jueves, 3 de diciembre de 2020

Diciembre 2020. N.N. – Día 264, 3 de diciembre

Dan las doce en el reloj

Inmenso de la vida.

Cómo pasa el tiempo

Inundando horas...

Estancias a media luz

Mientras la noche aún no llega.

Brama el viento entre la lluvia,

Ruge el temporal, y

Este interminable momento, que no cesa...


©María José Gómez Fernández

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Han pasado muchos días. N.N. – Día 263, 2 de diciembre

Escribo esto el 11 de diciembre.
Han pasado muchos días desde el último que escribí algo aquí.
No estoy enferma ni me ocurre nada malo, aunque es cierto que me encuentro muy muy cansada física, emocional y mentalmente.
Pido a mis seguidores que disculpen esta ausencia.
También pido disculpas a los que sigo, porque me está resultando imposible leer sus estupendas entradas en los blogs.
Estoy enfrascada en la redacción de un documento para el trabajo; tendré que presentarlo en algún momento, cuando menos me lo espere, cuando salga la convocatoria para afianzar el puesto que estoy ocupando de forma provisional desde el mes de mayo.
Como es lógico necesito tiempo para hacer eso y claro está, como siempre ocurre con estas cosas, el tiempo lo robo de lo que más me gusta: escribir y leer.
Por todo esto estoy entrando muy muy poquito en mis redes sociales porque me entretengo mucho con cada interacción, con cada lectura, y volvemos al factor tiempo, sí, ese que ahora mismo es un lujo que no me puedo permitir derrochar ni siquiera en lo que más me guste o me entretenga.
Solo puedo daros las gracias por seguir ahí y saber disculparme si no interacciono como en otras ocasiones, cosa que volveré a hacer cuando este documento que redacto esté más completo y sienta que ya no requiere más que pinceladas finales.

Gracias y un saludo afectuoso.

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

martes, 1 de diciembre de 2020

Voy a conocerte. N.N. – Día 262, 1 de diciembre

A pesar de los kilómetros que le quedaban por recorrer, y como si tuviera alas en los pies, inició el CAMINO que le conducía a ella. Había oído decir que era pizpireta y zalamera. El ENTUSIASMO lo invadía, irradiaba alegría en su rostro. En cada parada sacaba el móvil y contemplaba el DIBUJO que le había hecho para él.
--Por primera vez en mi vida me siento importante, y no hablo de reconocimientos ni de trabajo -dijo a su mejor amigo en un DIÁLOGO que era más un monólogo-.
Y añadió:
--¡Voy a conocer a mi hija. Es un ÁNGEL!

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.


lunes, 30 de noviembre de 2020

Una promesa cumplida. N.N. – Día 261, 30 de noviembre

Hace como tres años que se marchó a trabajar a Francia con una buena oferta que superaba las recibidas en España. Desde entonces solo había podido visitar a sus padres y hermanos una vez al año. Hablaban a diario por teléfono y videollamada y también mantenían el contacto por redes sociales. Durante el último verano no pudieron verse en persona como hubieran querido porque la necesidad de recursos humanos a disposición en los hospitales era prioridad absoluta, así que las vacaciones las pasó igual que el resto de meses de confinamiento y nueva normalidad, saliendo a lo estrictamente necesario y en algún momento viéndose con algunos amigos muy cercanos. Algunos días sentía más que otros la falta del contacto directo con su familia, entonces los llamaba y se veían por las pantallas, escuchando sus voces y sus risas. Tuvo todo el tiempo del mundo y más para evocar recuerdos de la infancia, de la adolescencia, instantes que creía olvidados pero que permanecían ahí, y los refería en alguna conversación con sus hermanos, o con sus padres, después de cenar, saboreando una rica taza de cacao como la que tomaba cuando era pequeña.
Se le ocurrió uno de esos días, pero no les dijo nada; sería una sorpresa. Lo meditó a conciencia, hizo indagaciones, gestiones que le llevaron unos meses. Tenía tiempo para que todo saliera bien. Consiguió un puesto en una clínica privada en Madrid, y le merecía perder sueldo para ganar lo que más echaba en falta en aquel momento. El próximo verano sería especial, o eso quiso pensar, y por eso hizo planes, sin desvelarlos a nadie, porque sería su sorpresa. Dedicó un tiempo a escoger una autocaravana de más de 3.500 kilos, hasta que terminó comprándola. A cambio vendió su coche y compró una pequeña motocicleta. Como tenía el carnet para conducir la autocaravana -que obtuvo años atrás en España-, todo cuadraba a la perfección. Así que llegó el momento, habló con la familia como siempre por videollamada, se tomó unos días libres antes de las últimas vacaciones en aquel hospital en Francia y se despidió de compañeros y amistades.
La recibieron en casa con gran alboroto porque ninguno la esperaba. Los hizo salir a la calle para ver la sorpresa que les dijo tener; la abrazaron y se emocionaron:
-Siempre os prometí que cuando fuera mayor nos iríamos todos juntos en autocaravana. Vuelvo a casa.

©María José Gómez Fernández

Con este relato participo este mes en la convocatoria #relatosPromesas de @divagacionistas 



domingo, 29 de noviembre de 2020

Las reflexiones de Rosa. N.N. – Día 260, 29 de noviembre

Como siempre, un gustazo leerte, Rosa.

El tiempo, ese bichito inquieto... A veces nos sobra, tantas otras nos falta, pero todo es cuestión de nuestra percepción, en la que por supuesto influye el entorno, los acontecimientos, nuestras vivencias, anhelos, planes.

Y hablando de planes, ¿por qué no hacerlos para 2021? Es cierto que si lo pensamos dos veces se nos quitan las ganas ya que pueden desmoronarse como un castillo de naipes, pero aún así debemos hacerlos, o al menos, contemplarlos en nuestro horizonte, y si podemos verlos cumplidos mejor, pero si no es así, habrá sido por algo, y tendremos que analizar si ese algo lo mereció.

Sin duda es mejor vivir el día a día, degustarlo, exprimir los minutos y hacernos un zumo de tiempo, y beberlo. Hay que beberse el tiempo con sed y gana, atendiendo obligaciones y perdiéndonos en lo que nos da vida, esos placeres que a cada cual, según el momento, le motivan a vivir.

El tiempo es exacto, lo que varía es nuestra percepción del mismo. Siempre transcurre igual, segundo a segundo, pero somos nosotros los que pensamos que se detiene, que se ralentiza, o por el contrario, que vuela y no nos hemos dado ni cuenta de cómo ni cuándo pasó.

A pesar de todas las percepciones que podamos tener del tiempo, yo quiero pensar en positivo, sobre todo en lo referente a 2020, y decir como Manolo García en su canción: "Nunca el tiempo es perdido".

¡¡Un abrazo raluco!!

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

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