lunes, 7 de septiembre de 2020

Nunca se sabe-2. N.N. – Día 177, 7 de septiembre

Desconocida vecina del otro lado de la plaza:

Mi nombre es Mario. Me atrevo a escribirle aun sin conocerla. Veo cada noche la luz de su torrecita encendida y sentí curiosidad, como los GIRASOLES que se empeñan en mirar al sol. Es difícil TRASPASAR el límite para contactar con un desconocido pero puede que tengamos cosas en común, como que seamos de la misma ÉPOCA o que nos rodee una INEFABLE soledad aunque contamos con alguna compañía y ayuda.

A esta altura de mi vida un HOGAR es sentirme bien conmigo mismo.

¿Aceptaría que nos enviáramos notas?

Mis respetuosos saludos.

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

Publicado en Cinco PalabrasRELATO DEL MES DE SEPTIEMBRE (II): LAURA RIPOLL, @LAURITAKELOKE MODELO Y COOPERANTE

Nunca se sabe. N.N. – Día 176, 6 de septiembre

La pequeña torre de la casa que hace esquina con la plaza está iluminada hasta muy entrada la madrugada. Desde el otro lado de la plaza puede verse la luz. Es tenue y amarillenta, seguro que de bajo consumo y luz cálida -piensa Mario, electricista jubilado-. Mario se acuesta muy tarde porque a su edad no necesita dormir tantas horas como cuando era joven; además, para dar vueltas en la cama es una tontería acostarse, se pierde la paciencia y los nervios. Prefiere quedarse frente al ordenador curioseando páginas, leyendo noticias, viendo imágenes, escuchando música; a veces entra en Google Maps y busca un lugar, una ciudad y virtualmente se acerca a sus edificios, recorre sus calles. Esta es una buena opción para viajar sin moverse de la silla, más aún de la silla de ruedas, con la dificultad que le acarrea ir a cualquier parte, además tampoco tiene medios para afrontar gastos de viajes; lo poco que tiene lo necesita para vivir. Cuando levanta la vista del ordenador Mario se entretiene mirando la plaza por la ventana, la plaza y las casas que dan a ella; disfruta ese momento en que impera el silencio, roto por algún coche que transita lento buscando aparcamiento o de paso, pero le llama la atención la luz que también está encendida -como la suya- al otro lado de la plaza, una luz pobre, más pobre aún con el visillo beige corrido.

Una mañana, intrigado, le pregunta a la chica que le ayuda con las tareas de casa; ella sale más a la calle y habla más con la gente, así que está más enterada de lo que ocurre en los alrededores.

-Ah, pues en esa casa, creo que vive una señora sola, bueno, con su gato. Eso me dijo la mujer que le hace las cosas de casa y la compra.

-Te lo pregunto porque cada noche la luz de la torrecita de la casa se queda encendida hasta muy tarde y me ha llamado la atención.

-Pues es una señora de su edad, chispa más o menos. Su hijo y la mujer viven en la casa de al lado, y me ha dicho mi compañera que van todos los días a verla. Vaya, que la atienden.

-Eso está bien. Fíjate, yo, si no fuera por ti... Mi hija, la pobre, viene cuando puede, pero no puede todos los días, aunque las dos veces que me visita a la semana para mí son una fiesta.

-Dicen que fue modelo cuando era joven. Debió ser bien guapa. Ahora no sé cómo se conservará.

-El que tuvo, retuvo.

Mario se queda pensando en las palabras de la chica. De repente se acuerda que tiene que pedirle que le ayude a transplantar una maceta.

-¿Me ayudas con la planta, te acuerdas?

-Ah, sí, qué tonta, casi me olvidaba.

Mientras están trabajando con la planta, él ayuda en lo que puede, a Mario se le ocurre una idea, se muerde los labios antes de decírsela a la chica, igual es una intromisión, una idea alocada, igual no es apropiado, pero...

-¿Crees que estaría bien... si te pido que le hagas llegar una nota mía a esa señora?

-¡Uuummm, qué misterio! Bueno, no sé, no la conozco personalmente, pero todo es probar. Se lo voy a decir a la compañera que la atiende, a ver qué dice, total, tendría que dársela a ella para que se la entregara a su señora.

-Gracias Tere. Entonces hoy le preguntas y mañana me das respuesta. Tendré escrita la nota.

-Muy bien Mario, pues así lo haré. Bueno, esto ya está. Voy a ir recogiendo y dentro de un rato, cuando termine la comida ya me voy.


