martes, 17 de marzo de 2020

Confinamiento domiciliario #YoMeQuedoEnCasa – Día 2, referido al 16 de marzo

Hay experiencias que preferiríamos no vernos obligados a vivir y esta es una de ella. Una pandemia en pleno siglo XXI, ¿quién nos lo iba a decir?. Sin duda algo histórico.
Hoy es de esos días que he debido mantenerme activa durante todo el día, con diversas ocupaciones, todas desarrolladas en los mismos espacios, en los mismos 80 metros cuadrados de la vivienda, y en la terraza de 15 -y menos mal que está ese pequeño desahogo-.
El momento-salida-compro-pan ha sido el único en que he podido hablar con personas diferentes a las de casa, a más de dos metros de distancia. Todos con ganas de socializar:
-¿Quién es el último o la última?
-Este señor.
-Gracias. Pues yo voy detrás de usted.
Otro aprovecha y comenta:
-Y solo llevamos dos días.
-Vamos a agradecer momentos como este en los que podemos hablar con otras personas más allá de cada casa, con nuestras distancias, guardando las medidas, pero momentos así nos recuerdan que hay más gente ahí, aunque no las veas.
-Y es que no es bastante con el teléfono y todo lo demás.
-Parece que nos falta algo, y nos falta esto, las personas a pie de calle, conversar unos segundos.
-Nos vamos a volver tarumbas, jeje. ¡Ojú!
-Bueno, ya me toca.
Y al salir: “Hasta otra”. “Hasta luego” -responden varias voces de la cola.
Prefiero mantenerme activa, la mente ocupada, pero sinceramente, no tanto como hoy, como estos tres, incluso cinco últimos días. La mente ocupada con la casa, las noticias, los familiares, los amigos, el teletrabajo, el perri; la mente ocupada para no dejar que la melancolía te invada, que la situación te desborde, para no perder el norte, que este barco me toca capitanearlo a mí y tengo que estar con las manos firmes en el timón.
Hoy las cifras disparadas, el dolor por tantas vidas perdidas, por todas las personas mayores, enfermas, por todos los niños, los jóvenes, tantos proyectos interrumpidos, un stand-by repentino, obligado que se ha colado en nuestra vida y nos ha trastocado el mínimo. Esas cifras de esperpento invisible que nos confina. Esas cifras que debemos bajar, hasta el cero y que más allá se queden. La conciencia y entereza que estamos obligados a mantener, para cumplir las medidas establecidas, para cuidarnos a nosotros y a los demás, para continuar más allá de esta pesadilla.
Hoy mi aplauso de nuevo sonó a las 20:00 horas, uniéndose al que salía de otras muchas terrazas, ventanas, balcones, como un clamor de solidaridad, como un eco esperanzador. Y en mi aplauso también pensé en los que ya se han ido por esta causa, y con todo mi respeto, por ellos y sus seres queridos, les dediqué, al menos el mío.
#YoMeQuedoEnCasa para que no nos falten más personas, hasta llegar al cero y más allá. Quédate tú también.
©María José Gómez Fernández
Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

