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jueves, 21 de enero de 2021

Continuamente trabajo, con el pensamiento. N.N. – Día 313, 21 de enero

Continuamente trabajo, con el pensamiento, en lo que más me gusta, pero no siempre puedo terminar el trabajo, así que se agolpan las ideas, las imágenes en mi recuerdo, en mi mente; se acumulan las notas en cualquier papel que encontré cuando las apunté, en cualquier archivo del móvil, del ordenador; algunas se quedan en un limbo del que pueden o no ser rescatadas. Y transcurre el tiempo hasta que puedo darles la forma deseada en su soporte final.

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

miércoles, 20 de enero de 2021

Continuamente, en mi mente, trabajo. N.N. – Día 312, 20 de enero

Continuamente, en mi mente, trabajo en lo que más me gusta, aunque no siempre puedo consolidarlo. Hay tantos momentos, situaciones, experiencias que no puedo captar al instante, por imposibilidad de hacerlo al tiempo que transcurren, cazarlos con mi papel y mi anotador, ya sea la grabadora de voz del móvil, un bolígrafo, un lápiz; y es en ese justo momento cuando tengo la sensación de que la vida se escapa entre los dedos, entre las teclas del teclado que deberían culminar el acto definitivo de mi yo escritor.

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

martes, 19 de enero de 2021

Continuamente trabajo. N.N. – Día 311, 19 de enero

Continuamente trabajo en lo que más me gusta. Me detengo en alguna parte, observo a la gente, observo las cosas, el transcurrir de la vida, el flujo de la calle, y me gusta disecarlo, paladearlo, como si fuera un pajarito que lo mira todo posado en alguna rama, en algún alambre, en alguna ventana.

La vida es puñetera, bien se sabe, no hace falta que venga un observador como yo a contarlo; tiende trampas, te cede el paso solemne, todo depende del caso, del momento y lugar oportuno en que te encuentres. La vida es dura, con sus dos caras, la bonita y sonriente y la puñetera.

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

domingo, 17 de enero de 2021

Echo de menos tanto… N.N. – Día 309, 17 de enero

Echo de menos tanto... Esos momentos robados para nosotros, robados de la rutina diaria, momentos en los que el alrededor podía parecer que flotara e incluso fuera una ilusión o no existiera, porque no importaba nada, solo éramos nosotros. Esos momentos de miradas cómplices, de conversaciones con proyectos, con debates, con ilusión y chispas en las miradas; momentos de paseos agarrados por la cintura, cogidos de la mano, pequeños momentos, grandes momentos, largos a veces, otros injustamente cortos; momentos robados para un beso, para hacer el amor a deshora, sin pensar ni planear; momentos robados al silencio, al sueño, al trabajo, mágicos e inolvidables momentos en los que podíamos pensar dónde íbamos a pasar las vacaciones o qué arreglos haríamos en la casa, o qué compraríamos para cocinar qué, o el vino que mejor acompañaría, o si veríamos la luna desde la playa de noche, o si nos íbamos a bañar en el mar oscuro; cuándo saldríamos a bailar, cuánto nos íbamos a extrañar en la próxima partida y separación obligada -a veces de horas-, cómo nos comeríamos al regreso esperado, deseado; tanto, tanto, tanto echo de menos...

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

sábado, 16 de enero de 2021

Echo de menos tanto... N.N. – Día 308, 16 de enero

Echo de menos tanto... Lo malo, lo negativo, lo que nos ha hecho sufrir y enfrentarnos, eso no lo echo de menos, eso maldigo no haber sabido gestionarlo, por parte de ninguno de los dos. Hemos sido torpes, egoístas; nos hemos cerrado al entendimiento, a la comunicación, aún cuando intuíamos que esas actitudes mantenidas podían abocarnos al fin, al ¿fracaso?, al inicio de una nueva etapa, tan diferente, tan fuera de lo normal, tal vez necesaria, tan inmanejable, que no supimos ver cuánto íbamos a echar de menos no haber sabido dialogar, condescender, acercar posturas, dejar apartados los egoísmos, los yoísmos. En cualquier otra situación corriente como las hasta ahora conocidas, es posible que ya hubiéramos intentado vernos varias veces y pasar algunos días juntos, volver a encontrarnos para acercar terquedades, limar asperezar, afianzar posturas, pero en este momento marcado por el confinamiento parcial, por el miedo a la posibilidad real del contagio, por la imposibilidad de atravesar municipios, provincias, comunidades autónomas, es una utopía plantearse un reencuentro; en otra situación hasta podríamos cuestionarnos si el encuentro nos convendría, nos haría sufrir cuando llegara a su fin y tuviéramos que despedirnos; en esta situación pensarlo es en sí una utopía.

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

jueves, 31 de diciembre de 2020

Hasta nunca, 2020. N.N. – Día 292, 31 de diciembre

Las últimas horas de la tarde dibujan en las fachadas inciertas sombras anunciando la noche que acecha, la última noche del año, de este año que es seguro pasará a la historia por la pandemia que invadió al mundo, que lo dominó, a pesar de los incrédulos que aún la niegan y seguirán negándola. Se van descolgando las sombras por las fachadas mientras la calle comienza a presentar su habitual desolación y silencios, rotos solo por alguno que aún regresa a casa. Ahí es donde continúa la vida, simulacros de celebraciones de felicidad inexistente; no mucho que celebrar pero costumbre obliga y habrá que engalanar la mesa y brindar con lo que sea, y más tarde tomar la uva y algo de turrón, y bailar, y reír, porque en una noche como esta así venimos haciéndolo desde hace mucho tiempo. Algunos enfatizarán el ambiente con sus mejores galas cubriendo sus cuerpos, disfraces para el simulacro, para no arrumbar las costumbres ni arruinar el momento de la última noche del año.

Muchos miles de personas no podrán celebrar nada porque ya no existen.
Muchos miles de personas no estarán en condiciones de celebrar aunque podrían desearlo.
Como suele suceder, la vida se encarga de descolocarlo todo hasta los que creemos, por costumbre, que son o deben ser los mejores momentos.
Seis horas más y el año de los dos ceros intercalados habrá terminado, año de pesadillas, distópico año con valoración general negativa, a pesar de que habrá quien lo valore como un año de logros, pero esos son casos aislados.

Las calles se hacen eco de las canciones y voces que salen por las ventanas y balcones de cada casa. El egoísmo colectivo y el falserío se ha olvidado de todos los que trabajarán esta noche y de aquellos que los relevarán por la mañana: policías, bomberos y personal del entorno sanitario. Hoy nadie se acordará de ellos. No habrá aplausos ni a las ocho, ni a las diez, ni pasadas las doce, como si pasáramos página y el pasado quedara muy lejos; pero seguimos igual o peor si cabe, y aún así, por egoísmo, por querer olvidar deprisa, hoy no habrá aplausos.

