Tal vez éso pasó por la cabeza de su hermano.
Es posible que nunca quiera aceptar su responsabilidad, que nunca quiera hablar de ello, pero que ante los suyos explique argumentos que lo eximen de culpa y la envían al tejado ajeno, al de su hermana, al de su amada, amante, su amor, su excusa, su aliciente, ¿o su auténtica pareja ideal?.
No lo sabrá nunca, a menos que retome su responsabilidad, las riendas de su propia existencia y se lance a vivir sin tapujos, a hablar sin explicar, a contar lo que sintió.
Si él no lo hace, si no lo hará, su hermana sí.
El
dedo índice rozando apenas los labios, un siseo discreto y fugaz
escapando entre ellos, la mirada clavada captando la atención de otros,
todo junto surtió efecto y consiguió por un breve instante que todos
callaran y la escucharan...
-No
hice nada mal, sólo intentar apoyarlo porque estaba hundido, casi
tocando fondo, manejado como una marioneta con hilos desgastados, al
borde de su propio peso --los miraba--. No hice nada mal, o al menos éso
creo, ¿no hubiérais hecho lo mismo por vuestro hermano, por vuestra
hermana, por vuestro mejor amigo? --los inquiría sin mover una
pestaña--. ¿Y ahora qué?. Ni siquiera él me dirige la palabra,
y aún debo preguntarle ¿por qué?. ¿Porque así se lo ha ordenado su
mujer?. ¿Con qué lo ha atemorizado? ¿Por qué un hombre hecho y derecho,
maduro, rompe lazos y trato con su hermana, que lo único que hizo fue
escucharlo, apoyarlo, intentar que levantara su autoestima?. Algún día
tendrá que ponerse frente a frente y explicármelo. No ha sabido defender
su integridad, no ha querido asumir su responsabilidad. A fin de
cuentas él fue el que engañó a su mujer, yo sólo escuché cómo se iban
sucediendo los hechos; sólo procuré que un ser humano volviera a
recuperar la confianza en sí mismo, tras cuatro largos años; escuchando
los desprecios a los que decía estar sometido por su mujer, procurando
que no llorara como un niño cuando me contaba como ninguno le tenía
respeto, ni siquiera sus hijos. Y ahora ha decidido que lo mejor es
anularme, no hablarme, como si esa actitud fuera a borrar la infidelidad
de su matrimonio; posiblemente alentado por su mujer, pero al final,
tomando él esa determinación, alejándose de quien siempre tuvo tiempo
para él, apartándose de quien le invitaba a sonreír, a ver el lado
positivo que él tenía, a mirar hacia adelante a pesar de los pesares.
Impresiones, Crítica, Poesía: Saciar emociones, soltar amarras, decir lo que pienso, expresar lo que parece, pisar el firme, derramar silencios...
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jueves, 12 de diciembre de 2013
Con el alma al aire: El cerco se cierra (1)
Observando los matrimonios y las parejas conocidas y desconocidas cabe hacerse la pregunta ¿por qué?.
¿Por qué en unos casos parecen ser sólo una excusa, en otros son un fracaso, y en otros la reencarnación del amor eterno?. Ninguna es la pareja perfecta, ni siquiera aquellas que la muerte separó; ninguna tiene la fórmula mágica para combinar sus vidas y sus intereses encajando en una armonía envidiable; ninguna de las que se rompió se propuso jamás que así fuera, pero lo cierto es que son todos los casos una realidad innegable.
Las parejas por la calle, los matrimonios paseando con niños por el parque, los novios comiéndose a puro mordisco, otros discutiendo acaloradamente, aquéllas repartiéndose bienes en un juzgado, otras temiendo a la parte contraria que le hace la vida imposible a pesar del tiempo que hace que se dejaron, muchas entendiéndose y muchas incapaces de entenderse jamás.
De: amor.net |
La clave de la cuestión puede ser: mantener el respeto y evitar la monotonía. Puede faltar el dinero, flaquear la salud, venir malas rachas en el trabajo, existir contratiempos con los hijos, y muchas otras causas para debilitar el estado anímico y la entereza de cualquier ser humano, pero si tu compañero o compañera en el viaje se interesa por tí, te sorprende, te reanima, te hace sonreir y reir, te deja tu tiempo y tu espacio, te respeta, es posible que se supere cualquier amenaza que ande rondando la estabilidad de esa pareja.