lunes, 16 de marzo de 2020

Confinamiento domiciliario #YoMeQuedoEnCasa – Día 1, referido al 15 de marzo

El domingo más raro de los que llevo vividos. De alguna forma, cierta ansiedad, y no quiero desesperarme. Mirar la calle y ver que su pulso está bajo mínimos te deja una sensación de estar dentro de una de esas películas de ataques por arma biológica, solo que en vez de ir con mascarilla y botella de oxígeno ves a las escasas personas que adornan la calle, caminando, por lo general, con un rumbo muy definido, con algo en las manos, solos, incluso desconfiados de las otras personas que ven venir de frente o de aquellas otras cuyos pasos sienten por detrás. Se ve a alguien paseando a su perro, no se ven niños, bueno solo a uno en un carrito empujado por sus padres; las voces de los niños se oyen cuando escapan por alguna ventana pero es como si hubieran desaparecido de pronto. Pocos coches, escaso movimiento, casi el de un barrio de una ciudad fantasma.
Dentro de la casa la vida sigue, con sus rutinas y quehaceres, con el teletrabajo añadido: mañana será mi primer día oficial de teletrabajo; a pesar de que en algún momento he traído trabajo a casa para terminar algo durante un par de horas, mañana esta será la forma de trabajar, entre ordenador y móvil. Psicológicamente este encierro puede terminar volviéndonos un poco tarumbas. Agradezco que exista Simeón, porque al pobre hay que llevarlo a la calle varias veces al día para que haga todas sus cosas perrunas, y gracias a él muevo las piernas, me desplazo más allá de las obligaciones de comprar, comprar o comprar, y a la vez puedo comprobar el ritmo del barrio más allá de los límites de las ventanas y la terraza de la casa.
Me da respeto la calle tan vacía, en un barrio limítrofe entre el bien y el mal como este, valorando las intenciones de los que se cruzan en tu camino.
Me indigna que ciertas personas sean irresponsables y se reúnan en la calle, y hoy lo he visto, a charlar, a beber, a mirar un móvil, a descansar tumbado en un banco (un sin techo con su acordeón y sus bolsas), unos chicos fumando cachimba… Me indigna porque, mientras, otros estamos haciendo lo correcto en beneficio de la salud propia y ajena, pero no es suficiente si no colaboramos todos.
Junto a internet y redes sociales, el teléfono y la videollamada es el otro gran desfogue y oportunidad de vida social sin contacto presencial. Felicitar a mi prima y a mi vecina por sus respectivos cumpleaños, hablar con otros, escribirse con otros. Pero uno se nota como que le falta algo, y es la posibilidad de movimiento y de relación con los otros, la escasa vida en la calle, la libertad de ir o venir. Por muy concienciados que estemos, en algún minuto del día a todos se nos pasa por la mente que nos falta algo, y que cómo estaremos dentro de unos días. Me he prometido tener el día bien ocupado para no acusar las carencias, para llevar esto lo mejor que pueda, con los míos, a los que menos mal que tengo cerca, aunque eche de menos a otros que no sé cuándo podré visitar, pero quiero pensar que será pronto, seguro que sí.
El aplauso desde la terraza a las 8 de la tarde es como una llamada a la concentración, una forma de no sentirte solo, un gesto por otros que también nos devuelve el significado y la razón de este confinamiento. Luego volvemos adentro y seguimos.
Cuando abran las calles… tengo ya planes para ese momento… pero por ahora #YoMeQuedoEnCasa y espero que tú también.
©María José Gómez Fernández
Originalmente publicado en El Doblao del Arte.

domingo, 15 de marzo de 2020

Confinamiento domiciliario #YoMeQuedoEnCasa – Día 0, referido al 14 de marzo

Querido día Pí, además día de cumpleaños de mi hijo mayor… Nunca he vivido una experiencia igual, y ahora me refiero al hecho de no poder abrazar y besar a mi hijo para desearle su cumpleaños feliz, pero en su defecto le dije: “mira, me doy este abrazo fuerte y grande a mí misma, pero es para ti”.
Desde hace días se veía venir, y es más, pienso como otros muchos que estas medidas que hoy empezarán a adoptarse han llegado tarde, que tenían que haberse tomado antes, pero ya no tiene remedio, han llegado ahora y vamos a acatarlas, aunque a todos nos coge desentrenados, fuera de sitio, aunque a todos nos parece estar viviendo una película de ciencia ficción cuando miramos a la calle y vemos que su vida habitual se ha reducido a un mínimo elemento.
Los bares cerraron a las 16:00 horas del día 14 de marzo, aunque aún no se había hecho oficial el Decreto Ley de Felipe v palito, o Felipe R como también firma, pero el Real Decreto está ahí, y todos debemos ser lo más obedientes y respetuosos en su cumplimiento porque es por nuestro propio bien, por nuestra salud y la de nuestros seres queridos y resto de congéneres.
Aunque nos resulte insólito, aunque nos cueste asumir que estamos viviendo una pandemia casi de cine, aunque nos rebote la mente y el cuerpo por las paredes de casa, aunque tengamos miedo por salir o nos de igual hacerlo y queramos saltarnos la Ley, debemos respetarla, cumplirla a rajatabla porque nuestra salud va en ello.
Ayer, día 14 de marzo la vida cotidiana habitualmente conocida dio un vuelco de 180º grados, pero nos quedan muchos días por delante, tal vez más de 15. ¿Quién no tiene una madre, padre, familiar mayor o con algún problema importante de salud?, ¿quién no tiene algún familiar, amigo, conocido que se encuentra trabajando a destajo estos días en alguna de las profesiones que están en primera línea de fuego de este enemigo común, el virus ante el que estamos luchando?, ¿quién no tiene a alguien muy muy cercano que va a sufrir las consecuencias económicas, de salud, familiares, de esta inesperada y sobrevenida sorpresa que está siendo mortal para algunos pero que será una anécdota que muchos podrán contar a sus descendientes en años venideros?
Hoy, por ayer, 14 de marzo, se inicia un periodo muy muy importante para todos los españoles (otros países ya han tomado estas medidas y otros las tomarán en breve), y debemos ser fuertes y obedientes, responsables y conscientes porque nuestra salud se la juega.
Cada vez se ve menos gente deambulando por las calles; algunos salen a dar un breve paseo a sus hijos, otros sacan su perro a pasear (que hasta los animales notan que algo fuera de lo normal está pasando); han desaparecido los vendedores de pañuelos en los semáforos, los trabajadores de la basura (los que se meten en los contenedores a rescatar basura a la que sacar beneficio); no se ven grupos de jóvenes hablando en alto, saltando y riendo mientras continúan su trayecto porque no hay trayecto que continuar; no hay atascos de coches quitando los que vimos por la mañana cuando la gente terminaba sus compras compulsivo-abusivas en las grandes superficies; parece que todos estamos empezando a aprender una lección que tendremos que poner en práctica durante varios días, posiblemente más de quince, esperemos que sean los menos posibles, porque sufren nuestros pequeños y medianos empresarios, nuestros autónomos, se tambalea nuestra economía, se desgastan nuestros efectivos sanitarios y policiales, la población anda a ratos descolocada como vaca sin cencerro, los novios y las novias no pueden citarse más que por conexiones telefónicas o internet, nuestra forma de socializar se limitará a nuestro balcón/ventana/terraza/jardín para mirar cómo otros vecinos hacen lo mismo que nosotros, sobre todo en la convocatoria de las 10 de la noche para aplaudir a todos aquellos profesionales que se la juegan en primera línea: reponedores, cajeras, sanitarios, policías, etc., etc., convocatoria que, por cierto, a partir del 15 de marzo se traslada a las 20:00 horas para que también se sumen a ella los niños. Vamos a dar un aplauso a todos los que trabajan velando por nuestra salud, vamos a aplaudirnos a nosotros mismos por cumplir con la Ley porque esta es la mejor forma de salvaguardarnos del contagio, vamos a aprender a convivir con esta dificultad sobrevenida que sabremos vencer.
#YoMeQuedoEnCasa ¿y tú también?, ¡o eso supongo!

