lunes, 28 de abril de 2014

Desarrollo insostenible

Mientras las perlas brillan en los cuellos elegantes de las mujeres ricas
y sobresalen las tarjetas visa express de las carteras de los jóvenes ociosos;
las calles mojadas apenas por el camión de la empresa de limpieza
sienten las pisadas lentas de los que realizan su trabajo
empujados por el hambre y la necesidad extrema,
vagando de contenedor en contenedor para rebuscar en la basura
los restos de comida o de enseres que a otros le han sobrado ese día.

De: http://www.cubadebate.cu/fotorreportajes/2010/09/03/la-publicidad-del-contraste/

En tanto menos de un tercio de la población se divierte y se preocupa
pensando en qué restaurante cenará mañana
o en qué boutique comprará su próximo último modelo;
discutiendo por teléfono su inversión en bolsa
o concretando una cita de trabajo para celebrar
entre copas y entremeses que quedarán sin tocar
el superávit de su negocio y sus éxitos empresariales,
una familia, recién desahuciada de su vivienda,
se araña la cara con la desesperación
buscando un rincón para pasar la noche,
un hueco de intimidad para llorar su desgracia.

Al mismo tiempo que el banco otorga un préstamo
tras haber asediado al cliente con una publicidad engañosa y agresiva,
comprometiendo sus bienes y su futuro y convirtiéndolos en probable miseria,
el cliente recién atrapado sin remedio y a sabiendas
sueña con hacer una compra digna en el supermercado de la esquina
para ofrecer un buen plato de comida a su familia,
que le sabrá a gloria y a él le recordará la dación en pago de su casa,
su coche empeñado y su moral por el suelo,
pero cenará con la sonrisa en la boca
tan sólo por ver cómo sus hijos hablan y ríen mientras comen.

De: http://www.cubadebate.cu/fotorreportajes/2010/09/03/la-publicidad-del-contraste/
Añadir leyenda

En el mismo momento que el Sr. Gerente cierra el trato
para comprar el 80% de acciones de esa empresa de telecomunicaciones,
el Sr. Peláez es despedido de su trabajo, como otro 20% a diario,
y sale a la puerta del edificio que durante tanto fue su medio de vida,
mira hacia adelante en la gran ciudad de tumulto asfixiante,
y sin ver más allá de su reciente desgracia,
sin ver más solución que la repentina ocurrencia,
cruza la avenida de seis carriles,
sin mirar, sin ver, sin sentir el golpe mortal
que recibe de varios vehículos
que no lo han podido esquivar.

El telediario hablará más tarde del partido de liga,
de las carreras de moto GP, de las paralímpicas,
de los mejores destinos para las cercanas vacaciones,
de algún caso de delincuencia sin aclarar,
de las corruptelas descubiertas a miembros del partido en la oposición,
de cómo continúa avanzando el cambio climático,
del pronóstico del tiempo detallado para una semana,
pero no habrá ni un sólo minuto para el Sr. Peláez,
ni para los demás que pierden su ilusión, su estabilidad, su vida,
ni para aquellos que reinventan su futuro en cada segundo,
ni tampoco hablará de los que buscan entre la basura,
ni de todas esas víctimas que está dejando la crisis, la famosa crisis,
apoyada por los gobiernos y los estados,
inventada por el interés de las entidades bancarias.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Con el alma al aire: El cerco se cierra (3)

La delicadeza elevó sus hombros y volvió a descenderlos como si no existiera gravedad en la pesada atmósfera que rodeaba su instante de pesar.
--¿Y a mí qué?. ¿Si éso es lo que quiere?
De: Francisco Tomás Rincón
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Sentía, no obstante, una mordida de rabia que la invadía; un hueco doliente en la boca del estómago; el derrumbe del firme bajo sus pies; una pena vagando cual fantasma y algún que otro sentir rallano en lo surrealista. 

Impersonal y terriblemente destructivo subía su lamento por la sangre, de tal forma que le permitía corroborar que todavía le importaba puesto que podía dolerle sobremanera. ¿Cómo no doler el desprecio de un hermano que te arrumba y te ignora?. Dolía en lo profundo pero estaba aprendiendo a no sentirse lastimada, a respirar para mitigar el dolor, para desviarlo, para esquivar sus efectos. Sin duda una inteligente terapia que aún le llevaría tiempo desarrollar y practicar con destreza.

Con el alma al aire: El cerco se cierra (2)

Tal vez éso pasó por la cabeza de su hermano.
Es posible que nunca quiera aceptar su responsabilidad, que nunca quiera hablar de ello, pero que ante los suyos explique argumentos que lo eximen de culpa y la envían al tejado ajeno, al de su hermana, al de su amada, amante, su amor, su excusa, su aliciente, ¿o su auténtica pareja ideal?.
No lo sabrá nunca, a menos que retome su responsabilidad, las riendas de su propia existencia y se lance a vivir sin tapujos, a hablar sin explicar, a contar lo que sintió.
Si él no lo hace, si no lo hará, su hermana sí.

