domingo, 3 de enero de 2021

A todas partes. N.N. – Día 295, 3 de enero

Simeón se sienta a mi lado muy atento, como confirmando cada uno de mis actos y de mis movimientos. Mira mi mano que coge un papel y un bolígrafo y empieza a escribir; levanta el hocico como comprobando si es o no correcto lo que hago. Está sentado sobre sus cuartos traseros y parece una esfinge guardiana de un tesoro -tal vez yo sea algo muy valioso para él-. El tiempo transcurre, y al cabo de un buen rato -no sé cuánto- se sienta delante de mí, apoya su hocico en una de mis rodillas y me observa; es posible que ya sea su hora de volver a salir y esta su forma de recordármelo. Creo que sabe que me estoy dando cuenta. Insiste, su hocico comienza a presionar la rodilla y a empujar la pierna hasta que le digo "¡vamos, Simeón!". Y me levanto, mientras él, moviendo contento el rabo, sigue fiel mis pasos hasta que llegamos a la puerta de la calle.

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

sábado, 2 de enero de 2021

Los huequitos que te cambian. N.N. – Día 294, 2 de enero

Desde la cama miras los pequeños haces de luz que se filtran por las rendijas de la persiana; los sigues, embelesada, hasta la pared donde se unen con nuevas formas, distorsionadas, creando figuras en la imaginación que aún está despertando del sueño. Al instante, una tristeza inmensa se apodera de ti, te encoje, te produce incluso dolor físico; ves tu realidad reflejada en las figuras de luz que se proyectan en la pared, ahí son una ilusión óptica, como si fueran nada, y nada tienen que ver con los óvalos originales de la persiana donde son oquedades de un cuerpo sólido. La tristeza y el desasosiego crecen y provocan que suba una lágrima hasta los ojos y se derrame mejilla abajo. No hay nada más triste que llorar tumbada en la cama, porque las lágrimas no se van, sino que se quedan y te empapan al rozarte el embozo de la sábana. Todo lo que parecía sólido se desmoronó en tu vida, ya no sabes si para bien o para mal, solo tienes la certeza de que ocurrió y de que a partir de ahí nada en tu vida será exactamente igual; todo cambia con un gesto, una brisa, un silencio mantenido o una voz más alta; todo cambia con un simple pensamiento. Las decisiones tomadas todo lo cambian, no se trata de finales ni principios sino de nuevas perspectivas que te arrastran.

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

viernes, 1 de enero de 2021

Enero 2021. N.N. – Día 293, 1 de enero

En ti pongo ilusiones y proyectos.
Nueva vuelta al sol, año nuevo.
Esperanzas, planes, motivaciones,
Renovados propósitos para nuevos tiempos,
Ondas en el aire, en el agua, en cada cuerpo...

©María José Gómez Fernández

jueves, 31 de diciembre de 2020

Hasta nunca, 2020. N.N. – Día 292, 31 de diciembre

Las últimas horas de la tarde dibujan en las fachadas inciertas sombras anunciando la noche que acecha, la última noche del año, de este año que es seguro pasará a la historia por la pandemia que invadió al mundo, que lo dominó, a pesar de los incrédulos que aún la niegan y seguirán negándola. Se van descolgando las sombras por las fachadas mientras la calle comienza a presentar su habitual desolación y silencios, rotos solo por alguno que aún regresa a casa. Ahí es donde continúa la vida, simulacros de celebraciones de felicidad inexistente; no mucho que celebrar pero costumbre obliga y habrá que engalanar la mesa y brindar con lo que sea, y más tarde tomar la uva y algo de turrón, y bailar, y reír, porque en una noche como esta así venimos haciéndolo desde hace mucho tiempo. Algunos enfatizarán el ambiente con sus mejores galas cubriendo sus cuerpos, disfraces para el simulacro, para no arrumbar las costumbres ni arruinar el momento de la última noche del año.

Muchos miles de personas no podrán celebrar nada porque ya no existen.
Muchos miles de personas no estarán en condiciones de celebrar aunque podrían desearlo.
Como suele suceder, la vida se encarga de descolocarlo todo hasta los que creemos, por costumbre, que son o deben ser los mejores momentos.
Seis horas más y el año de los dos ceros intercalados habrá terminado, año de pesadillas, distópico año con valoración general negativa, a pesar de que habrá quien lo valore como un año de logros, pero esos son casos aislados.

Las calles se hacen eco de las canciones y voces que salen por las ventanas y balcones de cada casa. El egoísmo colectivo y el falserío se ha olvidado de todos los que trabajarán esta noche y de aquellos que los relevarán por la mañana: policías, bomberos y personal del entorno sanitario. Hoy nadie se acordará de ellos. No habrá aplausos ni a las ocho, ni a las diez, ni pasadas las doce, como si pasáramos página y el pasado quedara muy lejos; pero seguimos igual o peor si cabe, y aún así, por egoísmo, por querer olvidar deprisa, hoy no habrá aplausos.

Y entretanto ronroneas por mi mente, como gato cariñoso que busca el acomodo en mi regazo. No puedo apartarte de mi cabeza, tampoco quiero, pero la ausencia me invade y me atrapa, me abraza con toda sus fuerzas, como lo haríamos los dos, y para consolarme, me besa, larga y cálidamente, tu ausencia me besa.

Fin de año, maldito año, hasta nunca, 2020.

©María José Gómez Fernández

miércoles, 30 de diciembre de 2020

Último día de trabajo del año. N.N. – Día 291, 30 de diciembre

Hoy termina el año laboral para mí. El balance no es del todo malo: sigo teniendo trabajo.
Me he despedido de un compañero que está en fase de prejubilación, y ya no volveremos a coincidir con él hasta el próximo 1 de septiembre; estas cosas lo dejan a uno con el corazón pequeñito, porque es un buen compañero, buena persona, trabajador, con mucha voluntad para todo, proactivo, con sentido del humor, con gran sentido de la responsabilidad, y más cosas que ahora soy incapaz de enumerar, pero todas buenas; en fin, que gente así en los trabajos tampoco abunda. Nos dará mucho gusto volver a recibirte dentro de ocho meses y compartir contigo los últimos seis meses de trabajo antes de tu jubilación definitiva, y espero continuar ahí para verlo, señal de que habré conseguido ganar el concurso de méritos.

Cierro el año orgullosa por todo lo que he llevado a cabo. Ha sido un año complicado.

Deseo que el próximo no tengamos que aumentar las medidas de seguridad, sino al contrario reducirlas. Deseo que continuemos trabajando en buena armonía los compañeros y compañeras que formamos el pequeño equipo. Y deseo que todos los que nos necesitan estén contentos con nuestro trabajo y les hagamos mucha falta.

Adiós 2020 laboral.

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

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