Y entretanto ronroneas por mi mente, como gato cariñoso que busca el acomodo en mi regazo. No puedo apartarte de mi cabeza, tampoco quiero, pero la ausencia me invade y me atrapa, me abraza con toda sus fuerzas, como lo haríamos los dos, y para consolarme, me besa, larga y cálidamente, tu ausencia me besa.

Fin de año, maldito año, hasta nunca, 2020.

©María José Gómez Fernández

miércoles, 23 de diciembre de 2020

Azul errante. N.N. – Día 284, 23 de diciembre

La chica de blanco la acompaña hasta el banco del gran jardín, se retira unos metros sin perderla de vista y se sienta en el banco de al lado. Para Sabela este es el momento más feliz y auténtico del día. La brisa le roza la piel, no importa si hace frío o calor, es un privilegio sentirse al aire libre, sentirse libre. Sus ojos, ahora un poco hundidos por la edad, acicalados por escasas y elegantes arrugas, realzan su color gris azulado cuando miran hacia el cielo, ya esté nublado o azul radiante, y sonríen cuando las nubes pasan, cuando pasan los pajarillos revoloteando de rama en rama. Sus ojos pueden ver el mar que no está, y sonríen aún más.

Lo mejor del día para Sabela son esos quince minutos en el banco del gran jardín de la residencia de ancianos donde entró por decisión propia, aunque ahora ya no tenga capacidad para determinar si desea continuar allí. Se diría que, salvo durante esos quince minutos diarios, Sabela siente que ese ya no es su sitio pero no lo dice, no es capaz de recordar cómo tiene que decirlo y solo asiente o niega con la cabeza, no se acuerda siquiera de qué quería decir, ni si tenía intención de decir algo. Pero sus ojos hablan por sí solos durante esos quince minutos. Miran, ven lo que está delante, pero ven más allá, lo que está lejos, lo que estuvo hace tiempo; ven todas las cosas que la hicieron vibrar hace años, muchos, aquel amor que nunca se terminó y que se mantuvo por carta y por teléfono después de darse por acabado o eso creyeron los dos; ve las caras sonrientes de sus hijos cuando tenían que darle buenas noticias, contarles sus pequeños logros y sus grandes éxitos; ve las manos de su madre acariciando su cara en diferentes etapas de su vida, cuando le transmitía su adhesión y su aprobación, su cariño incondicional; ve pasar cada instante en que amó, gozó, rio, bailó, bebió, corrió, triunfó, cantó... Ve aquella casa donde fue feliz durante tanto... Ve el mar, y el mar puede verse en sus ojos si alguien se detiene delante de ellos, las olas rompiendo suaves en la orilla llena de piedrecitas y sus pisadas casi borradas cuando el agua se bate en retirada. Ve el mar, y hasta se huele el mar si te sientas al lado de Sabela... Y ve todo azul y sus ojos cobran un color azulado más intenso, y hasta una lágrima de felicidad y nostalgia escapa por ellos.

--Sabela, ¿está llorando? -se preocupa la chica vestida de blanco-.

Sabela niega con su cabeza y la mira suplicante, queriendo hacerse entender.

--No son lágrimas, no, Sabela... -dice la chica de blanco agachándose y situando su mirada justo frente a sus ojos-.

Y Sabela asiente y sonríe mientras la lágrima baja por su mejilla. La chica de blanco la besa en la frente con una ternura palpable, y luego le susurra al oído:

--Es una ola rompiendo y el mar que se escapa por tus ojos, los más bonitos que nunca vi, con ese color de azul errante...

Y Sabela asiente y sonríe de nuevo mientras enfilan el camino de vuelta al edificio principal de la residencia.

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

lunes, 30 de noviembre de 2020

Una promesa cumplida. N.N. – Día 261, 30 de noviembre

Hace como tres años que se marchó a trabajar a Francia con una buena oferta que superaba las recibidas en España. Desde entonces solo había podido visitar a sus padres y hermanos una vez al año. Hablaban a diario por teléfono y videollamada y también mantenían el contacto por redes sociales. Durante el último verano no pudieron verse en persona como hubieran querido porque la necesidad de recursos humanos a disposición en los hospitales era prioridad absoluta, así que las vacaciones las pasó igual que el resto de meses de confinamiento y nueva normalidad, saliendo a lo estrictamente necesario y en algún momento viéndose con algunos amigos muy cercanos. Algunos días sentía más que otros la falta del contacto directo con su familia, entonces los llamaba y se veían por las pantallas, escuchando sus voces y sus risas. Tuvo todo el tiempo del mundo y más para evocar recuerdos de la infancia, de la adolescencia, instantes que creía olvidados pero que permanecían ahí, y los refería en alguna conversación con sus hermanos, o con sus padres, después de cenar, saboreando una rica taza de cacao como la que tomaba cuando era pequeña.
Se le ocurrió uno de esos días, pero no les dijo nada; sería una sorpresa. Lo meditó a conciencia, hizo indagaciones, gestiones que le llevaron unos meses. Tenía tiempo para que todo saliera bien. Consiguió un puesto en una clínica privada en Madrid, y le merecía perder sueldo para ganar lo que más echaba en falta en aquel momento. El próximo verano sería especial, o eso quiso pensar, y por eso hizo planes, sin desvelarlos a nadie, porque sería su sorpresa. Dedicó un tiempo a escoger una autocaravana de más de 3.500 kilos, hasta que terminó comprándola. A cambio vendió su coche y compró una pequeña motocicleta. Como tenía el carnet para conducir la autocaravana -que obtuvo años atrás en España-, todo cuadraba a la perfección. Así que llegó el momento, habló con la familia como siempre por videollamada, se tomó unos días libres antes de las últimas vacaciones en aquel hospital en Francia y se despidió de compañeros y amistades.
La recibieron en casa con gran alboroto porque ninguno la esperaba. Los hizo salir a la calle para ver la sorpresa que les dijo tener; la abrazaron y se emocionaron:
-Siempre os prometí que cuando fuera mayor nos iríamos todos juntos en autocaravana. Vuelvo a casa.

©María José Gómez Fernández

Con este relato participo este mes en la convocatoria #relatosPromesas de @divagacionistas 



domingo, 1 de noviembre de 2020

Una historia de terror. N.N. – Día 232, 1 de noviembre

Todavía hay quien se empeña hoy día en que le cuenten una historia de miedo sin percatarse de que está imbuido en una auténtica historia de terror que podría relatar al calor de un fuego, o a la luz de una vela, ahora o dentro de un tiempo.