El dedo índice rozando apenas los labios, un siseo discreto y fugaz escapando entre ellos, la mirada clavada captando la atención de otros, todo junto surtió efecto y consiguió por un breve instante que todos callaran y la escucharan...
-No hice nada mal, sólo intentar apoyarlo porque estaba hundido, casi tocando fondo, manejado como una marioneta con hilos desgastados, al borde de su propio peso --los miraba--. No hice nada mal, o al menos éso creo, ¿no hubiérais hecho lo mismo por vuestro hermano, por vuestra hermana, por vuestro mejor amigo? --los inquiría sin mover una pestaña--. ¿Y ahora qué?. Ni siquiera él me dirige la palabra, y aún debo preguntarle ¿por qué?. ¿Porque así se lo ha ordenado su mujer?. ¿Con qué lo ha atemorizado? ¿Por qué un hombre hecho y derecho, maduro, rompe lazos y trato con su hermana, que lo único que hizo fue escucharlo, apoyarlo, intentar que levantara su autoestima?. Algún día tendrá que ponerse frente a frente y explicármelo. No ha sabido defender su integridad, no ha querido asumir su responsabilidad. A fin de cuentas él fue el que engañó a su mujer, yo sólo escuché cómo se iban sucediendo los hechos; sólo procuré que un ser humano volviera a recuperar la confianza en sí mismo, tras cuatro largos años; escuchando los desprecios a los que decía estar sometido por su mujer, procurando que no llorara como un niño cuando me contaba como ninguno le tenía respeto, ni siquiera sus hijos. Y ahora ha decidido que lo mejor es anularme, no hablarme, como si esa actitud fuera a borrar la infidelidad de su matrimonio; posiblemente alentado por su mujer, pero al final, tomando él esa determinación, alejándose de quien siempre tuvo tiempo para él, apartándose de quien le invitaba a sonreír, a ver el lado positivo que él tenía, a mirar hacia adelante a pesar de los pesares.

Con el alma al aire: El cerco se cierra (1)


Observando los matrimonios y las parejas conocidas y desconocidas cabe hacerse la pregunta ¿por qué?.

¿Por qué en unos casos parecen ser sólo una excusa, en otros son un fracaso, y en otros la reencarnación del amor eterno?. Ninguna es la pareja perfecta, ni siquiera aquellas que la muerte separó; ninguna tiene la fórmula mágica para combinar sus vidas y sus intereses encajando en una armonía envidiable; ninguna de las que se rompió se propuso jamás que así fuera, pero lo cierto es que son todos los casos una realidad innegable.

Las parejas por la calle, los matrimonios paseando con niños por el parque, los novios comiéndose a puro mordisco, otros discutiendo acaloradamente, aquéllas repartiéndose bienes en un juzgado, otras temiendo a la parte contraria que le hace la vida imposible a pesar del tiempo que hace que se dejaron, muchas entendiéndose y muchas incapaces de entenderse jamás.
De: amor.net
De: amor.net

La clave de la cuestión puede ser: mantener el respeto y evitar la monotonía. Puede faltar el dinero, flaquear la salud, venir malas rachas en el trabajo, existir contratiempos con los hijos, y muchas otras causas para debilitar el estado anímico y la entereza de cualquier ser humano, pero si tu compañero o compañera en el viaje se interesa por tí, te sorprende, te reanima, te hace sonreir y reir, te deja tu tiempo y tu espacio, te respeta, es posible que se supere cualquier amenaza que ande rondando la estabilidad de esa pareja.

Rutina tras rutina, monotonía cargando en la espalda, los ojos rotos de otear el horizonte para descubrir si se aproxima un aliciente alado.

Y sentirse sólo, incomprendido mientras tanto.

Ese momento enciende la idea de abandonar, seguir el rumbo solo mejor que con quien hasta ahora te ha acompañado, y seguir por otro lado.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Con el alma al aire: Esto es la jungla

La calle está tan desierta que parece que la hubieran fumigado con matarratas; no hay ni un alma, la basura está desparramada por la acera -seguro que anoche más de un gamberro aburrido zarandeó y pateó sin consideración los contenedores y se fue luego muy a gusto a su casa, o a saber dónde, dejándolo todo hecho un verdadero asco-; las papeleras que cuelgan de las farolas tampoco están en su sitio y desperdigan todo su contenido por todas partes. Es una panorámica desalentadora que invita a sentirse inseguro ahí abajo, y éso que pagamos el IBI, y la tasa de basura junto con la factura del agua, pero el Ayuntamiento parece hacer oídos sordos y ojos ciegos, se olvida de que ésto ocurre y limpia las calles en condiciones muy de vez en cuando.
Ni que decir tiene que la policía tampoco interviene mucho que se diga, y mira que montan controles a cada dos por tres, buscando no se sabe qué, si droga, delincuencia, dinero blanqueado... el caso es que detienen a una persona de tarde en tarde, desmontan el control que ha provocado atascos y ha suscitado la curiosidad de la gente del barrio, y luego, si te ví no me acuerdo; que ya pueden estar quemando unos maleantes mobiliario urbano, que cuando aparece la policía ya hace tanto que se fueron que es imposible seguirles el rastro.

De: El Ideal
De: El Ideal


También puede que la calle esté desierta porque hace un frío de narices y éso acobarda mucho para salir, aunque habrá que hacerlo, aunque sea para comprar pan y cuatro cosas que faltan en la casa.


Axi se viste, se empeta de ropa, se calza unas botas calentitas, revisa lo que hay que comprar, lo anota, se cuelga el bolso -fiel compañero que carga con todo lo que sea-, abre la puerta, sube al ascensor, baja hasta la entrada, sale de su edificio, observa con asco e indignación, a pie de calle, la imagen que desde la ventana podía ver con perspectiva de vuelo de pájaro, y se adentra en la jungla de bricks, cartones de pizzas, bolsas de plástico que giran en círculo, cristales rotos, y otros residuos, mientras se dirige a los contenedores para tirar la basura dentro -estúpido empeño, porque luego lo desparramarán todo y aún habrá más porquería en la acera-; luego se sacude la ropa y las manos, porque tiene la sensación de que se ha sumergido en la basura para poder tirar la suya propia, y se encamina a una de las tiendas del barrio, con el bolso bien seguro y el móvil y el tabaco a buen recaudo, ¡por si acaso!
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