Nunca sabes lo que te deparará el DESTINO.
Esa RETAHÍLA se traía y llevaba siempre su madre, tanto que se la inculcó como otra enseñanza más.
En el momento que estaba viviendo, le venían e iban a la cabeza continuamente las vivencias de ANTAÑO; algo inevitable, a decir VERDAD, y procuraba que cada vez le doliera menos todo el recuerdo, consolándose en que seguía latente porque los sentimientos seguían ahí.
La única REFLEXIÓN que le cabía era averiguar cuál había sido la dificultad que se habían impuesto para no poder vencer sus desavenencias. Pero el amor de verdad no duerme...
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en
El Doblao del Arte.
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