jueves, 12 de diciembre de 2013

Con el alma al aire: El cerco se cierra (2)

Tal vez éso pasó por la cabeza de su hermano.
Es posible que nunca quiera aceptar su responsabilidad, que nunca quiera hablar de ello, pero que ante los suyos explique argumentos que lo eximen de culpa y la envían al tejado ajeno, al de su hermana, al de su amada, amante, su amor, su excusa, su aliciente, ¿o su auténtica pareja ideal?.
No lo sabrá nunca, a menos que retome su responsabilidad, las riendas de su propia existencia y se lance a vivir sin tapujos, a hablar sin explicar, a contar lo que sintió.
Si él no lo hace, si no lo hará, su hermana sí.

El dedo índice rozando apenas los labios, un siseo discreto y fugaz escapando entre ellos, la mirada clavada captando la atención de otros, todo junto surtió efecto y consiguió por un breve instante que todos callaran y la escucharan...
-No hice nada mal, sólo intentar apoyarlo porque estaba hundido, casi tocando fondo, manejado como una marioneta con hilos desgastados, al borde de su propio peso --los miraba--. No hice nada mal, o al menos éso creo, ¿no hubiérais hecho lo mismo por vuestro hermano, por vuestra hermana, por vuestro mejor amigo? --los inquiría sin mover una pestaña--. ¿Y ahora qué?. Ni siquiera él me dirige la palabra, y aún debo preguntarle ¿por qué?. ¿Porque así se lo ha ordenado su mujer?. ¿Con qué lo ha atemorizado? ¿Por qué un hombre hecho y derecho, maduro, rompe lazos y trato con su hermana, que lo único que hizo fue escucharlo, apoyarlo, intentar que levantara su autoestima?. Algún día tendrá que ponerse frente a frente y explicármelo. No ha sabido defender su integridad, no ha querido asumir su responsabilidad. A fin de cuentas él fue el que engañó a su mujer, yo sólo escuché cómo se iban sucediendo los hechos; sólo procuré que un ser humano volviera a recuperar la confianza en sí mismo, tras cuatro largos años; escuchando los desprecios a los que decía estar sometido por su mujer, procurando que no llorara como un niño cuando me contaba como ninguno le tenía respeto, ni siquiera sus hijos. Y ahora ha decidido que lo mejor es anularme, no hablarme, como si esa actitud fuera a borrar la infidelidad de su matrimonio; posiblemente alentado por su mujer, pero al final, tomando él esa determinación, alejándose de quien siempre tuvo tiempo para él, apartándose de quien le invitaba a sonreír, a ver el lado positivo que él tenía, a mirar hacia adelante a pesar de los pesares.

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