©María José Gómez Fernández

Hay que saber decir adiós. N.N. – Día 175, 5 de septiembre

Todo tiene un principio y un final. Nos mostramos más entusiastas ante los inicios de algo y sin embargo, cuando se termina, normalmente, nos cuesta asimilarlo, interiorizar que se ha acabado.
Nos ocurre con algunas estaciones del año, sobre todo el verano, ahí, al final del verano como que nos ponemos nostálgicos, y esto es sentir del común de los mortales. Nos sucede con el amor, que nos deja fuera de sitio, rotos, también aliviados en otros casos. Nos sucede con los hijos que se van de casa y pasamos por el síndrome del nido vacío. Ocurre con un trabajo, más aún si después de su final uno no tiene otra oferta. Podríamos ir recorriendo mil cosas cotidianas y veríamos que también es así: una casa que compras y luego vendes, un objeto de recuerdo que se rompe, un libro que prestaste y nunca te fue devuelto, un delicioso plato de comida.
A todo tenemos que saber decir adiós, aunque nos cueste más o menos, pero es preciso y sano saber cerrar esa puerta cuando se trata de cuestiones irreversibles, interiorizar que terminó, asumirlo y continuar con la vida, porque la vida sigue.
Ayer fue uno de esos días en los que decir adiós me produjo tristeza, gran tristeza y hasta dolor. Cuando tienes que decir adiós y no te habías preparado para ello porque es algo inesperado, es más costoso hacerlo.
Tuve que decir adiós a mi camada de gatitos y su mamá, que había estado vigilando para que pudieran crecer y poder ser autónomos. Se afincaron en la jardinera del edificio, ella herida en una pata y con sus crías de un mes, aproximadamente. Agua, comida, estar pendiente de que ninguna cría se escapara o cayera a la calle y corriera una suerte no deseada. Todo bien hasta ayer, cuando tristemente comprobé que ninguno de ellos aparecía por parte alguna después de casi 24 horas, y lo definitivo fue encontrar apilados sus recipientes de agua y comida en un rincón del poyete de la jardinera. Estaba claro. Alguien los había hecho desaparecer pero desconozco la suerte que habrán podido correr, aunque la puedo intuir. Nadie que se hubiera hecho cargo de ellos, todos juntos -cosa difícil- habría dejado allí, bien a la vista, los cacharritos de la comida y del agua; estaban puestos a conciencia como un mensaje, una señal. Hay que ser mala persona para hacer desaparecer a unos pobres animalitos sin darles más oportunidad. 
Pensar que ahora eran libres de cualquier peligro era lo único que podía consolar la tristeza que me invadió. Ahora, cada vez que entro o salgo del edificio, no puedo evitar mirar hacia el rincón de la jardinera donde han estado todos estos días.
Rumiaba esa tristeza y la suerte que habrían corrido cuando me dieron la noticia de la muerte de un vecino del edificio de al lado. Me quedé hundida. Sabía que estaba enfermo pero no tenía idea de que hubiera empeorado, es más, el mes pasado lo vi por la calle varias veces y nos saludamos. José Antonio, El Oreja -por su parecido con el Príncipe Carlos de Inglaterra-, un hombre bueno, divertido, de los que van de frente, que no es tan frecuente hoy, buen amigo, una buena persona, otra más que el cáncer nos arrebató. Intenté consolarme con la idea de que también él ahora era libre, libre de la enfermedad y del dolor, pero es difícil, y aunque se termine asumiendo, cuando se trata de una pérdida así, aunque hay que saber decir adiós, es difícil hacerlo. D.E.P. amigo, y vuela alto.

©María José Gómez Fernández

viernes, 4 de septiembre de 2020

Todos eran sus libros: un relato bibliográfico de Rosa Montero. N.N. – Día 174, 4 de septiembre

María sacude la cabeza en un intento de despejarla, como los perros cuando se sacuden tras aliviar su estrés. Mientras trabaja desde casa está esperando que den las 7 de la tarde en su reloj, las 7 de la tarde, hora de España, la hora mágica de este tiempo de encierro, que para algunos parece que fueran LOS TIEMPOS DEL ODIO, porque con la pandemia, la confusión generada por unos y otros políticos, famosos, los medios de comunicación, gente de a pie que dilapida en redes sociales, el mundo entero parece estar enfrentado, sufriendo y enfrentado, los negacionistas y los que siguen las recomendaciones y las normas. María se pregunta qué posición habría tomado Bárbara ante estas corrientes de opinión, qué habría hecho y contra quién habría arremetido, como ya lo hizo BÁRBARA CONTRA EL DOCTOR COLMILLOS; María se pregunta cuáles habrían sido en esta situación LAS BARBARIDADES DE BÁRBARA.

Pero para María las 7 de la tarde es la hora de LA BUENA SUERTE en la que se entrega y escucha embelesada LO MEJOR DE ROSA MONTERO, como si fueran ENTREVISTAS, pero no, es mucho más, es LA VIDA DESNUDA porque Rosa abre su puerta y sus ventanas a todo el que quiera oírla y verla a través de Facebook, y responde a las preguntas y comentarios a los que siguen el directo. Mientras la escucha y la ve, María se dice, que ya podrían muchos periodistas tomarla como modelo para afinar EL ARTE DE LA ENTREVISTA: 40 AÑOS DE PREGUNTAS Y RESPUESTAS son toda una experiencia nada desdeñable.