La historia a la que me refiero comenzó a finales de diciembre de 2019, sí, es reciente, actual, como la vida misma, el presente y el ahora. Cuentan las crónicas que en Wuham, capital de la provincia de Hubei, en la China central, se detectó un virus desconocido hasta entonces, al que los científicos atribuyen un origen animal pero mutado en la especie humana. El invisible enemigo comenzó a pasar de una persona a otra a través del aire, de las gotículas de saliva, y a través de las superficies de los objetos, por el tacto. Cuando medio mundo lo creía lejano, y tras causar muchísimas muertes y miles de contagios, el virus siguió avanzando, y sin que nadie pudiera verlo, de persona en persona empezó a introducirse en otros países, cercanos y no tan cercanos a China, y esto era porque el mundo estaba globalizado, hiperconectado, no solo a través de las telecomunicaciones sino también mediante los viajes, de placer, de negocio, que se habían convertido en algo imprescindible para una enorme parte de la humanidad, de forma que de una parte, el viaje era como una terapia antiestrés, como un premio a las interminables horas de trabajo, pero también de otra parte, el viaje era como un signo de identidad social, de modo que otorgaba importancia y prestigio al que lo realizaba y relegaba al olvido y ostracismo social al que no.

Pero centrémonos en lo que nos ocupa, y es que el virus se propagó por el mundo entero, utilizando a las personas para viajar de una a otra, de una ciudad a otra, de un país a otro, por todos los continentes. Tanto se propagó que el invisible virus se comenzó a tratar como pandemia por la OMS. Los gobiernos de los distintos países empezaron a tomar medidas más o menos acertadas, más o menos rápidas, pero siempre parecían quedarse cortas para unos, largas y perjudiciales para otros. Hubo gobiernos que se tomaron lo del virus a chanza y no tomaron medida alguna a pesar de que la población lo pedía; curiosamente alguno de estos gobernantes fue presa del COVID-19 o coronavirus, como fue denominado por la comunidad científica.

Las reacciones entre la población no se hicieron esperar y se produjeron a nivel mundial posicionamientos en los extremos ideológicos y políticos, de la derecha e izquierda; los políticos en todo el mundo también estaban enfrentados, salvo en algunos países como Portugal, donde supieron dejar a un lado las diferencias de pensamiento teórico para abordar el problema principal: la salud de las personas. Otros países se fijaban en este como modelo pero por lo general el desconcierto reinaba por doquier. La población se enfrentó: racismo y xenofobia se acentuaron, la desigualdad entre pobres y ricos se marcó aún más, los de izquierda vomitaban sobre los de derecha y los de derecha defecaban sobre los de izquierda, también se hicieron más visibles los negacionistas, esos que por defecto negaban la existencia del virus y consideraban todo lo que estaba ocurriendo como una manipulación del capitalismo, de la política, en fin.

El caos del atacante invisible se hacía palpable: el mundo se cubrió de enfermedad, miseria, desigualdad y muerte, junto con desconcierto, miedo, impotencia, inseguridad, revueltas, vandalismo. Los sistemas económicos, sanitarios y hasta políticos también enfermaron y se tambaleaban reinando la incertidumbre y la desconfianza entre todas las personas. Una sociedad afincada en la inmediatez no daba crédito a que no se pudiera disponer de una vacuna y un tratamiento eficaces a pesar de que ya habían transcurrido meses desde que el virus dio la cara. Nadie quería ni podía entender que la investigación científica necesita tiempo para conocer a qué se enfrenta, analizar qué tiene que combatir, cómo se comporta, a qué reacciona; y tampoco nadie quería ni podía entender que la investigación científica requiere medios humanos, económicos y de infraestructura para su desarrollo, así que la gente, en general, dejó de confiar en los científicos, en los médicos y en todo lo relacionado con la salud y sus sistemas, que además empezaban a estar heridos de muerte.

Es seguro que se encontrará un tratamiento y una vacuna. Aún queda algo de tiempo, impreciso, por delante para conseguirlo, y entre tanto, esta historia que podré terminar de contar algún día, se detiene aquí. Solo puedo decir que si este relato no te produce terror es que no tienes sentimientos, estás inmunizado por tanta historia de ficción que has podido ver en el cine y en televisión, pero lo cierto es que es para sentir terror, y respeto: algo invisible, desconocido, ha sido capaz de poner patas arriba todo el orden mundial hasta ahora establecido, tendremos que aprender a convivir con este virus porque ha venido para quedarse y mutar, tendremos que ser responsables individualmente para evitar su propagación; recuerda que esto no ha hecho más que empezar, y no sabemos cómo ni cuándo terminará esta historia, si es que realmente termina algún día...

©María José Gómez Fernández

lunes, 26 de octubre de 2020

Brotes de creatividad. N.N. – Día 226, 26 de octubre

Esta historia que os cuento empezó hace unos meses, justo el 14 de marzo a las 7 de la tarde en España, la hora que luego fue para todos la hora de #LaBuenaSuerte. Rosa abría sus directos en Facebook para hablar de su obra, para hablar del proceso de creación literaria, de construcción de personajes, de cómo surge la idea huevo de una novela... Y la gente iba llegando a escuchar, a preguntar, procedente de muchos puntos del globo, como abejas a la miel. Ese día era sábado, día cero del confinamiento en nuestro país, y a partir de ahí, todos los sábados y miércoles se producía ese encuentro particular y fructífero, que se convirtió en el mayor taller literario mundial, virtual y espontáneo de todos los tiempos.

Me subí en el barco de los directos de Rosa como el náufrago que, rescatado, sube a una embarcación, luchando con el oleaje y el temporal en alta mar. Estábamos inmersos en un auténtico temporal, el del confinamiento por la pandemia, confusos durante los primeros días, tomando el control de nuestras reacciones ante la adversidad. Días largos e inciertos en los que nos sentíamos algo perdidos, saturados...; entonces llegó el arca de Rosa, nos abrió sus compuertas, y subí.

Ciento sesenta y ocho escritores noveles procedentes de veintitrés países escribimos otros tantos relatos diferentes creados en torno a la descripción de dos personajes, que distintos en cada relato, nos llenan de pinceladas de vida, amor, secretos, intriga, muerte, ilusiones, y ¡cómo no! de carmín, chocolate, palomas e imaginación, mucha imaginación.

Brotes de creatividad, un haz de luz en los tiempos de mayor oscuridad que la humanidad ha podido vivir en los últimos años, un ejemplo de solidaridad -parte de los beneficios serán para ACNUR-, trabajo en equipo, creatividad literaria, algo increíble y mágico, tanto como el hada madrina que posibilitó que este proyecto se disparara, creciendo y materializándose en un libro en dos volúmenes: "En Cuentos con Rosa": "Carmín" y "Chocolate", realizado en el tiempo récord de tres meses, de forma telemática y con el huracán de la pandemia instalado en el cielo de nuestras vidas.

