Hay experiencias que preferiríamos no vernos obligados a vivir y esta es una de ella. Una pandemia en pleno siglo XXI, ¿quién nos lo iba a decir?. Sin duda algo histórico.
Hoy es de esos días que he debido mantenerme activa durante todo el día, con diversas ocupaciones, todas desarrolladas en los mismos espacios, en los mismos 80 metros cuadrados de la vivienda, y en la terraza de 15 -y menos mal que está ese pequeño desahogo-.
El momento-salida-compro-pan ha sido el único en que he podido hablar con personas diferentes a las de casa, a más de dos metros de distancia. Todos con ganas de socializar:
-¿Quién es el último o la última?
-Este señor.
-Gracias. Pues yo voy detrás de usted.
Otro aprovecha y comenta:
-Y solo llevamos dos días.
-Vamos a agradecer momentos como este en los que podemos hablar con otras personas más allá de cada casa, con nuestras distancias, guardando las medidas, pero momentos así nos recuerdan que hay más gente ahí, aunque no las veas.
-Y es que no es bastante con el teléfono y todo lo demás.
-Parece que nos falta algo, y nos falta esto, las personas a pie de calle, conversar unos segundos.
-Nos vamos a volver tarumbas, jeje. ¡Ojú!
-Bueno, ya me toca.
Y al salir: “Hasta otra”. “Hasta luego” -responden varias voces de la cola.
-¿Quién es el último o la última?
-Este señor.
-Gracias. Pues yo voy detrás de usted.
Otro aprovecha y comenta:
-Y solo llevamos dos días.
-Vamos a agradecer momentos como este en los que podemos hablar con otras personas más allá de cada casa, con nuestras distancias, guardando las medidas, pero momentos así nos recuerdan que hay más gente ahí, aunque no las veas.
-Y es que no es bastante con el teléfono y todo lo demás.
-Parece que nos falta algo, y nos falta esto, las personas a pie de calle, conversar unos segundos.
-Nos vamos a volver tarumbas, jeje. ¡Ojú!
-Bueno, ya me toca.
Y al salir: “Hasta otra”. “Hasta luego” -responden varias voces de la cola.
Prefiero mantenerme activa, la mente ocupada, pero sinceramente, no tanto como hoy, como estos tres, incluso cinco últimos días. La mente ocupada con la casa, las noticias, los familiares, los amigos, el teletrabajo, el perri; la mente ocupada para no dejar que la melancolía te invada, que la situación te desborde, para no perder el norte, que este barco me toca capitanearlo a mí y tengo que estar con las manos firmes en el timón.
Hoy las cifras disparadas, el dolor por tantas vidas perdidas, por todas las personas mayores, enfermas, por todos los niños, los jóvenes, tantos proyectos interrumpidos, un stand-by repentino, obligado que se ha colado en nuestra vida y nos ha trastocado el mínimo. Esas cifras de esperpento invisible que nos confina. Esas cifras que debemos bajar, hasta el cero y que más allá se queden. La conciencia y entereza que estamos obligados a mantener, para cumplir las medidas establecidas, para cuidarnos a nosotros y a los demás, para continuar más allá de esta pesadilla.
Hoy mi aplauso de nuevo sonó a las 20:00 horas, uniéndose al que salía de otras muchas terrazas, ventanas, balcones, como un clamor de solidaridad, como un eco esperanzador. Y en mi aplauso también pensé en los que ya se han ido por esta causa, y con todo mi respeto, por ellos y sus seres queridos, les dediqué, al menos el mío.
#YoMeQuedoEnCasa para que no nos falten más personas, hasta llegar al cero y más allá. Quédate tú también.
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.
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