miércoles, 3 de abril de 2013

Con el alma al aire: La despedida (2)

Llevaba la radio puesta con una buena emisora que al sacudir rock por un tubo contribuía a mitigar la sensación de ahogo e impotencia, de tristeza sublime que le oprime el pecho cada vez que se separa de su madre, tiempo antes también de su padre. La música la transportaba hacia los momentos únicos de esos días que acababan de terminar, ya fueran buenos o malos, divertidos o aburridos, podía revivirlos gracias a la música y éso difuminaba el punto de ruptura de la despedida y lo convertía en un punto de inflexión a partir del cual el tiempo se acortaba camino hacia el próximo reencuentro.
No es fácil decir adiós y menos cuando te despides de alguien de cierta edad o de alguien que no está bien de salud porque nunca se sabe qué puede pasar, y aunque nadie está libre de mal, la ley de la vida se impone. Te duele pensar cómo se las arreglará para hacer sin tu ayuda ciertas cosas, a quién recurrirá, si sentirá la soledad revoloteando a su lado, si tendrá cuidado y no se subirá en aquella escalera para alcanzar un cacharro en la cocina, si no resbalará en el baño, si cerrará bien las puertas por la noche, con quién irá a la cita del médico (y tú sin poder acompañarla). Infinidad de pensamientos recurrentes y cíclicos que se vienen una y otra vez en el transcurso de los días, en el insomnio de las noches, que hacen sentir hasta culpa por no tener el don de la ubicuidad, por no ser superwoman y acudir a todo lo que uno quisiera o debiera.

Entre tanto el paisaje pasa rápido junto a la ventanilla lateral del coche, como si viajáramos dentro de un túnel de acuarelas y suena la música. Le apetece llegar a casa, hacer la llamada que prometió para confirmar su llegada, desdoblar y recoger todo el equipaje que unas horas antes dobló, buscó y guardó, y salir a la calle a respirar hondo mientras se toma una cerveza en compañía de los conocidos del barrio. Después de todo ese ritual, coronado por bromas y risas, comentarios y puesta al día de novedades, todo volverá a algo parecido a la normalidad habitual, y podrá descansar con ganas en su cama, arropándose con sus sueños.
Ahora ya sólo faltan 25 kilómetros para llegar. Un haz de resplandor puede verse a lo lejos: son las luces de Sevilla; las de La Isla las lleva en su pensamiento.


Partes completas: Con el alma al aire

martes, 2 de abril de 2013

Con el alma al aire: La despedida (1)

No podía ver con claridad con las lágrimas asomando al borde de los ojos, como queriendo derramarse sin conseguirlo. Con el revés de la manga se limpió la mucosidad acuosa que bajaba por la nariz hacia la boca. No quiso tocarse los ojos para que ella no se diera cuenta de que estaba llorando, para evitar que el momento se hiciera aún más duro, incluso esbozó una sonrisa que sabía que advertiría desde la distancia que las separaba y al mismo tiempo gesticuló con la mano como simulando un teléfono y le dijo:
-Te llamo cuando llegue.
Sabía que no la volvería a ver en semanas y éso hacía más difícil decir un hasta luego que era la fórmula perfecta para suavizar un adiós, hasta pronto.
Caminó unos pasos sin mirar atrás, abrió la puerta del coche, subió y se acomodó y agitó la mano saludando. El coche arrancó y se puso en marcha y también la cuenta atrás hasta que volvieran a verse. Cada vez era más duro despedirse.
Luego se sumió en un enjambre de pensamientos y sentimientos, recuerdos inmediatos y lejanos, nostalgias y anhelos, risas y bromas que ayudaron a acortar los kilómetros que las ruedas del coche machacaban en el asfalto de la autopista.