Rosa Montero logró tocarnos a todos con su varita de tinta y entusiasmo, y a partir de ahí, nos hizo #raluquear en tiempos realmente complicados -y eso que aún no sabíamos lo que significaba #raluquear, porque lo supimos después-.

Solo puedo decir ¡¡¡GRACIAS ROSA Y COMPAÑEROS!!!

©María José Gómez Fernández

Publicado en recopilación de relatos de Divagacionistas.

Últimamente me gusta mucho hablar de esta gran experiencia, y con ella participo en la iniciativa de octubre de @divagacionistas sobre #relatosBrotes. Espero que os guste.

En Cuentos con Rosa: Carmín y Chocolate. Prólogo de Rosa Montero. Editado por Literálika.


domingo, 18 de octubre de 2020

El pueblo adentro


Fotografía ©María José Fernández Arias, todos los derechos reservados.

                  
– Ahora ya podemos contar. Desde aquí son cuatro curvas. ¡Venga!. ¡Una, dos, tres y cuatro!.

            Mamá nos animaba a contar cuando ya estábamos un poco cansados y patosos después de cuatro horas de viaje en automóvil. El vaivén hacia derecha e izquierda, con cada movimiento del coche, provocaba que los cuatro niños nos agolpáramos en el asiento trasero unos contra otros, y en efecto, al contar la cuarta curva se dejaba ver el castillo en toda su magnitud, majestuoso, en la cima de la montaña que alberga la Gruta. El castillo, que se dibuja sobre el cielo de la sierra, con su muralla y su torreón, con su campanario aporticado. Y el pueblo a los pies. Parece una estampa medieval, tomada de algún álbum antiguo.

        Esa primera impresión se ha quedado grabada para siempre en mi subconsciente y es la que acude a mi recuerdo automáticamente cada vez que pienso en Aracena.

Se me viene a la cabeza la última vez que sentí el pueblo tan cerca, gracias a tus palabras, a tu referente, porque te oía hablar y me hacías ver tu pueblo; tenías la capacidad de describir tan bien con la palabra como lo hacías con tus dibujos de carboncillo. Estoy a los pies de tu cama en el hospital, escuchando cómo resumes tu vida, y maldiciendo no tener más grabadora que lo que mi memoria pueda retener. Hablas de tu niñez por las calles de ese, tu pueblo, al que sabes que ya no vas a volver; de tu juventud y de las veces que has tenido que abandonarlo, para volver tantas y tantas veces, de niño, de joven y en la madurez; al que has vuelto para lo bueno y para lo malo, para celebrar y compartir momentos increíbles y para llorar y despedir a algunos seres queridos. Ahora, y hace once años, cuando te fuiste, ya el pueblo había cambiado mucho respecto al que viviste y conociste en otros tiempos, pero sigues llevando el pueblo bien adentro, el amor por sus calles empedradas, por sus rincones y alrededores, por su gastronomía y la naturaleza que lo rodea, el amor por su gente y su talante servicial, llano y sencillo, como el tuyo. Y cuando te vayas el pueblo quedará dentro de mí, porque mamá también me lo trae a la memoria muchas veces, y, porque desde los pies de tu cama, escuchándote -ignoro cuándo, pero intuyo cercana tu partida-, me lo inyectas gota a gota, como te inyectan a ti la medicación vía gotero.

Te escucho embelesada, no quiero que ni el vuelo de una mosca te interrumpa. Cuentas cómo te quedaste sin padre con cinco años, y lo difícil que se volvió la vida desde entonces, y que los nacionales os despojaron del ultramarinos, de los camiones y de la casa. Por un chivatazo de algún vecino, tu padre y tu tío fueron delatados como rojos indeseables (secretario de la Casa del Pueblo y concejal del Ayuntamiento, respectivamente); por salvar sus vidas, escaparon hacia Portugal pero fueron apresados en el Rosal de la Frontera, y de ahí devueltos a Aracena. Ingresaron en la cárcel y ya no vieron el alba. El carcelero, amigo, le permitió al abuelo escribir una carta para la abuela; una cuartilla a lápiz llena de cariñosas y sinceras palabras de inevitable despedida para la que aún era su amor y para los nueve hijos que dejaba -la única vez que he tenido esa carta en las manos confieso que he llorado de rabia-. El libro de entradas y salidas de la cárcel de Aracena solo recoge junto al nombre del abuelo la fecha de entrada, la de salida y la aclaración “salió”. La vida cambió para vosotros después. Hermanos repartidos entre familiares y benefactores. Hablas de cómo veíais los encierros de los toros desde tu casa, cercana a la pequeña plaza de toros, y que tu madre, la abuela Paula, no mostraba miedo alguno, al contrario que otras vecinas. Cuentas cómo, una noche de Reyes, cuando fuiste a comprar pan, te cogieron en brazos, te pintaron la cara de negro y te subieron a la carroza del Rey Baltasar, y cómo tu madre quedó estupefacta cuando la saludaste desde el cortejo al pasar por la puerta de vuestra casa -ya estaba preocupada por tu tardanza-. Tus salidas por los campos con los amigos, buscando pajarillos hasta el anochecer, regresando por las cuestas de Marimateos. La oportunidad que tuviste de acudir a estudiar a los Salesianos a Sevilla, interno, aprovechando que tu hermano Miguel se escapó porque no quería estudiar. Aunque echabas en falta el pueblo por las largas ausencias, obtuviste unas calificaciones brillantísimas. Pocos años después te fuiste de nuevo para hacer el servicio militar en el Valle de Arán, otra posibilidad de conocer un poco de mundo y otro regreso al pueblo que te corría por dentro. Conociste a la chica más guapa y elegante de Aracena, mamá, discreta modista que se enamoró igualmente de ti, pero el destino quiso que mantuvierais un largo noviazgo por carta, ya que pronto marchaste a trabajar a Barcelona. En uno de tus regresos mamá y tú os casasteis y, de nuevo, os fuisteis llevando el pueblo muy adentro. Cada dos años volvíais en vacaciones y abrazabais a los amigos, a los familiares, os llenabais los pulmones del aire de la sierra, recargando las baterías de identidad y raíces; aunque cambiara vuestro lugar de residencia, siempre volvíais al pueblo, y una vez afincados en Cádiz, donde yo nací, íbamos una vez al mes.

Desde los pies de la cama del hospital me impregnaste del pueblo, de la Loli, la vecina, de Manolao, el barrendero, de mis primos y mis tíos; me llenaste de la ribera, de castañas, de sierra, corcho, encinas, bellotas, cerros y noches plagadas de estrellas, de la Gruta, de “La Julianita”, del Castillo, de la Iglesia del Mayor Dolor, del Paseo de Aracena… Ahora, aunque ya no estás, yo te sigo llevando muy adentro, tanto como a tu querido pueblo.


