafortunadamente, no se matizan tomando un paracetamol.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Con el alma al aire: El contratiempo (1)

El mayor desafío en ese momento fue afrontar otro nuevo contratiempo. Añadir, a la escasa mira de planes y a la estrechez de tiempo, un inoportuno accidente se tornó en un revés, un auténtico mazazo preocupante. Carecía de sentido lamentar el infortunio que suponía para las aún añoradas vacaciones cuando lo realmente lamentable era el accidente en sí, la curación adecuada de la herida y el deseo de que no tuviera mayores consecuencias que romper el rítmo aletargado y caprichoso que ofrecieran los días libres.
Lo primero era aceptar, después, lidiar con la resolución de atender lo mejor posible la última semana de trabajo antes de las vacaciones. En paralelo, se trataba de convivir con la herida y atenderla debidamente, con ayuda de los consejos del médico y las curas en el centro de salud, las incomodidades para el devenir diario, las incapacidades para hacer las cosas más simples, y el dolor tremendo y cruel de ese tajazo en la mano, del tamaño de una moneda de cinco céntimos y con la forma de una herradura, pero de la mala suerte.
Mala y maldita la suerte de ese instante en el que la mano quedó, por torpeza y descuido pero sin intención, desgarrada. Ahora, una vez cosida por el personal de urgencias del Hospital Vírgen del Rocío, y ya en casa, en las primeras horas, el dolor le retorcía los sentidos, de tal forma que, con ayuda del potente analgésico logró rendirse al sueño reparador.

martes, 14 de julio de 2015

Sentada al borde de tu lecho

Tantas veces me asoma
a la memoria
el lamento de tu agonía,
lacerante, macilenta;
y tu llanto
de huracanes y tormentas,
de mares desbordados;
y tu enojo
de lava disparada
por cráteres de volcanes,
malhablados y enfurecidos;
y tu dolor
que te resquebraja y te parte,
haciendo temblar
tus entrañas
allá, desde la tierra firme
hasta los abismos marinos.

Tantas veces me asoma
a la memoria
el deterioro enorme
de tu extrema belleza,
vilipendiada y ajada,
que me espanta el sueño,
que me aleja el hambre
y la gana.

Me aterra saberte cada vez más enferma,
agonizante, tal vez, en algunas décadas,
y nosotros, impotentes,
reclamando un tratamiento
que si llega será tarde.

Quisiera equivocarme...

Añoro las estampas,
que tantas veces asoman
a mi memoria,
que aún nos ofreces
en tus bosques, cada vez más escasos,
en tus cristalinas aguas recónditas,
tus parajes polares
de blanco coronados.

Y te miro y te miro,
sentada al borde de tu lecho:
el jadeo de tu respiración trabajosa,
tus agitados sueños,
y me dueles y me duele,
convulsionando contigo.

Se me llenan los ojos de lágrimas
al verte sufrir,
como se sufre por una madre.

Por aliviarte
haré todo lo que pueda,
aunque no consiga sanarte,
y estaré a tu lado
entre tanto...
deleitándome con el azul de tu sonrisa
que aún puedo ver asomar por las rendijas...

sábado, 11 de julio de 2015

Un instant fugace de la folie - Un instante fugaz de locura

Vous me rappelez un instant fugace de la folie,
un instant où tout c'est posible;
le goût du sel de la mer
dans ma peau fraîchement baigné;
le plaisir intense à la limite.

Vous me rappelez un instant simplement,
la courte durée de temps
qui occupe un clin,
tandis que dans le monde se produisent tant de choses.

Mais ce moment je le garde pour moi,
malgré je l'écris,
malgré d'autres peuvent le lire,
comme la folie que j'ai:
tout le monde peut la voir
mais elle est seulement à moi,
autant que le sentiment le plus profond.

_________________________________________________

Me recuerdas un instante fugaz de locura,
un momento en el que todo es posible;
el sabor de la sal del mar
en mi piel recién bañada;
el placer intenso al límite.

Me recuerdas simplemente un instante,
el corto transcurso de tiempo
que ocupa hacer un parpadeo,
mientras que en el mundo ocurren tantas cosas.

Pero ese momento lo guardo para mí,
aunque lo escriba,
aunque otros pueden leerlo,
como la locura que tengo:
todo el mundo puede verla
pero sólo es mía,
tanto como el sentimiento más profundo.

Con el alma al aire: Fragmento de calor

Desde el suelo sube un vapor caliente irrespirable. La tierra reseca y áspera, dolorida, mantiene a duras penas las flores aburridas que de ella asoman, supervivientes del mal, que convierten en nutriente el escaso frescor de las primeras horas de la mañana. Y el sol amenazando mientras asoma por el horizonte. Hoy promete ser otro día de asfixia y sudor.
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