Rutina tras rutina, monotonía cargando en la espalda, los ojos rotos de otear el horizonte para descubrir si se aproxima un aliciente alado.
Y sentirse sólo, incomprendido mientras tanto.
Ese momento enciende la idea de abandonar, seguir el rumbo solo mejor que con quien hasta ahora te ha acompañado, y seguir por otro lado.
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El cerco se cierra
domingo, 1 de diciembre de 2013
Con el alma al aire: Esto es la jungla
La calle está tan desierta que parece que la hubieran fumigado con matarratas; no hay ni un alma, la basura está desparramada por la acera -seguro que anoche más de un gamberro aburrido zarandeó y pateó sin consideración los contenedores y se fue luego muy a gusto a su casa, o a saber dónde, dejándolo todo hecho un verdadero asco-; las papeleras que cuelgan de las farolas tampoco están en su sitio y desperdigan todo su contenido por todas partes. Es una panorámica desalentadora que invita a sentirse inseguro ahí abajo, y éso que pagamos el IBI, y la tasa de basura junto con la factura del agua, pero el Ayuntamiento parece hacer oídos sordos y ojos ciegos, se olvida de que ésto ocurre y limpia las calles en condiciones muy de vez en cuando.
Ni que decir tiene que la policía tampoco interviene mucho que se diga, y mira que montan controles a cada dos por tres, buscando no se sabe qué, si droga, delincuencia, dinero blanqueado... el caso es que detienen a una persona de tarde en tarde, desmontan el control que ha provocado atascos y ha suscitado la curiosidad de la gente del barrio, y luego, si te ví no me acuerdo; que ya pueden estar quemando unos maleantes mobiliario urbano, que cuando aparece la policía ya hace tanto que se fueron que es imposible seguirles el rastro.
También puede que la calle esté desierta porque hace un frío de narices y éso acobarda mucho para salir, aunque habrá que hacerlo, aunque sea para comprar pan y cuatro cosas que faltan en la casa.
Axi se viste, se empeta de ropa, se calza unas botas calentitas, revisa lo que hay que comprar, lo anota, se cuelga el bolso -fiel compañero que carga con todo lo que sea-, abre la puerta, sube al ascensor, baja hasta la entrada, sale de su edificio, observa con asco e indignación, a pie de calle, la imagen que desde la ventana podía ver con perspectiva de vuelo de pájaro, y se adentra en la jungla de bricks, cartones de pizzas, bolsas de plástico que giran en círculo, cristales rotos, y otros residuos, mientras se dirige a los contenedores para tirar la basura dentro -estúpido empeño, porque luego lo desparramarán todo y aún habrá más porquería en la acera-; luego se sacude la ropa y las manos, porque tiene la sensación de que se ha sumergido en la basura para poder tirar la suya propia, y se encamina a una de las tiendas del barrio, con el bolso bien seguro y el móvil y el tabaco a buen recaudo, ¡por si acaso!
Ni que decir tiene que la policía tampoco interviene mucho que se diga, y mira que montan controles a cada dos por tres, buscando no se sabe qué, si droga, delincuencia, dinero blanqueado... el caso es que detienen a una persona de tarde en tarde, desmontan el control que ha provocado atascos y ha suscitado la curiosidad de la gente del barrio, y luego, si te ví no me acuerdo; que ya pueden estar quemando unos maleantes mobiliario urbano, que cuando aparece la policía ya hace tanto que se fueron que es imposible seguirles el rastro.
De: El Ideal |
También puede que la calle esté desierta porque hace un frío de narices y éso acobarda mucho para salir, aunque habrá que hacerlo, aunque sea para comprar pan y cuatro cosas que faltan en la casa.
