Evoco
tus ojos, me pierdo en la profunda y rotunda acritud
de la última mirada que me dedicaron, y los sigo, sin remedio, como un burro
sigue, terco, su zanahoria, caminando sin más rumbo que el cebo que me muestran,
aunque sea mi perdición, aunque me conduzcan al fuego de la hoguera del desamor que prendiste.
No
actúo por despecho, pero necesito despojarme de tus ataduras, sentir que vuelvo a ser dueño
de mi vida, y por eso he rescatado todos tus recuerdos, los he metido en
una caja y los he dejado en el río a la deriva.
Microrrelato publicado en Cinco palabras, 1ª semana de septiembre 2017.
©María José Gómez Fernández
No hay comentarios:
Publicar un comentario