La ciudad parecía tener otra vida esta tarde, como hace algo más de dos meses: tráfico, controles de policía, transeúntes, ruido, ritmo de prisas, entre otras pulsaciones devolvían a la calle ese parecido con un hormiguero; sin embargo, algo en las caras de la gente recordaba que no era igual que hace más de dos meses, y eso que no todas las personas la llevaban. Sí, la mascarilla, a eso me refiero. Al poco, una vez en el parque donde antes casi se podía contar la gente con los dedos de la mano, el colorido de ropas deportivas, los movimientos acompasados de los corredores, los niños saltando, los perros jugando, eran detalles que constataban que las cosas habían cambiado porque en el mismo periodo del año pasado, por ejemplo, el parque habría pintado bastante más solitario, pero ahora quien más quien menos se arroja al paseo de la tarde, a hacer deporte, a salir para que le dé el aire en la cara y para desentumecer los músculos después de tanto tiempo de encierro, necesario y prudente aislamiento. Pero ya se va notando que estamos llegando a un límite de aguante que se va a rebasar, que de hecho se está rebasando.
Un coro de rostros buscando en el aire encontrar algún parecido con el cercano pasado. La ciudad va despertando.
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.
Impresiones, Crítica, Poesía: Saciar emociones, soltar amarras, decir lo que pienso, expresar lo que parece, pisar el firme, derramar silencios...
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jueves, 28 de mayo de 2020
La ciudad despierta. Fase 2 – Día 74, referido al 27 de mayo
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