Axi se viste, se empeta de ropa, se calza unas botas calentitas, revisa lo que hay que comprar, lo anota, se cuelga el bolso -fiel compañero que carga con todo lo que sea-, abre la puerta, sube al ascensor, baja hasta la entrada, sale de su edificio, observa con asco e indignación, a pie de calle, la imagen que desde la ventana podía ver con perspectiva de vuelo de pájaro, y se adentra en la jungla de bricks, cartones de pizzas, bolsas de plástico que giran en círculo, cristales rotos, y otros residuos, mientras se dirige a los contenedores para tirar la basura dentro -estúpido empeño, porque luego lo desparramarán todo y aún habrá más porquería en la acera-; luego se sacude la ropa y las manos, porque tiene la sensación de que se ha sumergido en la basura para poder tirar la suya propia, y se encamina a una de las tiendas del barrio, con el bolso bien seguro y el móvil y el tabaco a buen recaudo, ¡por si acaso!
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Con el alma al aire: De su presencia imposible a la cara más gris del asfalto
Cuando en la noche un pensamiento se asienta en el sentido, agota los recursos para intentar conciliar el sueño, los ojos se niegan a cerrarse, la mente se resiste a relajarse, la impaciencia ocasiona un tsunami en el cuerpo, que se gira a derecha e izquierda en la cama, se revuelve hacia el piecero y el cabecero, una y otra vez, incansable.
El pensamiento que se ha adentrado en el sentido es poderoso, su naturaleza puede ser diversa: un problema, una vivencia, una inquietud, un olvido, una persona; alguien cercano que no está muy cerca, alguien querido que lo está pasando mal; alguien a quien se quiere apoyar y ayudar, a quien no se desea ver sufrir; alguien que fue muy querido, que lo sigue siendo, pero que ya no está y por éso su presencia es anhelada e imposible, y por éso se queda esa noche acompañando.
Ese pensamiento se adhiere de tal forma que después de rumiarlo un buen rato, comienza a mutarse en cualquier otro pensamiento.
Axi se levanta por quinta o sexta vez a beber agua, a fumar un cigarro, a pasear por la casa, a comer chocolate, al cuarto de baño, a asomarse a la ventana. Y mientras deja que su mirada se pierda en el horizonte de ladrillos y antenas, acolchado por un silencio casi completo, se acuerda del hombre que vió por la tarde pidiendo es una esquina, de cómo lo miró sin que él se diera cuenta de que estaba siendo observado, de lo que imaginó que podría estar pensando, de lo puta que es la vida cuando se lo propone... y te muestra a la cara lo más gris del asfalto, para que lo recuerdes desde el insomnio asomado a la ventana.
- - - . . . - - -
Metió la mano en el bolsillo del pantalón, tan abajo como pudo, hurgando al mismo tiempo hacia un lado y otro, subiendo los dedos, rozándolos entre ellos como queriendo despegar algo invisible que se pudiera adherir. Y nada. Nada de nada. Ni un cochino céntimo. Ni siquiera el que siempre podía encontrar en otros tiempos, olvidado después de algún pago frugal.
¡Qué desesperación! Otra vez igual. Esperando que algún transeúnte le regalara algo, imaginando que inauguraba el día con un desayuno abundante, soñando con otros tiempos, sin querer comparar las diferencias con el presente, por no romper el hechizo, por no regresar a la realidad por alguno de los agujeros negros del forro de su pantalón.
No pudo ni quiso evitarlo, y permitió que las lágrimas le inundaran los ojos, contrajo los músculos del rostro y lloró con rabia y angustia, con dolor y sentimiento, sin pudor y sin pañuelo para enjugar su llanto.
Hasta aquí había llegado, no quería quedarse para siempre, pero no sabía cuánto se quedaría. Ahora lo único que tenía era el tramo de aquella calle, el sitio en el mismo portal y en la esquina de al lado, unos cartones, un corazón herido, dignidad por encima de todo y toda la fuerza para luchar por un mundo entero al alcance de su mano pero no de su bolsillo.
Levantó la cabeza, inició la marcha y encaminó sus pasos enfilando la calle, en busca de otro tramo de asfalto que conquistar, sin pañuelo, sin un céntimo, sin espectativa, sin intención de dejarse pisotear su dignidad, sin perder el porte elegante que siempre le acompañaba en su caminar.