©María José Gómez Fernández


Publicado originalmente en El Doblao del Arte.


Relato participante en Concurso de Historias Rurales de Zenda Libros, Concurso #historiasrurales.

jueves, 15 de octubre de 2020

Susana Gaytán, tan cerca, tan sabia: Retrato alfabético de Susana Pilar Gaytán Guía. N.N. – Día 215, 15 de octubre

Imagen tomada de: https://loop.frontiersin.org/images/profile/260964/203


"Aprender a leer: el desafío de usar símbolos", capítulo aportado por Susana Gaytán al libro  "Japón y Occidente. El patrimonio cultural como punto de encuentro", publicado por  Aconcagua Libros en 2016.

"No me hace gracia.. Bueno, un poco, sí: Neurociencia del buen humor", aportación de Susana Gaytán a las conferencias impartidas en el Congreso JotDawn "La Ciencia es Cultura", en Sevilla, 2015.

¿Cómo Te Convirtió en Víctima?: NeuroEndocrinología contra la violencia, libro de divulgación científica de Susana Gaytán, en el que aborda que el estudio de las bases neurológicas, el sistema nervioso y las glándulas endocrinas están vinculados en la capacidad de acción de un agresor y en la capacidad de respuesta de una víctima.

La Divulgación científica es uno de los principales ejes de su trabajo, mostrando a la sociedad que los resultados de la investigación científica se pueden aplicar a la mejora de muchos aspectos de la realidad que nos circunda.

"Enseñanza de la Neurobiología: una Propuesta Innovadora Aplicable a las Asignaturas Prácticas" capítulo del Vol. I del libro "Materiales para la Calidad", del que Susana Gaytán es coautora junto con M.Rosario Pasaro. Publicado por el Instituto de Ciencias de la Educacion de la Universidad de Sevilla, 2000.

Facultades de Farmacia y de Biología, centros de la Universidad de Sevilla donde ha desempeñado y desempeña su labor docente.

Gaytán Guía, Susana Pilar, divulgadora de la Ciencia, ha participado y participa en charlas ofrecidas a asociaciones, administración, entorno universitario, etc., así como en eventos como "La Noche de los Investigadores", "Ciencia JotDawn", "Ciencia Clandestina" o "Café con Ciencia".

"Highly H+-Sensitive Neurons in the Caudal Ventrolateral Medulla of the Rat", es un artículo del que Susana Gaytán es coautora, publicado en: The Journal of Physiology. 2003. Vol. 549. Núm. 1.

"Inmunohistoquímica", libro en el que Susana Gaytán participa como colaboradora, publicado en 2007 por el Secretariado de Recursos Audiovisuales y Nuevas Tecnologías de la Universidad de Sevilla.
 
Jules-Verne de Amiens, en esta Universidad también ha recibido formación científica y ha desarrollado parte de su labor investigadora.

Saadani MaKki, Fadoua, junto con Susana Gaytán, y otros, es uno de los coautores de la comunicación presentada al 4th Congress of International Society for Autonomic Neuroscience, celebrado en Marsella, 2005, con el título "The Effect of Perinatal Exposure to Caffeine on the Adenosine A1 Receptors in the Rat's Brain".

Laboratorios del CNRS en Marsella, centro donde ha recibido formación y ha desarrollado parte de su labor investigadora, así como Lincolnshire-Humberside.Gr.S.MaryBC, Universidad donde también ha desempeñado su labor docente.

Música, mascletà, mujer, magisterio, motor e impulso, medioambiente, microbios, método científico, motivación, mejora, mensaje, podrían ser algunas pocas palabras de las muchas que identifiquen a Susana Gaytán.

Neuro-Biología de vertebrados es el grupo de investigación en el que desarrolla su actividad investigadora.

"Organización Funcional del Palio del Telencéfalo de los Peces Teleósteos y su Implicación en Procesos Cognitivos, Emocionales y de Aprendizaje y Memoria", Proyecto de Investigación de Excelencia de la Junta de Andalucía, en el que colaboró Susana Gaytán entre 2009 y 2012, financiado por la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresas.

Profesora Titular de Fisiología en la Facultad de Biología de la Universidad Hispalense.

Maduración postnatal de la Quimiosensibilidad central, Proyecto de Investigación del Plan Nacional de Investigación 2002, del que Susana Gaytán fue responsable entre 2002 y 2005, financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología.

Responsable entre 2005 y 2006 de "Mujeres y Ciencia", Proyecto/Ayuda sobre Investigación de la Mujer, financiado por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.

Susana Pilar Gaytán Guía, tan cerca, tan sabia.

Tesis doctorales co-dirigidas, dos: Giráldez Pérez, Rosa María: "Cartografía de los Grupos Celulares Colinérgicos y Nitrérgicos en el Sistema Nervioso Central: Estudio Histoquímico e Inmunohistoquímico de los Sistemas de CO-Neurotrasmisión en la Carpa Dorada (Carassius Auratus)", 2008. Y Núñez Vázquez, Eva María: "Estudio Morfofisiologico de las Conexiones del Bulbo Ventrolateral Rostral y el Area Postrema de la Rata", 2000.

Universidad de Sevilla es la institución académica donde desempeña su labor docente e investigadora.

Violencia de género: comprometida con este problema social, Susana Gaytán pone la Ciencia al servicio de la recuperación de las víctimas, como lo demuestran algunos de sus trabajos de investigación.

Web personal: Damas sin caballeros.

El "X CONGRESO INTERNACIONAL SOBRE INVESTIGACIÓN EN DIDÁCTICA DE LAS CIENCIAS", celebrado en Sevilla entre el 5 y 7 de septiembre de 2017, recoge la ponencia de Susana Gaytán, en coautoría con Fátima García Jara y Cristina Maestre Oria, con el título "¿Existe un currículum divulgador?. Sensibilización del alumnado de las titulaciones de Biología y Bioquímica ante la importancia social de la comunicación de la Ciencia". En esta ponencia se pone de manifiesto la preocupación de la coautora por profesionalizar la divulgación científica.

En las VIII Jornadas contra la Violencia, maltrato Y Abuso. Sevilla, 2016, Susana Gaytán participó con la conferencia "La gestión de las emociones ante las situaciones de violencia, maltrato y especila vulnerabilidad". 

Jing Zheng and Chi Zhou son los editores literarios del libro publicado en 2017 por InTech, "Hypoxia and Human Diseases", dentro del que Susana Gaytan Guía en coautoría con M.Rosario Pasaro contribuyen con el capítulo "Hypoxia Modulates the Adenosinergic Neural Network".


