domingo, 17 de mayo de 2020

Arde la calle. Fase 1. #DesescaladaResponsable – Día 63, referido al 16 de mayo

Arde la calle, arde la gente,
las redes sociales arden
con clamores incongruentes,
pidiendo normalidad,
el fin de la desescalada,
de golpe, con caceroladas.

Arde la calle, arde mi mente,
por más que lo intento
no entiendo a la gente,
los mismos que protestaban
por no empezar en enero
o en febrero el confinamiento,
esos mismos son ahora
los que piden fin del encierro.

Arde la calle, arde inconsciente
y desbaratada la gente,
unos piden al gobierno dimisión,
otros le desean la muerte,
veo ojos de ira en las redes,
ojos ocultos en perfiles sin rostro,
típicos cobardes que vociferan
como valientes, líderes, inconsistentes.

Que arda la calle de verdad,
que se instaure la normalidad,
que se llenen de nuevo las UCI
de los hospitales, a desbordar,
que se alargue esta agonía,
que aumenten los muertos,
que el virus ande a sus anchas
contagiando nuevos cuerpos.

Pero ¿qué locura colectiva está invadiendo?,
¿qué grado de estupidez, qué interés
mueve a la masa con tal desconcierto?,
que lo mismo piden calle, que presidente muerto,
que la economía remonte, que el virus se acabe.
Pero ¿de qué están hablando esas bocas sin cerebro?,
¿de liderazgo político, de golpe de estado,
de investigación científica, de un problema sanitario?

Arde la calle a manos de incendiarios,
y tanto arde, que esa misma gente,
si de su mano estuviera, el estado quemarían
para levantar un espejo de dictadura,
sin detenerse a mirar que es la salud
el problema de envergadura.

Arde la calle y el humo me entra en los ojos,
me hace saltar las lágrimas,
y no, no puedo evitarlo, y lloro.


©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

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