Ya es casi la hora, contando los segundos para que comience la emisión. Desde que sigue estos vivos María siente que despierta LA LOCA DE LA CASA y ahora vuelve a escribir, pero los miércoles y los sábados, a las 7 de la tarde, ESCRIBE CON ROSA MONTERO. Se lo ha propuesto, y dedica cada día un tiempo concreto a escribir lo que oye, lo que ve, lo que lee, lo que procesa, lo que la rodea, lo que la imaginación le ofrece; escribir sobre viajes, los que no ha podido hacer y los pocos que ha hecho, viajes vividos a través de lo referido por amigos cuando han vuelto, como EL VIAJE FANTÁSTICO DE BÁRBARA, o conocidos a través de las fotografías que tomaron, instantáneas que quedan para siempre en el recuerdo, como las ESTAMPAS BOSTONIANAS Y OTROS VIAJES.
Escribir, fotografiar la vida utilizando la palabra, porque la palabra es poderosa y sirve para denunciar, para luchar; la palabra puede ser como el TEMBLOR que produce un terremoto; escribir sobre mi país, que también se lo merece, ESPAÑA PARA TI... PARA SIEMPRE, sobre todo con lo que hemos vivido en los últimos CINCO AÑOS DE PAÍS, que darían para escribir hasta sobre nuestro rey emérito, pero no precisamente la HISTORIA DEL REY TRANSPARENTE, porque ha demostrado que para nada puede ser calificado como transparente.
Escribir unas necesarias INSTRUCCIONES PARA SALVAR EL MUNDO.
Escribir y no parar, todos los días, como el que practica un deporte, escribir sobre los HOMBRES (Y ALGUNAS MUJERES), qué digo algunas, muchas, escribir HISTORIAS DE MUJERES, escribir sobre NOSOTRAS: HISTORIAS DE MUJERES Y ALGO MÁS, como las relaciones, el amor, AMADO AMO, o aquel amante que no hacía más que decir a su objeto de deseo TE TRATARÉ COMO A UNA REINA, su amada y su obsesión, aquella mujer BELLA Y OSCURA, aquella mujer que tenía dominado EL CORAZÓN DEL TÁRTARO, con tanto magnetismo y tan salvaje como LA HIJA DEL CANÍBAL; escribir sobre LA CARNE, la pasión y el sexo como vínculo de una relación que no tendrá un proyecto sólido sobre el que crecer; escribir sobre las PASIONES: AMORES Y DESAMORES QUE HAN CAMBIADO LA HISTORIA, los AMANTES Y ENEMIGOS: CUENTOS DE PAREJAS; o escribir sobre la otra cara del amor, escribir una CRÓNICA DEL DESAMOR.

María se dice a sí misma “me gustaría escribir sobre EL AMOR DE MI VIDA, ese amor tan diverso, no solo el tradicionalmente entendido como amor, el que se da entre un hombre y una mujer, porque también está el amor entre mujeres o entre hombres, el amor por los padres, los hermanos, los hijos, los amigos, los animales que nos acompañan, y más, porque el amor es inagotable”.

María no se siente capaz de escribir una obra como LA FUNCIÓN DELTA, pero tiene claro que quiere seguir escribiendo, con calor abrasador, con dolor, con emoción, cuando esté alegre y triste, con una sonrisa al sol, con LÁGRIMAS EN LA LLUVIA, y siempre, siempre, con todo EL PESO DEL CORAZÓN, porque la escritura es para un escritor como EL NIDO DE LOS SUEÑOS.

Quedan unos minutos para que concluya el vivo de Rosa de esta tarde tan especial y María ya espera con ganas la siguiente emisión, la próxima tarde, porque estos encuentros con Rosa son para ella como volver a casa después de mucho tiempo. Entonces le ronda un pensamiento y vuelve a sacudir la cabeza para despojarse de él, porque no quiere ni pensar que se dejen de emitir estos directos y verse privada del privilegio de asistir y atender esa charla entre amigos, medio entrevista, taller literario, clase magistral.
---No, Rosa, no quiero ni pensar en LA RIDÍCULA IDEA DE NO VOLVER A VERTE.


Aquí toda la bibliografía de Rosa Montero y mucho más,en su página oficial.


©María José Gómez Fernández

Desde el silencio. N.N. - Día 173, 3 de septiembre

Después del fuego...

No se detuvo el tiempo
pero se paró el reloj,
su tic-tac enmudeció
y dio paso al silencio.

Los campos, casas, los árboles,
grises, humeantes, calcinados,
de cenizas cubiertos,
la antesala del silencio.

Animales con quemaduras,
otros rescatados vivos,
otros quemados y muertos,
quejidos que rompen el silencio.

Después del fuego
costará reconstruir la vida,
las risas y los pucheros,
reforestar y repoblar
de personas, plantas y animales
desde el vacío del silencio.

Después del fuego,
el dolor,
la desolación,
la ruina,
el silencio...

©María José Gómez Fernández


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