Partes completas: Con el alma al aire

miércoles, 13 de marzo de 2013

El Guasa

El Guasa no es el apodo por el que conocemos a nadie, no es uno muy muy gracioso, no, y tampoco es un tío muy bromista; no es nadie del barrio ni del pueblo, y en realidad tampoco es ninguna persona, pero el caso es que todos lo conocen. Bien es verdad que su nombre es otro. Me explico y ya veréis que enseguida sabéis de qué hablo.
El Guasa es una aplicación, o sea, un software para mensajería instantánea, utilizado sobre todo en dispositivos móviles. En muchos sitios de Andalucía, asimilando la pronunciación inglesa del término con su casi homófona castellana, pronunciada en andaluz, se pronuncia y escribe Guasa (de broma, claro está) para referirnos a la aplicación WhatsApp.
Tuve conocimiento de su existencia a través de una amiga, mi querida vecina Cefe, que en cuestión de diez minutos me impartió una clase magistral express, sin tutorial. Al poco rato de recibir esta formación ya teníamos El Guasa instalado en dos teléfonos en casa. Según parece, a muchas personas les ha ocurrido igual que me ocurrió a mí, por lo que deduzco que el uso extensivo de El Guasa se ha debido a la transmisión oral.
De: http://www.kreacion.es
Y todo el mundo se guasea, móvil en ristre, para cualquier cosa: una cita, una conversación, enviar un chiste, la foto de los niños, la foto de la tortilla que acabas de hacer, en fin, cualquier cosa, como digo.

Pero hace unos días empezó a desatarse la alarma: El Guasa se iba a volver de pago, con una cuota insignificante, bueno, pero ya no iba a ser igual, porque lo gratis nos gusta a todos y el pago mucho menos, por no decir nada; y lo peor no es ya el hecho del pago en sí, esa cantidad tan pequeñita, sino el tener que andar dando tus datos bancarios y encima para tan poco dinero.

Ante la inquietud que produjo tal alarma entre los usuarios de El Guasa, entre los que me incluyo, pensé poner en mi muro de facebook una entrada en mi estado para compartir con mis conocidos y seguidores el rumor hecho noticia en nuestros propios móviles, en la radio, en la prensa(1), pero también pensé compartir la noticia para buscar opinión sobre otras alternativas.

AVISO A CHATEANTES DE MÓVIL:

LINE es una buena alternativa a WHATSAPP.

OJO: Whatsapp será de pago a partir del próximo día 22 (marzo)

Gracias a este aviso pude intercambiar opiniones e interrogantes con mis amigos. Había aplicaciones que lo podían sustituir decentemente pero, además del inconveniente de dar los datos bancarios si se continuaba con El Guasa, estaba el de comunicar el cambio a todo el "equipo" de contactos si es que se optaba por cambiar.
Un trastorno por donde quiera que se mire.
De: http://www.latostadora.com
Entre las opciones a El Guasa estuvimos barajando LINE, con chat gratuito pero sms y llamadas por cobro; SKYPE, con sms y chat gratuitos pero llamadas con coste, y VIBER, que en otro momento había sido gratis hasta para llamadas pero que ahora sólo era gratis para chat porque para sms y llamadas tenía coste.

Los comentarios derivados de mi entrada de estado en facebook fueron más allá de la elección de un sustituto a El Guasa y mi prima me pidió que escribiera algo sobre ésto, y yo, obediente, así lo estoy haciendo.

Nada de ésto ocurriría si el móvil no estuviera instalado en nuestras vidas de forma tan poderosa. Cuando el mundo estaba cubierto de árboles no hacían falta los teléfonos ni otros dispositivos portátiles. Hoy en día no sólo queremos tener un teléfono para llevarlo incluso a la cama como despertador sino que queremos que el teléfono se conecte a internet, que nos sirva de radio, que nos permita escuchar música, que nos deje grabar vídeos, hacer fotos, grabar sonido, jugar, ubicarnos con geolocalizadores, etc. Si no tienes un móvil medio qué, pues hasta te miran rarito y todo.Y claro está, de ahí que mi prima saltara, porque según decía, ella tenía un móvil prestado porque a su compañero de trabajo le daba vergüenza verla con el Nokia con celo o fixo que le daba servicio, y por éso le había prestado el suyo antiguo. Mi prima, claro está, quería subirse al carro de los dispositivos de nueva generación pero lo quería que fuera smartphone y como es normal, los que le gustan son caros, y luego hay que tener en cuenta que hay que hacer el contrato, porque a ver, ya que cambias, pues cambias, y el que tenía ahora era de tarjeta (una ruína total). Se preguntaba si es que ella era rácana o es que todo se salía de presupuesto, sobre todo en lo que a teléfonos móviles se refiere. Pero ella misma se respondía, porque decía que igual sí era rácana para asuntos como éste, pero que con otras cosas no lo era, y añadió que los teléfonos son una esclavitud, que además, si te llaman y no lo coges por el motivo que sea, encima la gente se enfada y te dice: "¡es que he estado llamándote!".
Y terminaba diciendo mi prima, que en su casa, los fines de semana pasan de móvil, que lo aparcan, o que al menos lo intentan.
Le respondí dándole la razón respecto a que los teléfonos son una esclavitud y que encima de que te enganchan son carísimos, a no ser que aproveches una oferta de que te lo regalen si cambias de operadora y haces con la nueva la portabilidad, pero claro, hasta que se te "escoñe", y el día que éso ocurra, a ver, a ver, porque con el dineral que cuestan...
Nos hemos acostumbrado a vivir pegados al teléfono, pero al teléfono con internet, fotos, vídeos, grabadora de sonido, mapa, y por supuesto, Guasa o sucedáneo. Si nos desmontan el tinglado tendremos que aprender a reinventar nuestra existencia global y continuamente interconectada.

