jueves, 4 de febrero de 2021

Cualquier día de este invierno. N.N. – Día 327, 4 de febrero

El día poco acompaña, como ayer, como hace varios días; la calle se ve más bien vacía, la gente se acobarda con el mal estado del tiempo, con la lluvia, con el frío, con el virus que, apostado, acecha, flota en el aire, se mete en el cuerpo que quiere, que puede; se notan los ánimos bajos y fríos, como las temperaturas, grises, como estos días, raros, como el ambiente que nos circunda.
Cualquier gestión a realizar se vuelve un mundo, ir al médico es toda una hazaña. Las ventanillas, atención al cliente, casi todo telefónico, virtual, y jode, porque en ocasiones es bien necesario tratar asuntos en persona, o recoger documentación original. El estrés sube grados porque los teléfonos arden sonando y nadie contesta al otro lado.
No sé nada, ni cuándo volveremos a vernos en persona, a hablarnos por teléfono, a enviarnos un mensaje de voz o hacernos una videollamada. No sé nada. Solo sé que te pienso, que todo duele, que intento esbozar sonrisas y las esbozo pero que nada es lo mismo, que falta algo, mucho, todo, que falta lo suficiente para sentirse pleno, aunque no será por intentarlo, pero nada es lo mismo, nada.

©María José Gómez Fernández

miércoles, 3 de febrero de 2021

Insoportable, en dos tiempos-2. N.N. – Día 326, 3 de febrero

Se descuelga por el pliegue de los sueños
cuando me tapo por la noche con tus manos,
imaginadas, con tus ojos, en el recuerdo,
con el hilo de tu voz que resuena
en el espesor del aire de cada estancia.

Se va diluyendo al soñar sin saber qué sueño,
y me consuela saber que nada sé,
que nada duele mientras duermo,
en esa porción de espacio
donde todo es dúctil y maleable al antojo,
donde no me permito sufrir ni llorar,
donde se hace posible lo más irreal
perdurando hasta el despertar,
cuando, de nuevo, poco a poco, despacio,
se vuelve a hacer palpable, y cíclicamente
se torna insoportable, esta ausencia,
este dolor, esta invasión, que me devora,
que galopa y me recorre, sin piedad...

©María José Gómez Fernández Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

martes, 2 de febrero de 2021

Insoportable, en dos tiempos-1. N.N. – Día 325, 2 de febrero

Es tan insoportable, en ocasiones,
esta desazón, esta ausencia,
este dolor que galopa y me recorre
desde fuera hasta dentro,
desde dentro hasta afuera,
de arriba hacia abajo,
de abajo hacia arriba,
de izquierda a derecha y viceversa...

Es tan insoportable, que puede llegar
a invadirme, como un ejército
que invade territorios,
que se apodera de ellos, sin piedad...

Y me devora cuando te pienso porque te pienso,
y cuando algo me recuerda a ti,
o cuando sin querer pensarte te pienso,
ahí se hace más patente, más latente
el insoportable sentimiento de no oírte ni verte.

©María José Gómez Fernández Publicada originalmente en El Doblao del Arte.

lunes, 1 de febrero de 2021

Febrero 2021. N.N. – Día 324, 1 de febrero

Furibunda, la naturaleza se volvió contra nosotros.
Exhibió terremotos por doquier, huracanes, ciclones,
Borrascas con nombre, viajando en vagones por todo el planeta,
Rocas ardientes en avalanchas junto con lava y temblores,
Expresiones de volcanes, tierra que se remueve, revuelve y desprende...
Riadas, inundaciones, lluvias torrenciales, nevadas,
Olas descomunales, como el coronavirus, arrasan... y ya es febrero...

©María José Gómez Fernández

domingo, 31 de enero de 2021

Gris. N.N. – Día 323, 31 de enero

El aire está muy frío, tan frío como gris el día; parece que alguien hubiera tintado todo el cielo con nubes grises. Días así invitan a quedarse en casa, haciendo cosas agradables y personales; días así invitan al recogimiento personal.
Un paseo obligado con el perro te muestra que no eres la única persona que piensa así: la calle está poco transitada, otras personas pasean perros, van a hacer alguna compra ineludible, a casa de un familiar dependiente, pero pocos se atreven a permanecer sentados en una terraza delante de una cerveza muy fría que van consumiendo a sorbos, dejando ver en la expresión de sus rostros que el frío del líquido que beben no es lo que más se apetece en un día como este; más apropiado el vino a temperatura ambiente que está consumiendo otro señor en la mesa de al lado.
Los niños, bien abrigados, acompañan a sus padres en un paseo obligado para hacer algún recado o descargar adrenalina, el resto de la jornada se quedarán en casa entretenidos con sus juegos, con algún libro, con la televisión, el móvil, la play o jugando entre ellos, aunque otros, con menos fortuna y tiempo para el ocio, estarán fijados a sus escritorios estudiando.
Por la tarde aún hay menos actividad en las calles; al bajar la temperatura e irse la luz natural aún apetece menos salir sin motivo, solo alguna pareja que furtiva charla y se besa y se abraza confundiendo extremidades e intercambiando miradas, palabras y labios húmedos de deseo. Inevitablemente, otros pasean de nuevo a sus perros.
La noche se va instalando, la noche con sus sombras, sus desvelos, sus soledades, sus silencios, haciendo más evidentes las carencias de cada cual o llenando las estancias de demostraciones de afectos, deseos incontenidos, amor correspondido. Alguna habitación, como la tuya o la mía, alumbrada tenuemente, es testigo de un ávido tecleo en el móvil o en el ordenador, necesario contacto virtual como única alternativa para volcar los sentimientos.

©María José Gómez Fernández

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