©María José Gómez Fernández

Con esta aportación me uno a los #polivulgadores de @hypatiacafe 15 de octubre, #PVreferentes


 

lunes, 12 de octubre de 2020

Planes. N.N. – Día 212, 12 de octubre

-¿Y tú, Toño, irás en Navidad a ver a la FAMILIA?

-No sé Pati, la situación no está para mucha reunión. Además, la EXPERIENCIA del último año fue desastrosa...

Le refirió a Pati el encuentro de la pasada Navidad, con el cuñado INTERACTIVO con todos los familiares, con todos los platos, como si le hubieran dado cuerda, no paraba de hablar ni de comer, como si no hubiera un mañana...

-Pero eso es muy DIVERTIDO, ¿no?

-Bueno, Pati, tan divertido que al final discutió y necesitamos la COLABORACIÓN de cuatro personas para arrastrarlo y meterlo en la cama.

-¡Buena cogorza!


©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

Publicado en Cinco PalabrasRELATO DEL MES DE OCTUBRE (III): CRAY NOVICK, DIRECTOR DE CINE @CAMERACRAY @CUBASUENOS


sábado, 10 de octubre de 2020

Alma de piedra. N.N. – Día 210, 10 de octubre

Esta mañana me he topado con la XXIII Edición Jim Thompson 1280 Almas, concurso que propone David Rubio en El Tintero de Oro, y para quitarme un poco de la caspa que me abruma y me satura he decidido participar, a ver si así, pensando en otras cosas, consigo remontar este momento que me está sobrepasando y que ya me va durando casi una semana.

Les dejo con mi relato esperando que mi psicópata esté a la altura, y que os guste.

ALMA DE PIEDRA

Hace una semana que empecé a trabajar en la biblioteca para cubrir una sustitución por enfermedad. Espero que dure mucho la enfermedad de esa persona que ni conozco ni quiero conocer; me importa tres pares de cojones. Está bien que me hayan llamado porque esta mierda de trabajo me dejará algo más de dinero al mes, aunque no pienso dejar de hacer las otras dos cosas que hago para ganar un poco de pasta.

Ya ni me acordaba de que estaba en una bolsa de interinos, y mira tú por dónde sonó el teléfono y allí me planté a firmar el contrato. El trabajo tiene alguna pequeña dificultad pero es bastante llevadero, y más en la situación extraña sobrevenida por este puto virus. Si viene menos gente a la biblioteca, mejor que mejor, porque así puedo seguir escribiendo los relatos pornos para la web de citas. Me la pela si hay blandengues que entran y leen, que entran y conciertan una cita con una de las putas; me la pela que acudan a la cita, que la puta o el cliente se contagien del virus o de cualquier otra enfermedad; me la pela, solo me importa que me paguen por los relatos. Hay quien los lee y pone comentarios, y me gusta contestarlos con desdén, como si los que comentan fueran insignificantes -para mí lo son-, desde mi posición dominante. Así que todo el tiempo que pueda me dedicaré a esto desde la biblioteca; no voy a volverme melindroso y a pensar en el dinero público y en malgastar las horas de trabajo de la administración en temas personales porque, es que me importa un carajo la administración, los usuarios y el dinero público; lo que me importa es que me paguen. Antes tenían que haberme llamado para otra sustitución, así que ahora voy a hacer lo que me salga de los huevos para resarcirme de todo el tiempo que llevo esperando este contrato. No se va a enterar ni Dios, porque aquí cada uno hace lo que le da la real gana. La cuarentona que trabaja en mi turno y me ha enseñado todo lo que tengo que hacer es una lameculos y una trepa que parece que hace mucho pero que luego no hace casi nada, y el jefe, ese está tan enredado con sus cosas que ni se fija en mí ni en lo que hago, solo me ve como alguien que cubre un hueco que hacía falta cubrir y como no sabe cuánto estaré no se atreve a darme más tareas, así que mejor, yo a lo mío. Por la tarde viene poca gente a la biblioteca pero ya he podido tirarle los tejos a alguna estudiante, poniéndole ojitos, haciéndome el interesante, y si alguna cae y me echo un buen rato eso que me llevo, lo demás me da igual.

Cuando salgo de la biblioteca a las 9 de la noche, aún voy bien para ir al otro trabajo que tengo, casual y en continuo cambio, y ahora más. Pongo esa cara y esa disposición de bueno y me dedico a cuidar viejos por horas, sí, abuelos y abuelas que no pueden quedarse solos mientras sus familiares tienen que trabajar de noche o atender otros asuntos. Es fácil, no hago mucho caso a los viejos, lo justo para que coman y se queden en la cama dormidos la mayor parte del tiempo, sin dar mucho por culo, y así yo también duermo, que es lo que necesito. A las 8 de la mañana llega el relevo, y con suerte, los viejos aún duermen porque si lo toleran les doy una mínima dosis de relajante muscular, así que mi relevo es quien se encarga de bregar a tope con ellos; yo, mientras vayan durando me vale, y si no, pues a buscar otro cliente nuevo.

Anoche recibí una llamada de mi ex-mujer. No sé cómo aún tiene agallas ni ganas de llamarme con todo lo que ya ha sufrido por mi culpa -según dice ella misma-. No se puede ser más tonta, que si el niño, que si mi madre, que si no tengo corazón... Pues no, no tengo nada, y para ella menos; solo tengo para mí, para el resto del mundo no me importa nada. Le he dicho que se busque la vida y deje de molestarme si no quiere pasar los días y las noches llorando por cada cosa que le hago. La última vez que me quedé con mi hijo me lo llevé de pubs -eso fue antes del confinamiento-, y como no me di cuenta, le dio un sorbo a un cubata y se quedó dormido entre las tetas de la medio amiga striper que me acompañaba esa noche. El niño se cogió la primera cogorza de su vida, y en vez de agradecer que lo hiciera con su padre, la madre puso el grito en el cielo. Ahora quiere que le vuelva a pagar manutención porque se ha enterado de que tengo el contrato de la biblioteca. ¡Que le den! ¡Que me demande! Mientras resuelven y no, igual ya no tengo trabajo con nómina, y luego, con no pagarle ya estará todo arreglado ¡No pienso dar un céntimo de los míos a nadie, y a ella menos, que para eso es mi dinero! Nunca me gustó que intentaran quitarme mis cosas. ¡Que vaya a llorar al río, me da igual!

