viernes, 28 de agosto de 2020

Lucas y familia. N.N. – Día 166, 27 de agosto

 Ayer dedicamos buena parte del día a supervisar cómo se encontraba tanto Lucas como el resto de su familia. Por la mañana temprano, Lucas y dos hermanos se encontraban en el poyete maullando, como pidiendo ayuda. Volvimos a comprobar si su mamá se encontraba en los alrededores y no, no estaba, así que los subimos a casa. A Simeón, el perrito, no le hizo mucha gracia la breve acogida, aunque se comportó. Como teníamos que llevarlo al veterinario en cuestión de dos horas, pensamos llevar con nosotros a los gatitos con el fin de que el bueno del veterinario nos ayudara a encontrarles una familia y una casa a cada uno de ellos (otras veces lo hace).
Nos disponíamos a salir de casa, perro en mano y gatos en baúl de plástico, cuando antes de abandonar el edificio mi hijo mayor se acercó a comprobar si la mamá gata había vuelto. Con gran contento pero bajando la voz, con una sonrisa en la cara, nos dijo "¡está ahí, y hay otro gatito con ella!". Lo vimos clarísimo, los gatitos se quedarían con su mamá, así que mi hijo los fue poniendo relativamente cerca de ella hasta ver que se reagruparon.
De vuelta del veterinario dedicí que la ayudaría con la crianza de sus cachorritos hasta que estos se valieran algo mejor por sí mismos. Compré pienso para gatos, en concreto, especializado para mamás gatas y para juniors, al menos, para facilitarle a ella la comida. Le puse un recipiente con una poca de comida y otro con agua.
Desde ayer revisamos que estén los gatitos y su mamá, y rellenamos los recipientes si es necesario.

Solo queremos ayudar a Mami, Lucas (marrón clarito), Calú (como su mamá, veteado gris, negro, blanco y marrón clarito), Pintxo (negro) y Pantxo (negro pero más pequeño).

De nuevo, buena suerte familia gatuna, ¡no estáis solos!

Fotografía tomada de https://www.pikist.com/free-photo-svcga/es

Fotografía tomada de https://www.pikist.com/free-photo-svcga/es


©María José Gómez Fernández

jueves, 27 de agosto de 2020

Lucas. N.N. – Día 165, 26 de agosto

 Hace unas tres horas, cuando salíamos a dar el paseo nocturno al perrito, un maullido continuo y al mismo tiempo entrecortado se oía desde algún punto de la jardinera situada en las escaleras de entrada al edificio. Como no vimos nada al salir, iniciamos el paseo y en unos diez minutos, ya de vuelta, subiendo las escaleras volvimos a oír el lastimero maullido. Bastó detener la vista entre las plantas de la jardinera para fijarse, con sorpresa y ternura, que un gatito o gatita bebé estaba en el poyete, y quería llamar nuestra atención.
El perrito quiso gruñirle pero desistió de su intento en cuanto me vio que lo cogía en mis brazos.
-Lucas, ¿y tu mamá? -le pregunté poniéndole nombre.
El gatito me respondió acomodándose en mi cuerpo y entre mis manos y dejando de maullar.

Como no estábamos tranquilos porque pensábamos que la mamá de Lucas se encontraría cerca y andaría buscándolo, mientras le acomodábamos un baúl grande de plástico para protegerlo del perrito y le dábamos un poco de agua, uno de mis hijos bajó varias veces a la entrada del edificio para ver si encontraba a la mamá gata.

El perrito, mientras tanto, se estaba portando como un buen anfitrión, y pendiente de todos nuestros movimientos con el gatito en brazos.

Casi una hora después de estar con nosotros, mis hijos bajaron, esta vez los dos, y llevando con ellos al gatito. La idea era que si la madre lo olía pudiera dejarse ver. La sorpresa para ellos fue que no se dejó ver la madre, sino el resto de gatitos de la camada. Otros tres gatitos de diferente color en el pelaje comenzaron a maullar. Mis hijos vieron donde estaban y dejaron a Lucas en la jardinera que rodea al edificio para que siguiéndola se encontrara con sus hermanos. Y así fue. Se lamieron entre ellos y al poco se metieron en un hueco que daba a un apartado de la jardinera, más resguardado.

