jueves, 12 de diciembre de 2013

Con el alma al aire: El cerco se cierra (3)

La delicadeza elevó sus hombros y volvió a descenderlos como si no existiera gravedad en la pesada atmósfera que rodeaba su instante de pesar.
--¿Y a mí qué?. ¿Si éso es lo que quiere?
De: Francisco Tomás Rincón
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Sentía, no obstante, una mordida de rabia que la invadía; un hueco doliente en la boca del estómago; el derrumbe del firme bajo sus pies; una pena vagando cual fantasma y algún que otro sentir rallano en lo surrealista. 

Impersonal y terriblemente destructivo subía su lamento por la sangre, de tal forma que le permitía corroborar que todavía le importaba puesto que podía dolerle sobremanera. ¿Cómo no doler el desprecio de un hermano que te arrumba y te ignora?. Dolía en lo profundo pero estaba aprendiendo a no sentirse lastimada, a respirar para mitigar el dolor, para desviarlo, para esquivar sus efectos. Sin duda una inteligente terapia que aún le llevaría tiempo desarrollar y practicar con destreza.

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