Terminaré esta reflexión tranquilizando a los forofos de El Guasa y a mí misma, no sin antes recomendar que debemos cuidar nuestros móviles como oro en paño, porque sustituirlos puede suponer una inversión extraordinaria que posiblemente no podamos asumir con la facilidad que suponemos. Bien, y ahora, para terminar, la noticia tranquilizadora: al parecer El Guasa podría seguir siendo gratuito(2) y ésto se sabrá en unos días, así que antes de desinstalarlo y buscar otra aplicación sería apropiado esperar a ver qué ocurre.

¡Ésto sí que tiene Guasa!

martes, 12 de marzo de 2013

Llueve

Llueve sin parar, llueve sin piedad, desde hace días y noches. Llueve de pronto suave, como si rociara y al punto llueve con fuerza, como si diluviara. Tanta lluvia, tanto gris, tanto húmedo y frío que se siente, produce melancolía, aturde.
Si miras hacia algún sitio donde haya un fondo oscuro se ve cómo cae el agua.

De: http://talent.paperblog.com
El viento la enfurece más, la vuelve agresiva, golpea y como pequeños dardos hasta se clava al tocar la piel.
Es necesaria la lluvia pero tal como llueve hasta hace daño.
Una tregua se impone porque las tierras están anegadas, hay carreteras rotas, hay familias sin casa, sí más, y a éstas las desahució el agua. El agua es buena, es fuente de vida, pero también puede quitarla. Hay crecidas en los ríos, los pantanos alivian su peso, y todo va arrastrando cauce abajo haciendo aún mayor la masa de agua que avanza.

Y el frío y el viento... No queremos la sequía ni el calor excesivo pero tampoco queremos respirar agua y más agua. Ni en un extremo ni en el otro. Y llueve y llueve, y muchos pensamos "a ver si para, aunque sea unos días", que la tierra absorba y empape, que no contribuya a crear más miseria de la que ya hay por otros fenómenos que no son los meteorológicos. Ahora que está más que limpio el aire, que vuelva un poco la calma. Que volverá a llover, seguro.
De: http://wwwfaustinolobato52.blogspot.com.es


Cuando el calor hace arder el asfalto y las paredes, nos ahoga con su aliento delirante, y también nos enfurece sin razón aparente, nos quema en nuestro interior, pero cuando llueve tanto y tanto afuera, también sentimos que llueve dentro de nosotros, desatando un pellizco ingrato en un envoltorio biselado de tristeza y ansiedad, de húmeda y extraña soledad.

lunes, 11 de marzo de 2013

Una semana cualquiera: lunes

La noche antes se acostó muerta de risa porque no podía quitarse de la cabeza una serie de diapositivas vistas en facebook en una página que, para colmo y delicia, se llama "Quememeo". Repetía en alto los chistes, las frases, describiendo las viñetas y las imágenes y las lágrimas salían a borbotones, pero de la risa.
Noche de domingo, muerta de risa al acostarse, sin poder coger el sueño, hablando en la cama con la luz ya apagada, en fin, algo bastante normal para el tránsito domingo-lunes.

En algún momento consiguió conciliar el sueño, y lo supo, porque también en algún momento se despertó.