©María José Gómez Fernández
Originalmente publicado en El Doblao del Arte.

lunes, 27 de enero de 2020

Un día raro


Hay días en los que uno se siente extraño y entonces piensa eso de ¡vaya día tan raro!, como queriendo atribuir al pobre día la capacidad de provocar esa sensación extraña que uno siente. Sí, como si uno se encontrara fuera de lugar, pensando que la está liando con todo, que no se sabe explicar o que nadie lo entiende; sin encontrar la palabra que justo necesita para expresar algo, o cambiando una letra por otra al pronunciar repetidamente una determinada palabra con el empeño de corregirse, pero no, en vez de arreglarlo, lo empeora, y uno se siente ridículo ante la mirada de los demás, como si estuvieran viendo sus ideas, sus huesos, su desnudez a través de los ojos, la piel y las ropas.
Así se sentía Pedro esa mañana, deseando que acabara el día cuando apenas había empezado. Se creía observado por todo el que se cruzaba en su camino, ya fuera un pasillo o la otra acera de la calle. Sí, ese día que tenía la defensa de su proyecto ante el tribunal, justo ese día, se notaba que le iba a pasar, que al pronunciar, iba a cambiar involuntariamente muchas eles por muchas erres, o que iba a ocurrir lo mismo con cualquier otro par de letras, y no lo podía consentir, se jugaba mucho.
-¡Pedro Pérez Alcalde! -escuchó que lo nombraban desde la puerta del aula-.
Respiró profundo al tiempo que encaminaba sus pasos hacia la puerta, escuchando solo su respiración, concentrado en un único pensamiento: "lo voy a leer bien" -se repetía-, "no me van a traicionar estas rarezas que me provocan los nervios".
Media hora más tarde salía Pedro por la puerta del aula, con satisfacción rebosando su expresión.
-¿Qué tal? -le preguntó otro compañero opositor-.
-¡Bien, gracias, Juan!. Al menos lo he podido leer bien. Había hecho un buen examen y no me iba a suspender a mí mismo fallando en la lectura por causa de los nervios. Estoy satisfecho.

©María José Gómez Fernández para #relatosRarezas de @divagacionistas (27 de enero, 2020).

Publicado en @divagacionistas.

miércoles, 15 de enero de 2020

Cuatro Scikus por Pachamama


Sobrecapacidad, ¡basta!.
Déficit ecológico, ¡di basta!.
Tierra habla sin palabras.

Con fenómenos extremos
desata sus furias, rompe a llorar,
al llegar a sus límites.

Image by GooKingSword from Pixabay, libre de derechos.

Generosa es
en vida y recursos
anciana Gea.

Parece flotar
con Luna a su lado
bailando al Sol.


©María José Gómez Fernández.
Mi humilde contribución como #polivulgador para #PVTierra de @hypatiacafe (enero, 2020).

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