lunes, 24 de febrero de 2025

Portadora de anhelos

Tiene los ojos verdes, como su abuelo; según les de la luz, cristalinos, como el mar cuando está verdoso, o verde esperanza, igual que su nombre, heredado de, al menos, hasta cinco generaciones.

A la más antigua de sus antepasadas sus padres la llamaron así por personificar el deseo ferviente de que su amor fuera eterno. A la madre de su tatarabuela la bautizaron con ese nombre como una evocación de buenos augurios para el bienestar familiar, que nunca les faltara nada. A su tatarabuela la llamaron Esperanza simplemente porque a sus padres les gustaba todo lo que esa palabra significaba. Su abuela también heredó el nombre, elegido como un deseo de libertad para la España que les estaba tocando vivir -a su tía abuela la llamaron República, aunque más tarde acabaron llamándola María Dolores-. Su madre heredó el nombre y con él un sentimiento de que en ella se cumplieran las expectativas igualmente heredadas de las anteriores generaciones. Y luego está ella, también Esperanza, a la que llamaron así para consolidar y pasar el testigo de todo el compendio de anhelos de sus predecesoras.
 
Es una gran responsabilidad llevar ese nombre porque parece otorgar a quien lo lleve el poder y la obligación de conseguir que lo que se anhela se vea hecho realidad. Pero no, obligación ninguna, porque decidir y conseguir es cosa de cada cual, no depende de estar cerca de una persona u objeto talismán, aunque esto pueda condicionar a alguien. Nadie es un amuleto de la suerte, de fin de privaciones, un "conseguidor" de buenos deseos, de sentimientos positivos y bienestar ansiados.
Esperanza, desde sus ojos verdes, irradia frescor, alegría y optimismo, con su presencia y actitud; sin pretenderlo, desde su positividad y sus dificultades, transmite ilusión, anhelo.
Nunca le ha faltado una buena compañía, y alguna no tan buena, movida por el interés de obtener un beneficio o la intriga de si su "amistad" contribuiría a materializar algún deseo.
Ninguno de sus dos hijos lleva su nombre, pero sí ha depositado en ellos las bases para que trabajen para hacer del mundo un lugar mejor: educación para tener conocimientos, aplicar y rebatir criterios, tener opinión y defenderla; valores desde los que construir los cimientos que posibiliten consolidar los avances y conseguir otros, convertir en hechos las ilusiones; fortaleza para no perder la motivación, que es lo último que se pierde después de la esperanza.


©Aji ~ ©María José Gómez Fernández

Mi contribución para la convocatoria de @divagacionistas de febrero 2025 #relatosEsperanza 



Imagen tomada de la convocatoria de Divagacionistas
                    

2 comentarios:

  1. Tu texto explora el significado profundo y la carga emocional de llevar el nombre "Esperanza", heredado a lo largo de generaciones en una familia. A través de las distintas mujeres que lo han portado, el nombre ha sido un símbolo de deseos, augurios y expectativas de sus antepasados. Sin embargo, la reflexión destaca que aunque un nombre puede inspirar ciertas expectativas, no determina el destino de quien lo lleva. Cada persona tiene la libertad de forjar su propio camino, independientemente del peso simbólico de su nombre. Al final, Esperanza, con su actitud optimista y su fortaleza, ha transmitido a sus hijos los valores necesarios para contribuir a un mundo mejor, más allá del legado del nombre.
    Cómo bien dices; fortaleza para no perder la motivación, que es lo último que se pierde después de la esperanza. Un texto sin duda esperanzador.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Nuria, es exactamente lo que pretendía transmitir, solo que tú lo dices realmente exacto, fluido y hermoso. Muchas gracias por leerme y por tu comentario tan valioso.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...