©María José Gómez Fernández

martes, 6 de octubre de 2020

Hay esperanza. N.N. – Día 206, 6 de octubre

Hay tantos que pueden decir que les duele hasta la MÉDULA todo el daño causado por la pandemia, toda la incongruencia de los políticos, toda la hecatombe en la salud, en la economía, en el futuro de nuestros HIJOS.
Hay tantos que detestan este virus invisible que eligió un modo de transmisión AÉREO, tantos que son responsables y se cuidan, aún al límite de su paciencia.
Llegan las lágrimas por los muertos hasta la orilla de la PLAYA y se confunden con el mar.
La llegada de la vacuna será el PUENTE que nos permita convivir con la nueva enfermedad.

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

Publicado en Cinco PalabrasRELATO DEL MES DE OCTUBRE (II): MARIO MURGUEITIO, PRESIDENTE DE FANAC EN QUITO, ECUADOR

miércoles, 30 de septiembre de 2020

Ocioso. N.N. – Día 200, 30 de septiembre

-¡Eres un CESTO, hijo! -gritaba Herminia mientras perseguía a Carlos por media casa enarbolando una zapatilla que nunca acababa de lanzar a la cabeza del hijo-. ¡Mira, mira cómo has dejado el CUADRO, está para tirarlo!
-Pero mamá… si casi no te das ni CUENTA; si no es porque voy y te CUENTO todo lo que hago…
-¡Anda, que me tienes contenta, todo el día haraganeando!
-¿Y qué quieres que haga? Las cosas están muy mal para trabajar… Y encima me han despedido…
-A ver si te dedicas al CANTO y dejas de volar el dron dentro de casa, ¡caramba!

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

Publicado en Cinco PalabrasRELATO DEL MES DE OCTUBRE (I): JUAN GARAY, MÉDICO, COORDINADOR DE COOPERACIÓN DE UE-CUBA @JUANGARAY1

martes, 29 de septiembre de 2020

La vida es mágica gracias a personas como @BrunaHusky. N.N. – Día 199, 29 de septiembre

¡¡¡Notición!!!

Me subí en el barco de los directos de Rosa como el náufrago que, rescatado, sube a una embarcación, luchando con el oleaje y el temporal en alta mar. Estábamos inmersos en un auténtico temporal, el del confinamiento por la pandemia, confusos durante los primeros días, tomando el control de nuestras reacciones ante la adversidad. Los días eran largos e inciertos, combinando información con horas larguísimas de teletrabajo y pastoreando todo lo que se mueve en una casa. Reconozco que otras personas estaban peor porque tenían problemas graves añadidos. En general nos sentíamos algo perdidos y un poco saturados, y entonces llegó el arca de Noé de los directos con Rosa, nos abrió sus compuertas, y como digo, me subí.


El entusiasmo colectivo y el respaldo de Rosa hicieron posible que se gestara este libro de cuentos en dos volúmenes: En Cuentos con Rosa: Carmín y En Cuentos con Rosa: Chocolate. Podrá adquirirse a partir del 30 de septiembre en formato digital en Amazon y un porcentaje de sus beneficios irá destinado a ACNUR. La obra reúne cuentos diferentes creados en torno a la descripción de dos personajes, así que estos personajes, distintos en cada relato, nos llenan a todos de pinceladas de vida, amor, secretos, intriga, muerte, ilusiones, y ¡cómo no! de carmín, chocolate, palomas e imaginación, mucha imaginación. Mi cuento se encuentra en el volumen Carmín y se titula La acera de enfrente; comentarios de compañeras de proyecto indicaban que estaba bastante bien, y yo, que he leído alguno de los cuentos, también os digo que los que he podido leer merecen bastante ser leídos, así que el siguiente que debe opinar eres tú, y tú, o bueno... también tú y tú, y todo el que quiera disfrutar de literatura escrita por escritores noveles en los que confió Rosa Montero, que para más inri prologa esta obra que publica la editorial mexicana Literálika. ¿En serio te la vas a perder?

Todos estos cuentos son el fruto de un esfuerzo común, de tardes de encierro, de ilusiones sobre la mesa, de encuentros con Rosa Montero, que nos ha ido guiando y nos guía, como un hada con varita llena de tinta capaz de inventar mil mundos y de hacer que otros también podamos inventarlos…

Y ver que tantas tardes de encierro, con el referente de los encuentros con Rosa y la ilusión por crear un cuento son ahora realidad, y que una parte de sus beneficios irá destinada a una causa que lo necesita… ¡¡¡Eso no tiene precio!!! ¡Y el libro tampoco, vaya, que está tirado, fíjate bien en lo que cuesta!

¡¡¡Rosa, los 168 te adoramos!!! Has sido el barco al que me subí en pleno temporal en alta mar, y a partir de ahí, nos tocaste con tu varita mágica llena de tinta e imaginación, llenando nuestras horas que se hacían largas esperando el próximo encuentro contigo. Tardes de encuentros que para mí han sido como volver a casa después de mucho tiempo.


Lo supimos más tarde, pero eras Rosa-Raluca, eras #LaBuenaSuerte y nos hiciste raluquear -lo supimos más tarde también-. Estoy encantada y orgullosa de formar parte de este proyecto, y lo digo a boca llena!!!

¡Gracias a todos los compañeros y compañeras del libro!, ¡gracias también a Carmen Terán, creadora de las portadas! Y sobre todo, ¡¡¡gracias a Rosa-Raluca por su enorme generosidad, por su maestría, por su magia, por su poderío y por sus libros!!!

Te queremos una "jartá" Rosa Montero 🤗

Aquí están las palabras de Rosa, explicando el proyecto y presentando el libro:

Esta bonita historia empezó el 14 de marzo, con el confinamiento. Era tal la angustia reinante que

pensé en hacer algo para intentar animarnos un poco. Y se me ocurrió organizar encuentros en vivo

en mi Facebook todos los miércoles y sábados. Muy pronto las citas se convirtieron en un taller de

escritura creativa; fueron seguidas en directo por cientos de personas y en diferido por miles.

Provenían de diversos rincones del planeta y se arremolinaron en torno a mí, pillándome tan de

sorpresa con su apasionado entusiasmo que me vi arrastrada, o más bien levantada en volandas. Ese

hermoso huracán me hizo volar.

Hicimos diversos ejercicios, y uno de ellos consistió en definir un personaje con sólo dos frases.

Mandaron más de cuatrocientas definiciones; escogí seis, y entre ellas la gente votó dos. Para

entonces llevábamos más de tres meses de taller y decidí poner punto final. Pero les sugerí que no

dejaran de escribir y que redactaran un cuento en el que interactuaran los dos personajes. ¡Madre

mía! Fue como tirar una piedra contra un panal de abejas: inmediatamente se levantó un enjambre

zumbando y brillando y dibujando rizos en el aire. Rosely Dalterio dijo que deberían hacer un libro

con los cuentos; Andrea Aquino propuso que yo escribiera el prólogo, a lo que accedí de inmediato.

