viernes, 30 de abril de 2021

Abril 2021

 Aires nuevos llegan

Barriendo desde el oeste...

Renovadas, esperadas,

Inquietudes aletargadas,

Levan, al fin, anclas, rumbo al este...


©María José Gómez Fernández

Dedicada a mi compañero y amigo Juan Carlos (Daichi).

domingo, 14 de marzo de 2021

Marzo 2021. N.N. – Día 365, 14 de marzo

Marzo de mujer y matemáticas,

Aniversario de tu nacimiento,

Roberto, en el 3'14,

Zumbidos del confinamiento,

Oquedades de los sentimientos...


©María José Gómez Fernández

domingo, 7 de febrero de 2021

Las reflexiones de Rosa. N.N. – Día 330, 7 de febrero

Tú sí que eres luz, Rosa, brillas y alumbras e iluminas a otros.

A los trolls, como siempre digo, que les den; lo único bueno es que saben juntar letras, escribirlas como si vociferaran y leerlas en voz alta, pero seguramente, como bien dices, se alteren porque se creen invencibles y les fastidia que la muerte les pueda trolear cuando menos lo esperen.

La vida es eso, vida, con todo lo que conlleva: alegría, sufrimiento, tristeza, emociones, interés, afán de superación, depresión, ilusión, miedo, suerte, latidos, y mucho mucho más, pero sobre todo es amor y desamor...

Aprendemos porque nos gusta, enseñamos porque queremos que otros aprendan lo que sabemos, es como ir dejando un rastro de pequeños legados. Todos tenemos miedo a algo, unos lo tienen a la soledad, otros a la muerte, otros al amor, otros al desamor, otros a la ignorancia.

El que no sabe y se niega a saber, a aprender, a evolucionar, a desarrollarse, es como si se negara a vivir, como si negara la vida.

Para mí, dos momentos muy importantes han sido cuando aprendí a leer, con entre tres y cuatro años, y el otro, cuando enseñé a leer a mis hijos, que hoy son grandes lectores, uno más que otro. Disfruté con la emoción en su mirada cuando descubrían que eran capaces de leer esa historia que noche tras noche primero leía yo y después me leían ellos a mí, porque querían saber cómo continuaba, qué ocurría. Antes de que les enseñaran a leer en el colegio, les abrí la puerta para que fueran autónomos en el aprendizaje, en la curiosidad por el saber. Cuando amas a alguien te sientes orgulloso de ver que puedes hacerlo feliz. La vida es amor, aprender, evolucionar, sentir, y cuando uno se viene abajo, saber trepar, subir, estabilizarte hasta comprobar que de nuevo estás arriba. Tenemos que ser conscientes de que en la vida uno cae y se levanta, y hay que hacer lo posible por no quedarse abajo.

Gracias por estar ahí, por escribir, por ser luz. ¡¡¡Gracias, Rosa!!!

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

sábado, 6 de febrero de 2021

Primer sábado del mes, cita con Rosa. N.N. – Día 329, 6 de febrero

La cita con Rosa en vivo fue a la hora acostumbrada, la hora de la Buena Suerte, las 7 de la tarde. Me lancé sobre el ordenador con un nerviosismo increíble, y una vez terminó, poco después, lo apagué.

Me sentí de nuevo muy a gusto escuchando cómo nos saludaba; se interesaba por todos, nos pedía que nos cuidáramos. Me encantó que nos enseñara sus plumas estilográficas, bueno, solo algunas porque tiene muchas, e incluso nos iba contando una pequeña historia de cada una, pero la mejor historia fue la de la pluma perdida y encontrada años después por casualidad, lo que suele ocurrir muchas veces en la vida, que aparece lo que menos buscas mientras andas buscando otra cosa. No voy a contar yo esa historia, sino que quien esté interesado tendrá que ver el vídeo del encuentro con Rosa Montero.

Arropada, ilusionada, relajada, determiné comentar en el vídeo que necesitaba ver y escuchar a Rosa, tal como me salió la emoción la tuve que transmitir. Un gusto volver a verla. Para mí es una bocanada de energía y de luz, aire necesario para respirar.

¡Gracias Rosa!

©María José Gómez Fernández

viernes, 5 de febrero de 2021

Hasta el perro. N.N. – Día 328, 5 de febrero

Hasta el perro está extraño; se le ve triste, parece que nota el pulso del ambiente que a todos nos tiene sumergidos en una levitación de tristeza rara. Olfatea rincones y roza con su pata algún mueble, como llamando la atención, pero luego no quiere nada, ni jugar, tan solo pasa su cuerpo muy cerca de mi pierna y se roza con ella, y la empuja con su cabeza hasta que acerco mi mano y suavemente la paso por su pelo, y él aprovecha y la lame con suavidad, despacio. Después se tumba en su colchoneta, apoya el hocico en las patas delanteras y desde su posición de vigía en la garita, en su camita estratégicamente situada, otea el pasillo y las puertas, los posibles movimientos que le interesan, y no ladra, no duerme, parece dormitar pero está en guardia, para levantarse cuando alguien se levante y le convenga llamar su atención para salir de paseo. Su reloj biológico manda.

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

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