El pensamiento que se ha adentrado en el sentido es poderoso, su naturaleza puede ser diversa: un problema, una vivencia, una inquietud, un olvido, una persona; alguien cercano que no está muy cerca, alguien querido que lo está pasando mal; alguien a quien se quiere apoyar y ayudar, a quien no se desea ver sufrir; alguien que fue muy querido, que lo sigue siendo, pero que ya no está y por éso su presencia es anhelada e imposible, y por éso se queda esa noche acompañando.
Ese pensamiento se adhiere de tal forma que después de rumiarlo un buen rato, comienza a mutarse en cualquier otro pensamiento.
![]() |
De: http://defectosdeunego.blogspot.com.es |
Axi se levanta por quinta o sexta vez a beber agua, a fumar un cigarro, a pasear por la casa, a comer chocolate, al cuarto de baño, a asomarse a la ventana. Y mientras deja que su mirada se pierda en el horizonte de ladrillos y antenas, acolchado por un silencio casi completo, se acuerda del hombre que vió por la tarde pidiendo es una esquina, de cómo lo miró sin que él se diera cuenta de que estaba siendo observado, de lo que imaginó que podría estar pensando, de lo puta que es la vida cuando se lo propone... y te muestra a la cara lo más gris del asfalto, para que lo recuerdes desde el insomnio asomado a la ventana.
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Metió la mano en el bolsillo del pantalón, tan abajo como pudo, hurgando al mismo tiempo hacia un lado y otro, subiendo los dedos, rozándolos entre ellos como queriendo despegar algo invisible que se pudiera adherir. Y nada. Nada de nada. Ni un cochino céntimo. Ni siquiera el que siempre podía encontrar en otros tiempos, olvidado después de algún pago frugal.
¡Qué desesperación! Otra vez igual. Esperando que algún transeúnte le regalara algo, imaginando que inauguraba el día con un desayuno abundante, soñando con otros tiempos, sin querer comparar las diferencias con el presente, por no romper el hechizo, por no regresar a la realidad por alguno de los agujeros negros del forro de su pantalón.
No pudo ni quiso evitarlo, y permitió que las lágrimas le inundaran los ojos, contrajo los músculos del rostro y lloró con rabia y angustia, con dolor y sentimiento, sin pudor y sin pañuelo para enjugar su llanto.
De: http://www.20minutos.es |
Hasta aquí había llegado, no quería quedarse para siempre, pero no sabía cuánto se quedaría. Ahora lo único que tenía era el tramo de aquella calle, el sitio en el mismo portal y en la esquina de al lado, unos cartones, un corazón herido, dignidad por encima de todo y toda la fuerza para luchar por un mundo entero al alcance de su mano pero no de su bolsillo.
Levantó la cabeza, inició la marcha y encaminó sus pasos enfilando la calle, en busca de otro tramo de asfalto que conquistar, sin pañuelo, sin un céntimo, sin espectativa, sin intención de dejarse pisotear su dignidad, sin perder el porte elegante que siempre le acompañaba en su caminar.
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Con el alma al aire,
De su presencia imposible a la cara más gris del asfalto,
dignidad,
madre,
mendigo,
Mi Pirata,
Nadie como ella,
recuerdo
Con el alma al aire: Frío de soledad
Calor
en el alma, calor en el cuerpo, calor pasado, calor ahora anhelado,
porque calor es lo que le hace falta, no sólo por calentar las manos,
sino por avivar todo un motor con energía que los años y los daños van
mermando. Calor con el corazón, con la mirada sincera, con una palabra
sencilla, con cariño al pronunciarla.
Para entender el sudor hay que saber lo que es tener calor...
Esta noche me quedo con las sombras que dibuja tu figura al recordarte, con la sonrisa y la voz, con tu imposible presencia.
Esta noche de nuevo me quedo contigo.
Para entender el sudor hay que saber lo que es tener calor...
Esta noche me quedo con las sombras que dibuja tu figura al recordarte, con la sonrisa y la voz, con tu imposible presencia.
Esta noche de nuevo me quedo contigo.
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