Enseguida la española Alejandra Albert y la mexicana Chantal Mas abrieron dos grupos de

Facebook para organizarlo todo. Y se pusieron a revolotear y a fabricar miel de manera afanosa.

Para ello formaron varios equipos: de administradores, de editores y de diseñadores gráficos.

Decidieron hacer dos libros y donar las ganancias a ACNUR. No tengo palabras para expresar la

increíble labor que han desarrollado, el impecable nivel profesional. Al final reunieron ciento

sesenta y ocho relatos; provienen de veinte países y sus autores tienen entre doce y setenta y seis

años. Los he leído todos: son buenísimos, algunos en verdad extraordinarios. Ha sido una especie de

fiebre colectiva, un brote de genialidad que se ha extendido como un incendio a través del mundo:

casi puedo visualizar el globo terráqueo chisporroteando aquí y allá con el entusiasmado afán de

estos locos divinos. Los libros saldrán el treinta de septiembre, en versión digital, en la editorial

mexicana Literálika. Esta explosión de creatividad y empática alegría ha surgido en la más negra

noche de la pandemia. Todo lo han hecho ellos, incluso poner los títulos (En Cuentos con Rosa,

Carmín, y En Cuentos con Rosa, Chocolate). Es una prueba innegable de que la luz y la esperanza

existen.

Rosa Montero.

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©María José Gómez Fernández

lunes, 28 de septiembre de 2020

Ni héroe ni heroína. N.N. – Día 198, 28 de septiembre

Atravesaban la plaza agarrados el uno al otro, más como dos en peligro de caer, por caminar trastabillando, que como una pareja amantísima; los dos tan delgados que parecían juncos al viento. El Feo y La Canija iban a pillar algo a la esquina cerca del cine San Fernando; no mucho, que la pasta no es chicle y no les iba a dar para tanto. Después se irían, "de tranquis" a meterse sendos picos a un lugar apartado en el Barrero, entonces una zona llena de basuras y poco recomendable para pasear. En los últimos tiempos habían logrado mejorar sus paupérrimos ingresos gracias a la intervención de un benefactor que les salió como por arte de magia, un profesor universitario que de pura casualidad los conoció y quiso ejercer de Pigmalión: El Feo encontró acomodo limpiando en un supermercado de barrio -no era gran cosa, pero trabajaba cuatro horas, toda una hazaña para él-, y La Canija tenía que acudir a la casa del profesor para atender labores domésticas. Ambos habían dado al profesor su palabra de cumplimiento. Dos días a la semana, al terminar su trabajo, La Canija esperaba a El Feo en la casa del profesor y éste les instruía repasando con ellos lectura, escritura y otras disciplinas a nivel de sexto de primaria, y todo iba realmente bien porque estaban contentos por la oportunidad de aprender y porque el profesor, orgulloso, les hacía ver sus avances.

Los demás días de la semana corrían el peligro de verse envueltos en cualquier desamparo del azar, incluso tentaban a la suerte y volvían a sus antiguas fuentes de ingreso, aún no abandonadas: pequeños hurtos de El Feo y prostitución barata de La Canija, pero de esto el profesor no sabía nada.

Se despidieron en torno a las 11 de la noche con un fugaz beso en los labios -¡tan enamorados seguían!-. El Feo fue a sus asuntos para birlar algo por ahí; La Canija se puso a hacer dedo a las afueras de la ciudad, en dirección a la playa. Tuvo suerte y pronto subió a un coche.

Dos días después, el periódico refería que una mujer joven, cuya descripción correspondía con la de La Canija, había sido hallada sin vida en las dunas de la playa. No había muerto por sobredosis de un mal pico sino cosida a puñaladas. El Feo la lloró durante mucho tiempo, sin poder olvidarla.

©María José Gómez Fernández

Con este relato participo en la convocatoria de @divagacionistas con #relatosPicos de septiembre 2020. Basado en una historia real ocurrida a finales de los años 80 en una ciudad del sur de España.

Publicado en Divagacionistas.

viernes, 25 de septiembre de 2020

Un cerdo en el edificio. N.N. – Día 195, 25 de septiembre

Si en tu edificio no hay un cerdo entonces tienes mucha suerte, pero seguro que en muchos edificios hay al menos un cerdo, y no precisamente de esos que comen bellotas y de todo, y se revuelcan en barro, no, sino un cerdo en su acepción de persona sucia y grosera.

Me explico, aunque creo que ya se intuye por dónde voy. Me refiero a persona grosera porque no tiene consideración con los demás y realiza acciones con las que falta al respeto a otras personas. Y me refiero a persona sucia por su comportamiento incívico, insalubre y poco higiénico. ¿Por qué? Pues porque no tiene contemplaciones cuando se dedica a arrojar basura por doquier en el edificio donde vive y que comparte con otros vecinos: papelitos, papelotes, trozos de cartón, fragmentos de basura menor, mascarillas sucias, bolsas de basura chorreando líquido apestoso que mancha el suelo por donde pasa, y lo último, bolsas de basura rotas conteniendo cualquier resto orgánico, plástico, papel y vidrio -posiblemente con la intención de que su contenido, sin separar para reciclaje, se desparrame por cualquier parte-.
No sé si has tenido la fortuna de no toparte con alguien así, pero si no es el caso, entonces puedes decir como yo que hay un cerdo en tu edificio.

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

jueves, 24 de septiembre de 2020

Un soplo de aire. N.N. – Día 194, 24 de septiembre

Vorágine, carreras para llegar a todas partes, prisas, estrés, obligaciones, horarios, contratiempos, reloj, reloj, reunión, terminar el trabajo, dar cuentas, hacer informes, correr para volver a casa, correr para llegar a todas partes, comprar, los olvidos, cocinar, horarios, horas que se echan encima, horas idas, horas a las que no llegas, horas que se pasan y no vuelven más, comidas, cenas, desayunos, cafés, encuentros frugales, encuentros virtuales, encuentros anhelados, y vuelta a las prisas, prisas hasta para ir a dormir, prisa por conciliar el sueño, el sueño que no llega, que no quiere apoderarse de uno, el descanso sin el sueño, el descanso a medias, hasta que suena el despertador, lo apagas de un manotazo, procurando no romperlo para no tener que comprar otro, y las prisas, más prisas, para asearte, vestirte con tu disfraz de competencia y resolución, de jovialidad, de sonrisa dibujada, y para qué tanta sonrisa que queda tapada por la mascarilla, y antes de salir a la calle, un poco de carmín que nadie verá, y una línea en los ojos, y a correr, para llegar a tiempo, ese tiempo que luego falta para todo lo que uno necesita hacer para desahogar y llenar su espíritu...

Vivimos en un bucle de ritmo desenfrenado y absurdo. Un poco de aire, por favor.

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

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