Yo, para entonces ya estaba abajo viendo dónde estaban los gatitos.
Subimos los tres a casa con cierta pena pero contentos porque Lucas estaba donde debía estar, con sus hermanos y esperando a su madre.
En los próximos días bajaremos a observar si necesitan algo, o si, de nuevo, alguno de los gatitos ha decidido explorar y ha vuelto a perderse. Ahí estaremos para volver a ayudarlos.

No hemos tenido tiempo ni de hacerle una fotografía pero Lucas es como el gatito de la imagen.

¡Toda la suerte y larga vida, Lucas y familia!


Fotografía tomada de https://www.pikist.com/free-photo-svcga/es
                           Fotografía tomada de https://www.pikist.com/free-photo-svcga/es

©María José Gómez Fernández

La cita. N.N. – Día 164, 25 de agosto

 Tenía que verla una vez más. Era emocionante, difícil a la vez, hasta doloroso. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que se vieron. A espaldas de su marido y su mujer concertaron una cita en un apartado hostal de un pueblo costero, un entorno solitario, acogedor, envidiable. Les llevó su tiempo planificarlo. Nadie tenía que saber nada, ¿para qué?. A nadie le importa la vida de nadie. Y llegados a este punto, a quien lea esto tampoco le importa. O no, porque como no se conoce de quien se habla tampoco el que lee puede posicionarse ni opinar subjetivamente.
Renato tenía que verla una vez más, al menos eso. Gabi también quería verlo de nuevo, aunque no hubiera nada más después. A instancias de Renato, Gabi fue la encargada de realizar la reserva, pero la hizo a nombre de él. Por supuesto, pago en efectivo, para dejar el mínimo rastro.

Renato preparó unas velas en la habitación, desperdigó unas rosas sobre la cama, diluyó el cianuro en la bebida. Gabi, ignorante de lo que le esperaba, bebió primero. En cuestión de minutos pasaron del placer al dolor, al ahogo y a las convulsiones para llegar a la muerte.
A pesar de que quisieron mantener en secreto su última cita, no pudieron evitar que trascendiera al resto del mundo. La noticia de la pareja encontrada muerta en la habitación de un apartado hostal de la costa llegó primero al marido y a la mujer de ambos, que no daban crédito, pero después corrió por las televisiones y ondas de radio, y más que como un engaño amoroso, que lo fue, quedó en la memoria colectiva como un suicidio por amor.

©María José Gómez Fernández

martes, 25 de agosto de 2020

Siempre en alerta. N.N. – Día 163, 24 de agosto

 Recordaba con nostalgia el VERANO anterior, las caminatas pisando la arena mojada al ATARDECER después de un fabuloso baño en el mar, cuando el sol ya no hacía daño y la gente se había retirado. Este año no podía ser porque la playa cerraba a las 9 de la noche.

Se sirvió un CAFÉ para espabilar el día que apuntaba harto caluroso. Con su uniforme de socorrista se encaminó a su puesto de trabajo como SALVAVIDAS. Desde la torreta de vigilancia la gente parecía BRINCAR sobre la arena caliente para no quemarse. Otro día en alerta continua ante cualquier señal.

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

Publicado en Cinco PalabrasRELATO DEL MES DE AGOSTO (IV): OSCAR FURONES @OSCARFURONES PERIODISTA @CMM_ES

domingo, 23 de agosto de 2020

Lejos. N.N. – Día 162, 23 de agosto

No importa la distancia
ni las horas que nos separan,
porque sabemos
que ahí estamos,
que contamos con el otro,
que esta lejanía
nos hará más fuertes
y tolerantes,
que este amor crecerá
y se agarrará a los dos
con uñas y dientes.

No importa, o sí,
porque hay momentos
que la palabra lejos
se me atraganta.

©María José Gómez Fernández

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