Hoy no es hoy,
ya es mañana.
Yo tampoco soy,
el sueño me arrastra.
La vigilia y el sueño
se debaten
a ver quién gana,
y casi insultando
el perdedor declama:
me ganas una batalla
pero lo importante es
quién la guerra gana.
Y así, prisionero de guerra,
el sueño me conduce a la cama,
me aparta del ruído,
me aisla en su celda
y me despide
hasta mañana.
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