De: http://elegandcia.files.wordpress.com

Tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac... Justo ese sonidito la despertó, clavándosele en la sien como balas de una nanoametralladora, y se repetía y se volvía a repetir, tic-tac, tic-tac, tic-tac. Asociaba ese sonido con lo inevitable, y lo inevitable era que tendría que levantarse sí o sí ¡en breve!. Y aunque a duras penas y haciéndose la remolona, se levantó.
A partir de ahí lunes lunero cascabelero, a todo correr, cocina, café, nesquick (no quiero hacer publicidad, pero éso es lo que toman...), bocadillos, calentar comida para guardar en la fiambrera-termo, ir al baño, arreglarse, adecentarse, vocear "vamos, qué estás haciendo, dáte prisita", ir de un lado a otro buscando las gafas, el móvil, las botas, el cinturón.

Siempre pasa igual y siempre que pasa igual ella se dice a sí misma lo mismo de siempre: ¿por qué no lo dejaría todo preparado anoche antes de acostarme?

Cuarenta minutos de infarto que concluyen cuando, después de bajar en el ascensor incluso instando a que el ascensor baje más rápido, abre las puertas del edificio, recorren la distancia entre éste y el coche, lo abre, le vuelve los espejos, abre la puerta, sube, se acomoda, arranca, y, ahora viene lo peor, correr sin cometer imprudencias que puedan lamentarse. Conducir hasta el instituto, esperar a que su hijo cruce la avenida y entre por la puerta (que no se lo vaya a llevar ningún desgraciado por delante en el paso de peatones), volver a reanudar la marcha, ir hacia el trabajo, aparcar, coger todo lo que está desperdigado en el asiento, ir hasta el ordenador para firmar la entrada del trabajo, dar unas caladitas a un cigarro y subir hasta el despacho, saludar, encender el ordenador, encender la estufa (shhhhh, que no se puede tener estufa, pero es que si no la tiene se congela), centrarse en el trabajo y romper el hielo del lunes comenzando a trabajar.

Estoy cansada solo de contarlo.



Hoy en especial voy a volver hacia atrás, hasta el momento en que ella va a volver los espejos al coche, porque hoy, en concreto, ese momento le añadió una dificultad al lunes: ¡joder, han roto un cristal!. Así se tuvo que ir con el coche, lleno de cristales hechos añicos, y así lo aparcó, rogando que nadie le pusiera los ojos encima en el aparcamiento del trabajo y que el daño no fuera peor. Una vez en el trabajo, buscó la tarjeta del taller y llamó. Hasta mediodía no había nada que hacer. La broma serían más de 200 euros, así que tendría que llamar al seguro. Menos mal que se harán cargo, pero éso no lo tuvo claro hasta las seis de la tarde, después de peregrinar por otro taller más, por más teléfonos.

Volviendo a la horrible normalidad del lunes, se puede decir que los lunes son días realmente pesados, pero necesarios. Deben existir porque si no hubiera lunes cualquier otro día tendría que cargar con ese San Benito y ningún otro día ya sería lo que hoy es. Un lunes es como una puerta compacta que te cuesta abrir, como una cuesta larga y empinada, como un amigo pesado que nunca deja de hablar y además te importa un pito lo que te está contando. Un lunes es como una segunda oportunidad. Los lunes son un crudo reencuentro con las obligaciones que igual no son las que más te apetece afrontar. El lunes se siente en el cuerpo como un puñetazo y a la vez es como la anestesia que te inyectan para que el resto de los días de la semana puedan ir pasando sin sentirlos tan duramente.

El lunes te das cuenta que te falta de todo en el frigorífico, que no lavaste esa ropa que justo más necesitabas, que no tienes paracetamol y tienes que ir a la farmacia antes de que te cierren la puerta en la nariz. El lunes deseas que termine cuanto antes y te propones que al día siguiente estarás más integrado en ese rítmo frenético que la vida de hoy día nos marca. Quieres acostarte pronto pero, al final, te acuestas a la hora de siempre porque siempre hay algo más que hacer, hasta que te conciencias de que ya no lo puedes hacer hasta el martes y lo anotas en algún sitio que luego puedas encontrar.

De: http://ruizygonzalez-psicologaclinica.blogspot.com.es




El lunes antes de acostarte revisas mentalmente todo lo que te ha sucedido durante el día, y como seguro que encuentras algún fallo, aprietas fuerte los ojos y los puños y te acuerdas de toda tu familia, te consuelas a tí misma y dices, mañana será otro día, otro día que no caerá como una losa sobre tí, otro día que no te empachará como una pesada comida, otro día que tendrá sus pros y sus contras y su propio nombre.
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